El Profesor Fals Borda fue uno de los
intelectuales más importantes para las Ciencias Humanas del siglo XX, e incluso
del XXI, sus capacidades para entender el país no solo desde las aulas de
clase, sino desde las comunidades humanas, le dieron herramientas suficientes
para formular diversas soluciones con las que el país podría encontrar el
rumbo, en este pequeño escrito intentaremos profundizar en algunas de sus
propuestas, intentando aterrizarlas a un proceso vivido por el autor de este
escrito, tal vez en un intento por contagiarse del positivismo del profesor
Borda en cuanto a la posibilidad de reconstruir una nación, cada vez más, en
crisis.
De la huerta a la autogestión y contra
la globalización
Hace algunos días, por invitación de un
compañero del Departamento de Historia, llegué a un barrio en la periferia de
Bogotá, de esos barrios que no se logran ver desde la ciudad y que sin embargo
desde ellos se puede contemplar toda la mole de cemento que es la capital del
país. El Barrio tiene nombre con sabor indígena, no suena a santo católico o a prócer
criollo, se llama Tiguaque, un poco mas allá de Juan Rey, en el extremo sur
oriental de la ciudad, clavado en lo majestuoso de los cerros orientales y a
unos pocos kilómetros del pie de monte llanero. En ese lugar nos encontramos
con una señora, de unos cuarenta años, que tenía en su casa un jardín infantil,
allí nos recibió junto con su pequeña niña de ojos azules. En aquel jardín, en
medio de una cuadra inclinada sin el más mínimo asomo de pavimento y a unas
pocas cuadras del final de la ciudad, se reunieron varios jóvenes estudiantes, líderes
comunales, y personas del barrio, en una Minga, organizada por varios
colectivos dentro de los que se cuenta La Olla Artística. Todos eran conocidos,
y no había distinción entre gente del barrio, de universidades públicas y otros
líderes comunales, los desconocidos éramos los que por primer vez asistíamos a
una Minga de cualquier tipo, y que a decir verdad estamos más acostumbrados a
las bibliotecas que a las comunidades activas. El objetivo de la jornada era la
construcción de un invernadero, en medio de un pequeño lote abandonado; la
adaptación de la tierra de dicho lote para plantar cultivos comunitarios de
legumbres y hortalizas; y la cosecha de lo que ya se había sembrado hace
algunos meses y con ello hacer el almuerzo de ese día en una Olla Comunitaria.
Mas allá de cualquier pretensión el objetivo de quienes se han organizado en
dicha comunidad no es otro que el de crear un pequeño sitio en el que la
huerta, como factor practico, sirva para la construcción de comunidad y tal
vez, el objetivo mas ambicioso, el inicio de una especie de soberanía
alimentaria que tenga su principal raíz en la vuelta al campo desde lo que la
ciudad marginaliza. ¿A qué voy con toda esta anécdota? a Fals Borda y el nuevo
compromiso de los académicos en nuestro contexto.
En el año 2003, el Ancora Editores en compañía
con Panamericana, editaron una serie de ponencias del profesor Fals Borda, que
habían sido recopiladas en las ultimadas décadas del autor, y que en buena
parte resumían los planteamientos del Profesor en cuanto al que hacer frente a la, cada vez más,
innegable crisis del país, el libro se llamó Ante la Crisis del País, Ideas-Acción para el cambio (Fals Borda,
2003). Todo el texto, si se mira en
conjunto, tiene como objetivo sentar las bases para lo que sería una Segunda República,
ante el fracaso de la Primer República que se inició en el siglo XIX. Esta
Segunda República tendría como fundamento la endogénesis, concepto que el
profesor Borda utiliza para designar una especie de movimiento que tendría que
hacer la nación sobre sí misma, para empezar a reconstruirse desde lo autóctono
en conjunto, es decir, desde lo que en verdad es Colombia, tanto lo que está en
el territorio desde hace 12.000 y tantos años, hasta lo que nos llego de
oriente, y nos sigue llegando, hace 500 años, dándole primacía a lo nativo, que
es esa parte de Colombia, que pese al mestizaje, aun pervive con ese arraigo a
la tierra más que al capital. La propuesta del profesor Borda es un llamado al
equilibrio entre lo moderno y lo ancestral. Esto se propone a través de cinco
premisas; la creación de una unidad nacional desde lo diverso (la cual en parte
logro tener cabida en la Constitución de 1991); la construcción desde lo
regional (Borda insiste en la obsolescencia de los departamentos como unidades
administrativas, dándole primacía a las regiones orgánicas); darle relevancia
al pensamiento ancestral indígena; sumar dicho saber al saber académico; y por último
la creación de un ecosocialismo
fundamentado en la resolución de problemáticas propias y no como imposición de
formular extranjeras. Estas premisas logran condensar ese sistema de equilibrio
que podría hacer funcionar de nuevo unas dinámicas sociales saludables y más
humanas.
Es interesante ver que el profesor Borda pide,
en el ultimo escrito del libro, aquel en el que recibe la Orden Gerardo Molina
de la Universidad Nacional, que estas teorías planteadas por la academia no
solo sean teorías, sino que los académicos sean los principales propulsores de
llevarlas a la praxis, transformando
estos planteamientos en verdaderas ideas-acción,
para esto es necesario compromiso y activismo político, no dogmatismo, sino
activismo.
Pues bien, allí estábamos con las manos
cansadas de usar, en medio de nuestra ignorancia, un azadón, unas palas,
machetes y manos, para limpiar la tierra, hacer surcos e intentar cultivar algo
productivo, así nos dio el final de la tarde, tiempo después empecé a ver en
ese día la aplicación de las tesis del profesor Borda; no eran académicos
teorizando, eran académicos produciendo, creando una comunidad que no tenía su
piedra angular en ningún sistema oficial o comercial, sino propio. Allí se volvía
al campo, en medio de la ciudad, lo saberes adquiridos por las señoras de mayor
edad, habitantes del barrio, se ponían en práctica, pues eran ellas quienes
decían como se sembraba, los ignorantes citadinos obedecía(mos) mientras
aprendía(mos), sin libros, sin teoría, sin andamiajes academicistas o
científicos. ¿Qué logran este tipo de actos como esta Minga a largo plazo? ¿De qué
naturaleza son estos pequeños movimientos?
Empecemos por responder la última pregunta; el
proceso llevado a cabo en el Barrio Tiguaque por este colectivo de la Olla Artística,
entre otros grupos, es un digno proceso de Autogestión Comunitaria, sobre el
que ampliamente a teorizado la Psicología Comunitaria. Según esta rama de la
psicología la Autogestión se puede definir como:
“todas las opciones de auto
organización social y comunitaria donde la comunidad misma, ya sea sindical,
cooperativa, campesina, de mujeres, jubilados, marginados y de cualquier otro
sector social oprimido en nuestra sociedad, tome en sus propias manos la tarea
de resolver sus necesidades. Para ello se tienen una serie de principios
prácticos que encierran el funcionamiento básico de una sociedad
autogestionaria: 1.democracia directa, 2. acción directa, 3. apoyo mutuo, 4.
extensión y 5. Formación.” (Brivio, 2001)
En un enfoque aun más global, la Autogestión
Comunitaria, es una de las principales herramientas de la Psicología
Comunitaria, la cual nació en un ambiente de caída de paradigmas, en los 60.
Uno de estos paradigmas sostenía a la psicología como método para sanar lo que
no está sano, pero este nuevo enfoque esta direccionado a potencializar las
capacidades de lo humano, desde sí mismo, para lograr su realización. Estas
capacidades no solo se refieren a lo individual, sino a lo social. Según esto,
los procesos de Autogestión, como los describe esta nueva rama de la psicología
tienen las siguientes características:
En primer lugar se gobierna, u ordena, a modo
de asamblea horizontal, donde debe haber una mezcla necesaria entre el saber
popular y el saber técnico, o académico (Montero, 2008). Aquí vemos una de las
tesis propuestas por Borda de amalgama entre lo ancestral y lo académico.
En segundo lugar debe haber un liderazgo
democrático, lo cual genera menos dependencias en lideres (Rodrigues, 1983),
bien sean autoproclamados o seguidos por su carisma o poder tradicional, como
lo plantearía Weber.
Una tercera medida es la de contemplar los
procesos de Autogestión como proyectos a largo plazo, entendiendo que en la “concretitud”
del fin se logra lo concreto del proyecto (Brivio,
2001).
Por último está la necesidad de que todos los miembros
de la comunidad participen, es decir, que la autogestión tiene una naturaleza
de inclusión, y no de exclusión. (Rodrigues, 1983).
Este tipo de estrategias lograrían la creación de una
sociedad en red, similar a la que propone el profesor Borda. Sociedades que se
fundamentan en la diversidad y la pluralidad de los miembros que la componen
(como en el caso de Tiguaque: locales, estudiantes, líderes comunales, niños,
invitados, madres cabeza de familia, etc.), Esta diversidad ofrece multidimenciónalidad
en la intervención y en los métodos (Montero, 2003), creando un ambiente de
participación, compromiso, construcción colectiva, interdependencia,
democratización, afectividad y solidaridad (Montero, 2003), además de generar
procesos de apropiación y auto identificación comunitaria “Esto supone
un hacerse fuerte para transformar un entorno, transformándose a sí mismos”
(Montero 2003).
A si mismo se prevé un proceso para lograr dicha Autogestión, y
los beneficios que por medio de esta se consolidan: En primera medida el
desarrollo del sentido “ser-en-relación-con-el-mundo”; Sumado a la compresión
cada vez más crítica de los problemas sociales y comunales; para así llegar al diseño
de estrategias y recursos funcionales para la consecución de roles sociopolíticos
personales y colectivos” (Kieffer, 1982). Es decir; que desde la concepción
clara del rol del yo en el mundo, en
el ecosistema o en el ambiente, se llega a una concepción reflexiva del rol de
ese yo con el mundo, para desde esa
relación construir estrategias sociales y políticas. Todo este proceso se puede
resumir con el bonito termino que el profesor Borda rescata de la cultura
momposina; el sentipensante, aquel
ser que vive según el equilibrio que le impone el sentimiento y el pensamiento.
Si a esto se le suma que ese yo que
es guiado por la razón y la emocionalidad no puede ser si no es construido por
su otro, tenemos que no solo es un
ser sentipensante en cuanto a si
mismo, sino que debe serlo también en relación a su comunidad, desde donde
empieza el trabajo de la sociedad en red, de la nación en red.
Partiendo de lo anterior podríamos responder a la primer pregunta
¿Qué lograría un proceso como el de esta Minga en el barrio Tiguaque?, en
principio, no mucho, sin embargo si se entiende que los procesos de Autogestión
son de largo plazo, podríamos ver la potencialidad que tiene este evento en lo
que Borda llamaría la construcción de la
Segunda República. La soberanía alimentaria, como principio y objetivo de este
tipo de procesos de agricultura urbana, lograría poner en la mesa una de las
cartas más importantes del país frente a los procesos de globalización,
procesos que a fin de cuentas pretenden la homogenización de los pueblos por
reglas de mercado, valga la pena decirlo, capitalista, la carta de la
agricultura auto sostenible. Este mercado, el global, tiene como principio la
monetización de la economía y el enlazamiento de las economías locales a una
economía global, incluyendo la explotación de las riquezas comunales, en este
caso agrícolas, para el beneficio de grupos macro, bien sean naciones, regiones
transnacionales o incluso el globo como tal. Según esto la famosa Aldea Global
termina por ser una espiral sin fondo en la que los recursos naturales locales
se pierden en un mercado cada vez mas gigantesco, además de entender que dicho
mercado es el que pone las reglas; los precios, los medios y métodos de
distribución, y hasta el tipo de consumidores, que tendrían dichos productos
agrícolas. Es decir, para resumir, el mercado global de alimentos seria el que impondría,
en las dinámicas de la globalización, que, como, cuando y donde se cultivan los
alimentos. Pero si en este escenario las comunidades urbanas, y rurales,
lograran crear procesos de autogestión comunitaria, entendiese a sí mismas como
una amalgama de individuos plurales, se podría imponer una dinámica diferente
desde lo local, hacia lo regional y lo nacional, y de ahí a lo global, es esto
a lo que hace referencia el profesor Borda cuando esgrime el concepto de Glocalización, lo cual traduce que desde
lo local se imponga el ritmo a lo global, y no al contrario. Se podría decir,
en este orden de ideas, que la Autogestión Comunitaria, del estilo Minga en
Tiguaque, puede ser la piedra angular para hacer frente a la cada vez más imponente
y homogenizante Globalización.
De la
autogestión, los Estados y los sentipensantes
En 1990, Charles Tilly, desde la sociología histórica, hacia un
importante aporte en cuanto a la definición de los Estados, si bien se refiera
a Europa, sus tesis sobre la construcción de un Estado se podían extrapolar a
cualquier parte del mundo, en cuanto a que todos los Estados tienen como modelo
o Norteamérica o Europa. Tilly mostraba como los Estados, que se definen, a la
manera de Weber, como aquellas instituciones de dominación que logran
monopolizar el control de la fuerza, en una serie de etapas, desde el
patrimonialismo hasta la especialización de las burocracias, pero por dos vías
separadas; en primer lugar estaba la vía de la coerción, la cual se
fundamentaba en la acumulación y concentración de medios coercitivos, con
predominio en regiones rurales; en segunda medida estaba la vía del capital,
que no era otra cosa que la acumulación y concentración del capital, con
prelación en zonas densamente urbanizadas; por ultimo estaba una extraña simbiosis
entre estas dos vías que se resumía en la vía de la coerción capitalizada, que
se definiría como una especie de camino intermedio entre la acumulación de
capital y de coerción. (Tilly, 1990), La tercera vía, la más apropiada para la
formación de Estados modernos, fue la que los Estados más exitosos tomaron,
dando así una adjetivo a los Estados de Estados mafiosos, por ser
instituciones, que en pasando por encima de cualquier cosa, se auto sostenían
en mantener guerras externas, ya que dichas guerras no solamente estructuraban
parte de la burocracia estatal, sino que creaban el Estado como tal, por ser la
guerra la principal excusa y objetivo de la captación de recursos y la
posterior acumulación de estos.
Si el modelo se traslada a Colombia tenemos este no se adaptaría
de forma perfecta al modelo, empezando por que Colombia poco o nada a guerreado
con otros países que no sean España, o mediocremente con Perú, además de saber
de antemano que Colombia es todo menos un Estado exitoso. Sin embargo algunos
elementos si se logran acoplar al modelo colombiano, en cuanto a que, tal vez
sin pensarlo, es un país que logra andar por una vía de coerción capitalizada
de manera distinta.
La constante en Colombia desde el Siglo XIX es el conflicto
interno, agravado en los años 50 del siglo XX y consolidado, además de
reconocido, en las últimas décadas, para nadie es un secreto que dicho
conflicto ha generado un discurso cada vez mas maniqueo que plantea una
constante lucha entre el bien (el gobierno) y el mal (grupos subversivos),
discurso que ha dado para la activación e implementación de una maquinaria
guerrerista que deja a Colombia con un ejército de similares proporciones al ejército
brasilero, entendiendo la inmensidad del país vecino. Este discurso a dado, en
los últimos cuatro gobiernos, el sustento necesario para que el Estado, y sus
gobernantes, subsistan y se mantengan. Es decir que según esto, podríamos
plantear que la vía de la coerción de Tilly la tenemos, pero con una guerra
interna y que paradójicamente dicha vía se ha dado por que el monopolio de las
armas no es enteramente del Estado, pero según esto es cada vez más obvio que
mantener la Guerra significa mantener el Estado, por lo cual cualquier
iniciativa de paz por parte del gobierno es más bien discursos, electorales,
populistas y mediáticos que en poco o nada se reflejarán en la realidad.
Es claro que los procesos de Autogestión que se proponen como
forma metodológica para las tesis teóricas de Fals Borda no la tienen nada
fácil en un país construido para la Guerra, las mismas propuestas de Fals Borda
parecen no ser tenidas en cuenta. Justo unos pocos años después de la muerte
del profesor, el país se enfrentaba al boom
del TLC, en el cual la economía colombiana, y por ahí derecho la cultura y lo
social, dejan de pensarse desde lo local para pensarse desde lo global. Y si
miramos la insistencia de unas clases políticas que ven en las guerrillas solo
un enemigo al cual destruir, imponiendo un discurso que divide al país en dos
bandos, asistimos a la imposición de los modelos de Estado de Estados Unidos y
Europa basados en la guerra como construcción de Estado, modelo que valga la
pena decirlo las mismas guerrillas sostienen aparentemente sin saberlo,
imponiéndose sin tregua a una sociedad a la que cada vez más se le aplastan sus
valores ancestrales, no solo los valores indígenas sino incluso los valores cristianos,
que el mismo Borda propone como herramienta útil para la construcción del país
desde la endogénesis. En resumen el
modelo de la glocalización, no parece
tener cabida en un país hecho para la guerra, presupuestado (casi literalmente)
para un conflicto que no se puede acabar con el accionar bélico, un país que no
se piensa a sí mismo, sino que lo
piensan desde afuera, donde se localiza la acumulación de capital a costa de
los recursos naturales que le son progresivamente arrebatados a las comunidades
que no tienen más elección que empezar a autogestionarse como seres sentipensantes políticamente activos, no
desde las armas, sino desde la tierra, no desde los dogmas, sino desde el
sentimiento profundo que afianza comunidades y regiones. Solo en esta medida se
podria pensar incluso en la resolución del conflicto, ya que cualquier
propuesta que venga desde lo oficial equivaldrá a sostenerlo ¿Por qué?, por que
como vimos con Tilly, los Estados, al modo Europeo, se sostienen y se crean con
la guerra, no con la paz.
A
modo de conclusión
Se ha pretendido, grosso modo, de profundizar en el principal concepto
del Profesor Borda en el texto ya mencionado, concepto que apunta a la
construcción desde lo propio, desde esa reflexión hemos intentado apuntalar la
tesis de la autogestión comunitaria como herramienta para la construcción de
comunidades que se autopiensen según su diversidad y según sus entornos y
problemas, haciendo una profunda retroalimentación entre academia y saber
popular, para lo cual se planteó el ejemplo de la Minga comunitaria del barrio
Tiguaque, ejemplo de autogestión a pequeña escala pero con una premisa ambiciosa
de soberanía, que a la postre, si dicho módulo se repitiera y se logrará
consolidar en supermódulos de autogestión, estaríamos a portas de una verdadera
glocalización.
Dicho proceso serviría para hacer frente a un Estado que se
construye desde la guerra como argumento discursivo y organizativo,
construcción con bases en modelos extranjeros (De derecha o de izquierda) y que
solo agravarían aun más la crisis de una nación que debe refundarse desde el
trópico, desde lo andino, desde lo campesino, desde lo sentipensante.
Bibliografía
v Brivio
A. La Autogestión comunitaria (2001, febrero). Gestiópolis [en línea]. Bogotá,
Colombia: Consultado el: 12 de abril de 2011, de http://www.gestiopolis.com/recursos/documentos/fulldocs/eco/autogescomuni.htm
v Fals
Borda, Orlando. (2003). Ante la crisis del país, ideas-acción para el cambio.
El Ancora Editores, Panamericana Editorial. Bogotá.
v Kieffer,
J. (1982): "The
development of empowerment: the development
of participatory competence
among individuals in citizen
organizations",
Division 27 News- letter,
76(1). Estados Unidos.
v Montero,
M. (2003) Construcción y Crítica de la Psicología Social. Buenos Aires:
Editorial Paidós.
v Montero,
M. (2003). Teoría y Práctica de la Psicología Comunitaria. La Tensión entre
Comunidad y Sociedad. Buenos Aires: Editorial Paidós.
v Musitu,
O., Herrero, J. Cantera, L. y Montenegro, M. (2004). Introducción a la
Psicología comunitaria. Barcelona: Editorial OUC.
v Ortiz,
A., M. (2000). Recorridos en Psicología Social Comunitaria. San Miguel de
Tucumán, Argentina: Universidad Nacional de Tucumán.
v Rodrigues,
A. (1983). Aplicaciones de la Psicología Social. México: Editorial Trillas.
v Ruiz, V. (2004). Organizaciones
Comunitarias y Gestión Asociada. Buenos Aires, Argentina: Editorial Paidós.
v Tilly,
Charles (1990). Coerción, Capital y Estados Europeos, 990-1990. Alianza
Editores. Madrid.