La imagen más emblemática,
y la más recordada, de la Universidad Nacional, para aquellos que han entrado
en su campus, es sin lugar a dudas la denominada “Plaza Che Guevara”, nombre
que no solo corresponde a una nomenclatura como tal, sino que es el rostro de la Revolución
Cubana en el muro del Auditorio León de Greiff que se corona en simetría sobre el
blanco muro, con una mirada a ninguna parte recuerda a quien visita la Plaza sentido a del nombre. Sin embargo dicho nombre fue impuesto, y no es
su nombre original, la Plaza originalmente le perteneció a Santander. Y
entonces: ¿En qué momento cambio de dueño?
Mas que una descripción detallada de los hechos en los que la Plaza muda de nombre este escrito tiene como objetivo encontrar la relación de significados entre Santander, el prócer, y Santander, la representación, y como este Santander genera una interacción a partir de su interpretación y asimilación de la escultura, escultura que se encontraba en la plaza desde los cuarenta y que fue completamente exiliada al inicio de los 90. El anterior objetivo general tiene tras de sí ciertas preguntas que sería pertinente responder: ¿En qué momento cambia de nombre la Plaza y bajo qué circunstancias? ¿Cuál es la historia completa de la escultura de Santander? ¿Quién la hizo? ¿Bajo qué pensamiento se hizo y se coloco en la plaza? ¿Qué representaba Santander en su época y en la época en que se hace la escultura? ¿Por qué la tumbaron? ¿Por qué la remplazaron con lo que la reemplazaron?
Mas que una descripción detallada de los hechos en los que la Plaza muda de nombre este escrito tiene como objetivo encontrar la relación de significados entre Santander, el prócer, y Santander, la representación, y como este Santander genera una interacción a partir de su interpretación y asimilación de la escultura, escultura que se encontraba en la plaza desde los cuarenta y que fue completamente exiliada al inicio de los 90. El anterior objetivo general tiene tras de sí ciertas preguntas que sería pertinente responder: ¿En qué momento cambia de nombre la Plaza y bajo qué circunstancias? ¿Cuál es la historia completa de la escultura de Santander? ¿Quién la hizo? ¿Bajo qué pensamiento se hizo y se coloco en la plaza? ¿Qué representaba Santander en su época y en la época en que se hace la escultura? ¿Por qué la tumbaron? ¿Por qué la remplazaron con lo que la reemplazaron?
Para responder
las anteriores preguntas y conocer el significado de Santander como símbolo
representado en dicha olvidada escultura se seguirán teóricamente a George Mead
(1863-1931), filosofo y sociólogo de la llamada Escuela de Chicago, que acuña
la teoría de Interaccionismo Simbólico, en la cual el hombre interactúa con su
entorno para darle significación a los símbolos que lo rodean, dicha corriente
nace como respuesta al instintivismo, que proponía las causas de las acciones a
solo impulsos biológicos. Según el Interaccionismo simbólico el entorno
cultural complementa los impulsos biológicos[1].
Lo cual nos obliga a visualizar como los estudiantes ven y perciben a
Santander, entendido este ultimo como un símbolo y no como una racionalización
completa de la vida del prócer, prócer que por su lejanía en el tiempo se ha
convertido, junto con Bolívar, en símbolo de ciertos conceptos, que según el
mismo Mead, surgen a partir del entorno[2].
También seguiremos
en este estudio a Carl Schmitt (1888-1985) quien en las épocas del Tercer Erich
pudo encontrar las categorías según las cuales se definía lo político, Schmitt
sostiene que lo político tiene una escancia, una distinción especifica; así
como lo estético establece la diferenciación entre feo-bello, lo moral entre
bien-mal, lo económico entre rentable-no rentable, lo político está en el
concepto de amigo – enemigo[3].
Dicho concepto “no necesita ser moralmente malo, ni estéticamente feo […] simplemente
es el otro, el extraño”[4].
La escultura.
Sobre el ala
izquierda de la Casa de Nariño, justo unos pasos mas allá de un reten de Guardia
Presidencial, se encuentra el Claustro de San Agustín, edificación que
anteriormente era la sede del Museo de Artes y Tradiciones y que a comienzos de
este siglo estaba a punto de ser solo una ruina, hoy en día, bajo la administración
de la Universidad Nacional de Colombia, funciona el SPM (Sistema de Patrimonio
Cultural y Museos). Al entrar en el Claustro y situarse en el centro del patio,
justo hacia el sur, una sala anuncia con gigantesco titulo “Reserva Visitable”,
el confuso nombre no advierte al desprevenido visitante de todo lo que ella
contiene, sin embargo quien se arriesga a entrar logra percibir en su primer
paso dentro de la sala un silueta algo siniestra hacia su izquierda. Justo ahí
la atención se dirige a la figura antropomorfa que luce una mirada penetrante. Es
inevitable no acercarse a contemplarla más de cerca, pese al miedo que produce
estar al frente de una escultura de 2,10 mts del General Santander, a quien se
le reconoce sin necesidad de leer la información museográfica que advierte la
escultura de bronce. ¿Cómo llego allí la escultura? ¿Por qué su deteriorado
estado?
Hacia 1940 se cumplía en Colombia el primer
centenario de la muerte de Santander, por la época el liberal Eduardo Santos
era el Presidente de la Republica. El año anterior se Expedia el decreto 1222
de junio de 1939, el cual tenía como objetivo la formación de una Junta
Especial, encargada de organizar los homenajes correspondientes. Dicha Junta
estaba presidida por Fabio Lozano y Lozano, Presidente de la Academia
Colombiana de Historia, y Laureano García, quien lideraba la Sociedad
Santanderista[5].
Dentro de los homenajes se estableció levantar estatuas en todas las ciudades
del país (Decreto 255 de febrero 9 de 1940), causa para la cual, en una de las
reuniones de la Junta, se presento a un joven escultor bogotano de nombre Luis
Pinto Maldonado, quien en un manuscrito hallado por el profesor Oscar Posada[6]
relata cómo fue el proceso de elección de su escultura:
“Ejecute un dibujo o boceto del
general Santander que era así: aparecía de pie llevando en la mano izquierda un
bastón (símbolo de mando) y en la mano derecha la constitución […] el doctor
Lozano me dijo: […] ‘Póngale en la mano izquierda la constitución, dirigida
hacia su pecho, y la mano derecha cogiendo la capa`, lo hice así, en su
presencia y le agrado el boceto con sus indicaciones; y agregó ‘hágase una
maqueta en yeso pequeña`”[7].
La junta escogió
la escultura de Maldonado para ser puesta en la Universidad Nacional, que desde
1938 gozaba de un espacio propio, desarrollado por una misión alemana convocada
en 1923, misión en la cual se encontraban y encabezaban Leopoldo Rother,
arquitecto de familia judía que se refugia en Colombia, y el pedagogo Fritz
Kartzen, también alemán[8].
La planeación y construcción del campus daba a la universidad una unidad
arquitectónica, guiada bajo los parámetros de la Escuela Bauhaus. Lo que
finalizaba con un largo periodo de fragmentación física de la universidad por
toda la ciudad. La universidad tal como la concibió Kartzen y Rother giraba (y
gira) en torno a una Plaza Central la cual Hans Rother, hijo de Leopold, describe:
“La plazoleta tiene forma de hexágono irregular, comprendida por dos segmentos”[9].
La plaza, muy diferente a la que conocemos, estaba flanqueada por los edificios
de Derecho y de Artes Plásticas (Escuela de Artes y Oficios en aquella época),
edificios diseñador por el propio Rother. Para dicha plaza se planeo la
escultura de Santander, la cual estaría ubicada sobre un pedestal diseñado por
Rother.
La escultura,
fundida en broce “aparece con gracia y garbo de pie” con “ojos hundidos de
mirada penetrante”[10].
El profesor Posada también rescata que el pie izquierdo esta adelante del
derecho, lo que le da dinamismo a la obra. Santander esta vestido de frac,
bastante elegante y con una capa que sostiene con la mano derecha, en su mano
izquierda a la altura de su pecho se encuentra un papel enrollado, que según
Posada, es la constitución de Colombia[11].
Sin embargo más que los detalles del atuendo es muy diciente que este vestido
de civil y no de militar, cosa que Posada no advierte. Este aspecto lo
intentaremos ver más adelante. La
escultura se situó en el alto pedestal y fue adornada con astas y arboles lo que
la encuadraban en la armoniosa composición de la plaza.
La Escultura
permaneció inmaculada en dicho sitio hasta 1964, año en el cual bajo la
rectoría de José Félix Patiño se implemento el Plan Cuatrienal de Desarrollo.
Dicho plan contemplaba la construcción de un centro administrativo, una
biblioteca, y un auditorio. Entre el Auditorio (León de Greiff) y la Biblioteca
Central (Francisco de Paula Santander) se reubico la escultura de Pinto
Maldonado, el hermoso pedestal de Rother fue suprimido y Santander fue puesto
sobre un pedestal cualquiera y en un sitio cualquiera frente a lo que hoy es la
Torre de Enfermería.
Santander, Pinto Maldonado y las discusiones del Arte.
Para
entender la escultura como símbolo se deberá aclarar en qué momento de la
historia del arte fue ejecutada. La figura humana como protagonista de la
escultura data de las conocidas esculturas griegas, representaciones de dioses
atropomorfizados con los ideales de belleza helénicos, así mismo los romanos,
en el culto al imperio y al emperador, revistieron de homenajes en mármol la
imagen de sus líderes. La Edad Media también dejo sus huellas en nuestras
esculturas, ya que estas adquirieron un carácter pedagógico[12]
y a este carácter se le agrego la monumentalidad, el prestigio y la grandeza propios
del Renacimiento. Estos ideales se reflejaron y consolidaron en la escultura
conmemorativa en los siglos XVIII y XIX, el Romanticismo fue gran catalizador
de dichos procesos. La ilustración y el republicanismo habían cambiado a los
santos y a los reyes por un nuevo panteón de héroes ilustrados y en su dinámica
por apelar al tercer estamento la escultura salta de las galerías y los palacios
al espacio público “como forma de democratización”[13].
Este es el modelo que llega a América, un modelo decimonónico que está en las
entrañas mismas de la Escuela de Artes y Oficios, en la cual el joven Maldonado
se educaba bajo los parámetros europeos altamente pregonados por Roberto
Pizano, quien hacia parte de esas corrientes del siglo XIX y quien dirigía la
Escuela. Según Posada, Pinto Maldonado tenía la capacidad de plasmar en sus
esculturas el carácter interior del personaje[14],
esto a través de un estudio casi sicológico que Maldonado hacia de quien
esculpía. Su obra de “tendencia clásica” con intenciones románticas y sentimentales
del siglo XIX[15]
no le genero muchos adeptos “tanto que, en el VII Salón Anual de Artistas Colombianos, su
obra fue rechazada por pecar de clásica”[16].
Este tipo de esculturas conmemorativas se
caracteriza, según Carolina Venegas, de la siguiente manera:
“a) Representación figurativa del
héroe; b) ubicación de la estatua o busto sobre pedestal con la intención de
jerarquizar al personaje representado y elevarlo del nivel de visión del
espectador; c) el pedestal contiene cartelas y relieves que responden al
carácter narrativo y pedagógico que los origina”.[17]
De
las anteriores características la escultura de Santander cumple las dos
primeras, además de esto la autora agrega que el entorno se decora y se
embellece[18],
La centralidad en la Plaza y el pedestal constituyen parte importante de la
escultura como símbolo. Todo lo anterior enmarca a Santander como un ídolo,
como un símbolo de veneración, característica del arte decimonónico que Pinto
Maldonado representa. Pero habría que preguntar ¿Símbolo de qué?
Santander el hombre, Santander el
símbolo.
No valdría la pena hacer una biografía de
Santander el hombre, obras verdaderamente competentes de ese tema existen a
manos llenas, es el objetivo sin embargo resaltar la construcción simbólica que
se ha generado en este país desde su fundación, y que constituye a un país fabricado
en el antagonismo de sus padres fundadores; “la asociación de estos
‘padres-fundadores` de nuestra nacionalidad con el bipartidismo ha ayudado a
impedir la conformación de la identidad nacional en torno a un héroe común”[19].
Esta asociación, o disociación, de los partidos políticos se establece en su
relación con las desavenencias entre Bolívar y Santander.
Los
dos inician sus carreras como prolijos militares en las luchas de
independencia, aunque a Santander no se le reconozca generalmente, Safford y
Palacios nos lo recuerdan: “Santander había estudiado derecho en Santa Fe de
Bogotá (1805 – 1810), pero no había practicado esa profesión […] Por haber
pasado nueve años en carrera militar y haber ascendido a la graduación de
general, en 1819 ya se considero militar”[20].
Las dichas desavenencias se debieron a las políticas liberales que Santander
representaba, políticas que chocaban con un espíritu más conservador del
Libertador. Según Fernán González, el
pensamiento Santanderista despertaba en Bolívar desconfianza[21]
pues este asimilaba que un régimen de libertades solo crearía condiciones para
una “pardocracia”[22]
que no significaba más que el levantamiento de los que se habían liberado de la
metrópoli. Según esto Bolívar no era amigo de una democracia absoluta, por lo
cual defendía la idea de evitar las elecciones presidenciales, en lugar de ello
se establecería un presidente vitalicio que no rendiría cuentas a nadie, lo que
no era más que una monarquía constitucional revestida de republica[23]. Sin embargo la Constitución de Cúcuta establecía
un régimen republicano que no podría ser disuelto hasta 1831. Santander ante
estas tendencias totalitarias se apertrecho en la Constitución. Por este tipo
de conflictos el cucuteño se gano el apodo de “hombre de las leyes” puesto por Bolívar
“no sin algún sarcasmo”[24].
Este
“apego” a las leyes irritaba al Libertador, que veía en ellas solo impedimentos
para gobernar como era debido, dicho apego a las leyes con el que se ha
caracterizado a Santander no le ha generado muchos adeptos pues debía competir
con el carisma y la elocuencia de Bolívar[25],
esto genero un “choque subyacente de personalidades entre el gremio impaciente
de Bolívar y la mentalidad legalista, cautelosa y metódica de Santander”[26].
Pareciera natural que el colombiano promedio se sintiera incomodo con la ley
como determínate total de la vida social, no es difícil recordar como los
comentarios de Antanas Mockus en la última campaña presidencial (2010), que
afirmaban que si la ley decretaba extraditar a Álvaro Uribe el solo podría
acatarla[27],
la reacción de la gente y el bajonazo en las encuestas fue claramente
perceptible, primero estaba la persona de Uribe como el gran líder que los
electores veían antes que la carta constitucional.
Otra
de las desavenencias entre Bolívar y Santander se debe al caso de la inclusión
o no de Jeremy Bentham en la educación de la nueva nación. En este punto Bolívar
se mostraba mucho más conservador ya que defendía que la escolástica se
enseñara por encima de tendencias liberales, los adeptos de Bolívar incluso
caracterizaron a quienes apoyaban la enseñanza de Bentham como rebeldes “José
Manuel Restrepo (consejero de Bolívar) […] expresó su convencimiento de que la actual
enseñanza del derecho, en particular las doctrinas de Bentham, llevaba a los
jóvenes a conspirar contra el gobierno”[28]
y no descarto la idea que unos de estos jóvenes hubiesen sido los responsables
del atentado del 25 de septiembre. Hecho que marcaria el rompimiento final
entre Santander y Bolívar.
Santander fue
gran impulsor de políticas administrativas que impulsaran la educación estatal,
promoviendo una actitud antirreligiosa en las aulas[29].
La misma Universidad Nacional nace en el seno de las políticas liberales más
radicales de la segunda mitad de siglo[30],
alimentada por las ideas de educación pública que Santander había impregnado en
quienes fundaron el partido Liberal[31].
Se podría decir
que Santander representaba a la izquierda de ese entonces, Incluso
izquierdistas recientes, como Torres Giraldo, defendían a Santander en sus
ideales liberales contra la figura de Bolívar[32]. Bushnell recuerda que incluso Marx se
consideraba santanderista[33].
Tiempo después los
Santanderistas se dividieron en moderados y otros más radicales, los primeros
se alinearon con los Bolivaristas y de dicha unión se conformaría lo que se
reconocería después como Partido Conservador, los santanderistas radicales serian
conocidos como Liberales, Safford y Palacios dan como catalizador de dichos
procesos a la Guerra de Los Supremos[34].
Luego de este proceso empezaría el acto de performar y construir a cada prócer
según la conveniencia del partido. Así como lo resalta Ayala Diago, los
leopardos a comienzos del siglo XX reafirmaron la ideología conservadora basada
en Bolívar[35],
y Santander se quedaba relegado en un país que no recordaba de buen agrado las
épocas del Olimpo Radical. Bushnell en su ensayo ya citado, nos recuerda como
Ignacio Lievano Aguirre, en su biografía sobre Bolívar, se encarga de enlodar
la imagen de Santander, caracterizándolo como retardatario[36].
A su vez explica el posible odio del conservatismo hacia Santander a través de
un intrincado lio de faldas, según Bushnell; José Eusebio Caro (hijo legitimo
de la amante ilegitima del Hombre de las Leyes, Nicolasa Ibáñez) guardaba gran
resentimiento a Santander y Miguel Antonio Caro, Hijo del escritor y principal
ideólogo del partido Conservador, se encargaron de empañar totalmente la imagen
del prócer[37],
Laureano Gómez e Ignacio Lievano Aguirre como herederos del odio
antisantanderista de los Caro harían el resto[38],
el segundo en su estudio de Bolívar y el primero en su publicación El mito de Santander. Bushnell cita una
entrevista en la cual se hace la pregunta fundamental a Santiago Díaz
Piedrahita: “SEMANA: A propósito de historia,
¿Bolívar si era el bueno y Santander el malo?, S.D.P.: No se trata de buenos y
malos sino de personajes que vivieron en momentos muy complejos y que fueron
protagonistas de sus días.”[39] Dicha concepción moderada no ha sido tenida en cuenta
por quienes han transformado a cada prócer según lo que conviene a su
ideología.
Podríamos decir
que Santander y la idea de este se van deformando, primeramente en sus desavenencias
con el Libertador, que los seguidores del uno y el otro radicalizan, y
seguidamente a través de la alineación de los partidos políticos que en busca
de un héroe construyen y contraponen a los próceres en beneficio de una aplicación
amigo-enemigo, como nos lo recuerda Schmitt, ya que a través de la toma de
posición de un grupo social según la teoría de amigo-enemigo (o sea cuando se
define quien es el amigo y quien el enemigo) se establece una comunidad política[40],
en este caso acudimos a la misma lucha pero desde el carácter simbólico, que
fundamentan desde la oposición el bipartidismo colombiano. Por lo anterior no
podemos esperar una asimilación objetiva de la escultura de Santander, ya que
según Rose Arnold: “Un símbolo se define como un estimulo que tiene un
significado aprendido y un valor para la gente, y la respuesta del hombre al
símbolo se hace en términos del significado y valor que tienen”[41].
Como apuntábamos en la introducción, según Mead, se responde al objeto o al
símbolo según lo que yo ya tengo en la cabeza, y como vimos anteriormente la
escultura de Santander ya tenía de por sí una cantidad de conceptos en sí
misma, los cuales explotan en 1976.
Primer destierro
El país viva una
situación bastante delicada en cuanto a orden público, la Universidad se había
convertido en foco de quienes no estaban contentos con el poder imperante, de
naturaleza liberal, o neoliberal, La revolución cubana se consolidaba en su
papel de discordia en medio de la Guerra Fría. El 8 de octubre de 1976 se
decreta el estado de sitio[42],
lo cual ya se había hecho varias veces en los dos últimos años, ese mismo día
se presentaban disturbios en la Universidad Nacional, disturbios que decretaban
el destino del Santander de Pinto Maldonado.
El día
correspondía a la conmemoración de la muerte del Ernesto Guevara, ocurrida
nueve años antes, era un viernes propenso para desordenes. Las protestas se
concentraron en la Plaza Central, antes del medio día, según narra El Tiempo[43],
en conmemoración del “día del guerrillero heroico” desde allí varios grupos de
“estudiantes” se dispersaron y quemaron tres vehículos, luego un grupo de
encapuchados se tomo una grúa y la entro al campus, allí la dirigieron a la
Plaza Central. Con el apoyo de la pesada herramienta engancharon por medio de
sogas el cuello del General vestido de civil y lo dieron de baja. “el plinto de
la escultura se perdió al quedar empotrado en el pedestal que le construyeron”[44].
Según El Colombiano[45],
la escultura fue arrastrada por el camino que conduce a la 26 envuelta en una
bandera de Estados Unidos[46].
Volviendo con El Tiempo este relata que la escultura fue colgada (no me explico
cómo) del puente peatonal de la 26 “Allí se bamboleo durante casi dos horas,
hasta cuando el cuerpo de bronce se desprendió”[47].
Hecho esto los jóvenes se replegaron al campus, la policía entro (más de mil
efectivos según El Tiempo) y en una extraña calma recorrió la universidad sin la
mas mínima agresión verbal o física. Los
policías subieron a una grúa (la grúa) la estatua y se la llevaron “botín de
guerra”[48],
para luego ser ubicada en la Escuela de Cadetes General Santander, en el sur de
la ciudad, donde reparada burdamente se erige aun hoy en día[49].
Así la escultura
diseñada por Maldonado, fundida con ayuda de Viecco y ordenada por Eduardo
Santos (ex director de El Tiempo y muy cercano a dicha casa editorial) salía
humillado de la Universidad Nacional, universidad que sus ideas habían fundado.
Cornelio Reyes, Ministro de Gobierno de López Michelsen, afirmaba que en la
“profanación” de la escultura se había erigido una bandera del ELN en la “plaza
Che”[50],
Duran denunciaba este mismo hecho: “Por otra parte, es evidente, que si la
bandera del ELN ha estado ondeando en la Universidad Nacional desde el 8 de
octubre, está bien que la autoridad universitaria […] renuncie”[51]
No es posible afirmar que el ELN fuese el responsable.
Estos disturbios,
más otros más unos días después[52],
darían por resultado una crisis en la Universidad que dejaría a la institución
sin rector, por conflictos entre este y el Ministro de Educación para la época,
Hernando Duran Dussan. Este último, según el ex rector Luis E. Mesa, había
tomado la determinación sin consultarle de que el ejército se tomara el campus
y expulsara a los estudiantes que habitaban las residencias universitarias, El
Tiempo recalca que dicha operación se realizo en términos de “cordialidad y
buenos modales”[53].
Para el 19 de octubre el diario abría su edición titulando “Crisis en la U”[54].
El símbolo del
General Santander había dejado de ser el símbolo de la izquierda, por el
contrario su imagen de abogado “leguleyo” se había concretado. Los nuevos
héroes de la izquierda eran militares revolucionarios, que se opusieran a los
regímenes, eran los tiempos de la consolidación de la Revolución Cubana, era el
tiempo en que el Che se consagraba como símbolo de la misma, el mismo Bolívar
se perfilaba como nuevo símbolo de la juventud revolucionaria, pues Bolívar era
el militar batallador, Santander solo se asociaba con las políticas liberales
que Estados Unidos tenían su mayor representante, y así mismo Estados Unidos
era ahora representado como un Imperio, ante el cual Cuba se había revelado,
Imperio símil del que se había convertido enemigo Bolívar. Simplemente quien se
asociara con este nuevo enemigo, el Imperio, seria representado como el enemigo
de los antiimperialistas, vemos como aplica Schmitt y su teoría del concepto
político.
Segundo destierro.
“Trece
años después de haber sacado por la fuerza de la Universidad Nacional de
Bogotá, el general Francisco de Paula Santander regresó al campus universitario
con uniforme de estatua”[55] Esta vez la escultura se coloco en hall de la
Biblioteca Central Francisco de Paula Santander, mas escondido. Se realizo una
ceremonia en la cual el Presidente de la Republica, Virgilio Barco. Este había
pedido a Pinto Maldonado una escultura similar a la que se encontraba en Roma[56], Barco era devoto santanderista y buscaba
realizar homenajes antes de dejar la presidencia. Dentro del encargo se
encontraban dos estatuas mas, una seria enviada a Francia y otra estaría en el
Mausoleo del General en el cementerio Central[57]. El evento de inauguración se realizo en
sábado en la mañana, pues la universidad esta mas “calmada”. Sin embargo días
después un grupo de jóvenes al enterarse del evento entraron a derrocar al
cucuteño por segunda vez[58]. Cristina
Prieto, funcionaria de la Biblioteca, relata como unos pocos encapuchados
entraron en la biblioteca armados, según le conto Lucy Rojas vigilante de turno
en la entrada del edificio[59], Cristina se encontraba en el segundo piso
del Polideportivo, desde donde pudo ver como unos pocos encapuchados sacaban la
escultura, ella advierte que parecía una persona, sin embargo reconoció, con
sus compañeros de trabajo, que se trataba del General Santander. Lo tiraron al
suelo, continua con su relato, y lo apedrearon. Esta vez no fue sacado de la
Universidad como en el 76, sin embargo por las agresiones, la segunda
escultura, quedo gravemente deteriorada. El segundo
destierro no hace sino afirmar el primero, en cuanto a que la imagen de
Santander es incompatible en la Universidad Nacional.
Sin embargo sería
un error pensar que la agresión a la escultura de Santander representa en su
totalidad los pensamientos de la gente sobre este símbolo. Como lo advertía Cristina,
la escultura fue sacada por hombres armados, lo cual nos remite a una minoría
dentro del campus, que son aquellos grupos conocidos como “capuchos”
organizaciones “políticas” dentro de la misma universidad, a los que el
periodista Raúl Alejandro Martínez cataloga pertinentemente así:
“Entre radicales de la Nacional hay
diferentes corrientes ideológicas. Están los camilistas (seguidores del Che
Guevara y la guerrilla del ELN), los maoístas (admiradores de la revolución
popular china y la guerrilla peruana de Sendero Luminoso), los de pensamiento
bolivariano (afín esa rara mezcla de marxismo-leninismo y admiración por
Bolívar, que caracteriza a las Farc y al chavismo)”.[60]
Lo anterior nos
lleva a preguntarnos cómo funcionan los disturbios en la Universidad.
Protesta, disturbios y masas
El día jueves 12
de Noviembre Bogotá amanecía aun en medio del caos que había dejado el día
anterior un terrible aguacero, este había evidenciado la fragilidad del sistema
de transporte masivo Transmilenio, lo que había generado varias protestas de
usuarios contra este servicio[61].
Ese día hacia el medio día un grupo de estudiantes ¡no encapuchados! Salió con pupitres en mano para protestar frente a
la entrada de la avenida 30, estos estudiantes gritaban arengas pidiendo una
tarifa preferencial para los estudiantes de la ciudad, además de gritar vítores
a la universidad y al estudiantado. Todas a mi parecer reclamaciones validas.
Haciendo la salvedad que este grupo de estudiantes no pertenecía a una
organización política o subversiva (aparentemente). El autor de este escrito se
encontraba presente, no de manera activa. En este tipo de protestas se hacía
notable como uno o dos líderes guiaban y organizaban la protesta, en este caso
dichos líderes hacían una señal a la cual el resto de la gente respondía según
lo indicado. Se desplazaban sobre la avenida Crr. 30 para bloquear el tráfico y
luego se replegaban para después volver a detener los vehículos en intervalos
de unos cinco a tres minutos. Mientras tanto en la “Plaza Che” un grupo de
“capuchos” de la organización Movimiento Bolivariano hacían formación en el
cetro de la plaza, llamando la atención con papas explosivas, al parecer conmemoraban
el decimo aniversario de fundación de dicho “movimiento”. Este segundo hecho
termino por opacar la primera protesta que tenía unas premisas validas y serias,
esto nos muestra la dicotomía existente en la Universidad en cuanto que uno es
el movimiento estudiantil y otro las organizaciones políticas, factor que se
debe considerar relevante en este escrito.
Lo anterior nos
interroga sobre los disturbios en la universidad. Para mi estos nacen de planes
hechos premeditadamente y no son manifestaciones espontaneas, como relataba Cristina,
los días anteriores a cualquier disturbio los “encapuchados” les advertían
“mañana va a ver pedrea, vénganse con tenis”[62],
Según la tesis de Diana Amórtegui, la violencia en la universidad no se debe a
hechos aislados sino a conmemoraciones[63].
Según Amórtegui, además los violentos se respaldan en la idea de que ellos
reaccionan un hecho violento contra ellos lo cual genera una responsabilidad
disminuida[64],
En 1976 tenemos una conmemoración y en 1990 una reacción a un hecho
supuestamente ofensivo (la inauguración de la nueva estatua y la presencia del
Presidente Barco), Esta violencia corresponde a un nivel alto de
desinstitucionalización y a entornos culturales violentos[65].
Estos actos tiene unos objetivos por subsanar dentro de la sicología de quienes
en ella participan ya que el actuar en los disturbios aumentan la autoestima y
estimulan cierta liberación de preceptos sociales debido a que generalmente se actúa
en masa. Así mismo los que no participan en los disturbios, sino que tienen el
papel de observadores, incrementan la posibilidad que quienes actúan se “exhiban”
más, aunque Amórtegui advierte que una vez escalado el conflicto los testigos
disminuyen.
“La gran mayoría de los estudiantes no comparten esta
manera de protestar. Para ellos proponer y deliberar no significa tirar
piedra.”[66] Afirma Martínez, y en gran medida es cierto, y lo
respalda la tesis de Amórtegui[67], se podría decir incluso que el movimiento estudiantil
no representa al estudiantado, más aun; los grupos políticos MB, TNT, etc. no
representan la población total de la Universidad ni mucho menos el pensamiento
de la misma. Gran parte de estos disturbios son generados por la masa en la
cual se pierde la individualidad, se actúa en grupo, lo cual genera cierto
grado de irresponsabilidad, que se cubre en el hecho que se actúa con un gran
número de personas[68].
Para
concluir habría de afirmar que, de acuerdo con Amórtegui, el movimiento
estudiantil presenta una incapacidad para mostrar la verdadera cara de los
estudiantes[69]. Esta incapacidad para hacerse valer por
medios democráticos en los que participen todos los estudiantes, en los cuales
el conjunto de pensamientos y divergencias intelectuales converjan hace que algunos
usen la violencia como expresión de su supuesto poderío en la Universidad,
poderío que pretenden mostrar con lo que se podría asimilar como una guerra de símbolos,
guerra en la cual Bolívar, el Che, Camilo Torres, los miembros de las FARC o el
ELN, se reúnen bajo la categoría de revolucionarios, categoría de la cual
Santander fue excluido, y por lo tanto derrocado.
Los últimos días de Santander en la UN
La
escultura de Santander paso sus últimos días un depósito del Museo de Arte de
la Facultad de Artes, allí a la intemperie estuvo desde el 90, solo hasta que
el profesor Posada diera por advertido el descuido en que estaba la obra, sin
nombrar las obras de Pizano que en las mismas o peores condiciones se
encontraban. Antes ya había estado en el
edificio de Diseño Grafico, e incluso había podido convertirse en
chatarra. Tal vez ese era el destino de
casi todas las obras de patrimonio cultural que perdidas en la Universidad
andaban esperando su triste final.
En un último
adiós de la escultura a la Plaza, el profesor Posada, la llevo el día sábado 18
de febrero de 2008: Se “lideró un evento simbólico que
buscó despertar conciencia entre la comunidad educativa sobre la recuperación,
restauración y conservación de los bienes muebles de la Universidad Nacional de
Colombia”[70]
Así se dispuso la escultura en el sitio exacto en el que se encontraba cuando
Rother le diseño el pedestal. Se tomaron unas fotos y Santander se despidió de
su Plaza, dicho “evento simbólico” de efectuó un día sábado.
La
Universidad en el 2007 inicia un proyecto de inversión con él buscaba rescatar
el patrimonio cultural reunido en la historia de la institución. Una vez
fundado el SPM (Sistema Patrimonio Cultural y Museos), la escultura es
rescatada de su negro destino y llevada al Claustro de San Agustín, sede del
Sistema. Allí es sometida a un proceso de restauración, a cargo de Ángela Erazo[71], conservadora de la Universidad Externado,
quien afirma:
“En cuanto a su estado de
conservación, la obra se encuentra alterada estructuralmente, ya que presenta
varias fracturas de diámetro considerable, así como un gran faltante en la
cabeza del personaje. […] Este tipo de deterioros ponen en riesgo la
estabilidad y permanencia de la obra, así como la garantía de permanencia en el
tiempo de los valores en ella contenidos”[72]
La pieza estuvo
en exhibición por un tiempo, y ahora fue desplazada por un Maguare amazónico,
su lugar es el deshonroso rincón de la ya mencionada Reserva Visitable del
Claustro de San Agustín.
En líneas
generales, se podría resumir lo que simbolizó Santander para la izquierda
colombiana en las palabras de Antonio Morales, conocido periodista del Polo Democrático
Alternativo:
“'El hombre de las
leyes' ¿en un país en el cual se hicieron y se hacen las leyes para que no
perduren? Si Santander estuviera vivo votaría por Noemí Sanín y sería más
neoliberal que Mockus […] Pero en realidad, además de la marrulla, la puñalada
trapera y las leguleyadas, lo que queda de Santander es una escuela para tombos,
una estatua medio decapitada en el museo de la Universidad Nacional (en 1976 lo tumbamos para poner al Che
Guevara en la plaza) y un devaluado billete de dos mil pesos. Y ya es
mucho...”[73]
Experimento, regresa el fantasma de Santander
El día
19 de Noviembre se realizo un “experimento” en el cual se buscaba observar como
la comunidad universitaria interactuaba con la escultura de Santander, más que
como escultura como símbolo.
La
nueva escultura constaba de una columna de 2 metros de alto por 30 centímetros
de ancho y 30 de profundidad, sobre la cual se plasmo la imagen de la escultura
de Pinto Maldonado, sin embargo se altero y se uso la técnica de stencil en la cual se contrastan las
luces y sombras hasta el nivel máximo de modo que la figura se reduzca a un
monocromo. Se decidió el stencil por ser esta la técnica con la cual los símbolos
más emblemáticos de la universidad son representados en los muros de la misa,
como es el ejemplo del ya citado Che en el muro del Auditorio.
La
columna se situó en el sitio en que estaba la primer escultura de 1940. A las
2pm del día viernes. Se eligió este día ya que al contrario de lo hecho por
Posada en 2008 (Posada elige un sábado a fin de que la Plaza este lo más vacía
posible) es el día en que más gente concurre a la plaza, ya que el objetivo era
observar a la gente con la imagen de Santander.
Las percepciones y predicciones sobre lo que podría pasar con la
imagen fueron completamente desafiadas pues a lo largo de la tarde e incluso la
noche (7pm) esta permaneció inmaculada en el sitio en que se dispuso. Solo una
vez se movió del sitio; a las 3:51pm dos estudiantes la derriban sin culpa
alguna y la vuelven a colocar donde estaba. A las 4: 26pm dos individuos se
acercan la miran despectivamente, escudriñan alrededor intentado divisar a
quienes colocaron el objeto y luego se retiran.
Esos
fueron los hechos más resaltables de la tarde. Hacia las 8 de la noche la caluma
con la imagen del Hombre de las Leyes se retira de la plaza.
Según
Mead los actos que se desencadenan a partir de la Interacción Simbólica
dependen en gran medida de los conceptos que ya residen en los individuos,
según esto el resultado de intentar observar una Interacción Simbólica fue que
no hubo Interacción Simbólica. ¿Y eso que significa? Significa, según mi
parecer, que los conceptos según los cuales se categoriza a Santander como
enemigo de ciertas concepciones políticas no residen el general de los
estudiantes, o que bien la gran mayoría no conocen la historia de las
esculturas de Pinto Maldonado.
El
común denominador de os transeúntes (que pasaban en un promedio de 30 por
minuto cerca a la columna) era de completa indiferencia. Algunos, muy pocos, la
observaban y luego continuaban su camino, y un muy mínimo numero de gente (dos
o tres) alteraron su camino para acercarse a la imagen y observar de que se
trataba. Esto nos llevaría a pensar que tal vez la actual comunidad
universitaria poco advierte de la gran cantidad de símbolos que pueblan las paredes
del campus.
Lo
que se esperaba era observar como algún grupo de encapuchados reaccionaban
contra la imagen, sin embargo ninguno de estos grupos hizo presencia en la
plaza, si la imagen hubiese estado mucho más tiempo (días tal vez) es posible
que dichos grupos hubieran reaccionado, lo cual comprueba que sus acciones no
son espontanean sino planeadas o en reacción a otro hecho, como lo afirmaba Amórtegui.
Sin embargo, pese a la gran confluencia de gente, la presencia de bebidas alcohólicas
y otras sustancias, la imagen del General Santander paso una tarde y algo de la
noche completamente inadvertida.
Conclusión
“El
postulado metodológico fundamental de la escuela de Blumer (Se refiere al
Interaccionismo Simbólico que Blumer desarrolla a partir de los planteamientos
de Mead en la Escuela de Chicago) es que, si bien el individuo es un ser social
y el espíritu un producto de la sociedad, es imposible explicar su
comportamiento a partir de las solas normas y roles socialmente definidos. Mas
bien, cada individuo interpreta y construye cognitivamente el mundo en torno y
actúa en consecuencia con la definición que da de una determinada situación”[74]
Los
preconceptos que se tenían ante el “experimento” antes descrito demuestran como
es común caer en el error de interpretar la Interacción Simbólica según los
preceptos propios del investigador y no según los de la gente que interactúa
con dichos objetos simbólicos. Lo cual nos lleva a pensar en la conclusión
pensada a partir de una dicotomía de pensamiento al interior de la Universidad
Nacional, ya que uno es el pensamiento y la interpretación que los estudiantes
del común le dan a la figura de Santander, la cual tiende a ser indiferente o
por lo menos no violenta como se esperaría lo cual me lleva a concluir que la
gente del común de la universidad no participa en la guerra de símbolos en las
cuales si se adscriben los grupos políticos de ideología izquierdista revolucionaria
(conocidos como “capuchos”) grupos que complementan la dicotomía plantada,
estos en el caso en que hubieran hecho presencia en la plaza si habrían “interactuado”
con la figura de Santander, como lo ha hecho en varias ocasiones[75],
ya que para estos grupos la imagen de Santander representa una agresión pues el
Hombre de las Leyes, independientemente de lo que haya sido en vida, se ha
construido en vida ha sido transformado a través de la historia política,
social e intelectual de Colombia en el símbolo de las oligarquías liberales y
neoliberales, en esta transformación se parte desde los conflictos entre este y
el Libertador los cuales fueron ahondados por sus seguidores e
institucionalizados a partir de las filiaciones partidistas. Santander ha sido
construido como el enemigo de Bolívar, Sin embargo el giro interesante está en
que Bolívar representaba el conservatismo a comienzos del siglo XX y solo con la
consagración de los movimientos revolucionarios militares representados por la Revolución
Cubana en la segunda mitad del siglo el Libertador pasa a la izquierda. Tal vez
de una manera inocente Pinto Maldonado vistió a su Santander de civil, o tal
vez este era el ideario de los liberales del corte de Eduardo Santos que se
querían alejar todo lo posible de las guerras civiles del siglo XIX y del conflicto
de inicios de siglo XX. La representación del Che Guevara, que remplaza en la
toponimia y en lo representativo a Santander, simboliza a un militante de la
revolución, no a un abogado vestido de civil y su aferrado espíritu legalista
que tan contradictorio resulto a Bolívar y a los colombianos.
Reflexiones
cabria hacerse sobre como independientemente de lo simbólico de los objetos son
tratados en la universidad, si estos merecen respeto y cuidado por ser
patrimonio histórico material de la institución o si por el contrario es
indispensable e inevitable que la gente se apropie de dichas representaciones e
interactué con ellas. Sin embargo valdría la pena preguntarnos ¿El estado
actual del campus y de su patrimonio mueble e inmueble es la apropiación de
todos los estudiantes o de unos pocos? ¿Es negligencia del sector
administrativo o falta de apropiación por parte de los estudiantes? El exilio
de Santander solo es el indicio de todo lo que puede despertar una simple
estatua de bronce.
[1] Úriz Pemán, María Jesús. Personalidad, Socialización y comunicación, El Pensamiento de George Herbert Mead. Libertarias Prodhufi. S.A. España 1993. p. 75.
[2] Ibíd. p. 54.
[3] Schmitt, Carl. El concepto de lo político. 1932. Traducción: Rafael Agapito. Alianza, Madrid, 1998. p.56.
[4] Ibíd., cit. p. 57.
[5] Posada, Oscar. Santander en la Escultura de Pinto Maldonado. Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Artes. 2008. p.34.
[6] Profesor adscrito a la Facultad de Artes, en la Escuela de Diseño Industrial de la Universidad Nacional de Colombia.
[7] Citado en Posada. Op, cit p. 94.
[8] Para información detallada sobre la historia de la planta física del campus véase: Amorocho, Luz. Planta Física 1867 – 1982. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. 1982.
[9] Citado por Posada. Op, cit. p.36. Descripción correspondiente a la Plaza original de los años 30 y 40.
[10] Posada. Op, cit p. 23.
[11] Ibíd.
[12] Vanegas Carrasco, Carolina. Bogotá: reflexiones sobre arte público. En: Ensayo Critico Histórico Teórico o Crítico sobre el campo del arte colombiano 2006. Alcaldía Mayor de Bogotá. Secretaria de Cultura y Turismo, Bogotá. 2006. p.95.
[13] Ibíd. p.96.
[14] Posada. Op, cit. p. 21.
[15] Ibíd.
[16] El Espectador, 10 de Junio de 2005. En web: http://www.colarte.com/recuentos/P/PintoLuis/critica.htm. Consultado: 9-11-2010.
[17] Vanegas. Op, cit. p.101.
[18] Ibíd. p. 102.
[19] Gonzales, Fernán E. Para leer política, ensayos de la historia política colombiana. Cinep. Bogotá. 1997. p.235.
[20] Safford, Frank y Palacios, Marco. Colombia, país fragmentado sociedad dividida. Editorial Norma. 2002. p.233.
[21] González. Op, cit. p.236.
[22] Ibíd. p.245.
[23] Safford y Palacios. Op, cit p.252.
[24] Ibíd. p.233.
[25]Bushnell, David. Ensayos de historia política de Colombia siglos XIX y XX. La Carreta Histórica. Medellín – Colombia. 2006. pp. 19-21
[26] Bushnell, David. El Régimen de Santander en la Gran Colombia. 1954. Traducción: Jorge Orlando Melo el Ancora Editores. Bogotá, 1985. p.94.
[27] Véase: Semana. Lo más polémico del debate emitido por CitiTV. Abril 28 de 2010. Disponible en web: http://www.semana.com/noticias-elecciones-2010/polemico-del-debate-emitido-citytv/138182.aspx Consultado: 10 - 11 – 2010.
[28] Uribe-Urran, Víctor. Vidas honorables, abogados, familia y política en Colombia 1780 – 1850. Fondo Editorial EAFIT, Banco de la Republica. 2008. p. 250.
[29] Ibíd. p.246.
[30] Safford y Palacios. Op, cit. p.442.
[31] Véase Bushnell. El Régimen de Santander… pp. 224-237.
[32] Bushnell. Op, cit. Ensayos de Historia… p. 19.
[33] Ibíd. p. 14.
[34] Safford y Palacios. Op, cit.
[35] Ayala Diago, Cesar A. Gilberto Alzate Avendaño, el porvenir del pasado. Universidad Nacional de Colombia Facultad de Ciencias Humanas. Bogotá 2007. pp. 56-58.
[36] Bushnell. Op, cit. Ensayos de Historia… p. 15.
[37] Ibid. P. 25.
[38] Ibíd. P. 26.
[39] Revista Semana. Para construir futuro hay que mirar al pasado. Junio 10 de 2006. Disponible en web: http://www.semana.com/noticias-enfoque/para-construir-futuro-mirar-pasado/21668.aspx Consultado: 10 - 11 – 2010.
[40] Schmitt. Op, cit. p.67.
[41]Arnold M. Rose. Citada por: Ibáñez García, Tomas. Introducción a la sicología social. Editorial UOC, Barcelona. 2004. p. 79.
[42] El Tiempo. Octubre 8 de 1976. p. 1.
[43] El Tiempo. Octubre 9 de 1976. P. 1.
[44] Posada. Op, cit. p.42.
[45] El Colombiano. 9 de Octubre de 1976. p.6. El periódico conservador además rescata los desordenes presentados también en la Universidad de Antioquia.
[46] La relación de Santander con Estados Unidos también es causa de conflicto, según Bushnell, Bolívar no era participe de relaciones muy cercanas con los Estados Unidos, por el contrario Santander invito al país del norte a participar en el Congreso de Panamá, deformando las ideas de Bolívar sobre la integración hispanoamericana, Lievano Aguirre hace otro tanto para poner a Santander como adalid de las políticas de integración de Estados Unidos. Bushnell. Op, cit. p. 23.
[47] El Tiempo. Octubre 9 de 1976. p. 6-A.
[48] Posada. Op, cit. p. 42.
[49] La Revista Contexto UN aclara que Mariana Yunari Camacho, estudiantes de Ciencias Políticas, y Mario Fernando Rojas, de antropología, lideraron estas protestas y disturbios, Revista Contexto UN. No 10 de 2006. Citada por Posada. Op, cit. p. 98. Para el presente trabajo se intento hacer contacto con Mariana Yunari Camacho, pero fue infructuoso.
[50] El Espectador. Octubre 17 de 1976. Citado por Posada. Op, cit. p. 97.
[51] El Tiempo. Octubre 19 de 1976.
[52] “Incendian 3 carros en U.N.” El Tiempo. Octubre 14 de 1976. p. 7-C.
[53] El Tiempo. Octubre 17 de 1976. p.6-A.
[54] El Tiempo. Octubre 19 de 1976. p.1.
[55] El Tiempo. Agosto 5 de 1990. Disponible en web: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-73562. Consultado: 4-11-2010.
[56] Escultura fundida a partir del molde de yeso original de Pinto Maldonado de la en la Plaza Santander de la UN, fue encargada por el liberal Germán Arciniega como embajador en Italia en 1960.
[57] Posada. Op, cit. p. 67.
[58] Ibíd. p. 70.
[59] Entrevista realizada el día octubre 16 de 2010, en las instalaciones de la Biblioteca Central. Los nombres originales se han remplazado por seudónimos.
[60] Martínez, Raúl Alejandro. Al fondo del tropel en la Nacional. En: Revista Semana... Lunes 14 de Julio de 2008. Disponible en web: http://www.semana.com/noticias-on-line/fondo-del-tropel-nacional/113468.aspx. Consultado: 12-10-2010.
[61] El Tiempo. 10 de noviembre de 2010. En lo que va corrido del año van 206 bloqueos a transmilenio. Disponible en web: http://www.eltiempo.com/colombia/bogota/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-8332982.html Consultado: 18-10-2010.
[62] Entrevista ya citada.
[63] Amortegui, Diana Alexandra. Disturbios estudiantiles en la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. Tesis de Grado. 2002.
[64] Ibíd. p.15.
[65] Ibíd.
[66] Martínez. Op, cit.
[67] Amórtegui. Op, cit o, 70.
[68] Ibíd. p. 13.
[69] Ibíd. p. 18.
[70] Posada. Op, cit. pp. 80 - 81.
[71] Nueva Pieza Invitada en el Claustro de San Agustín. Sistema de patrimonio y museos. Disponible en web: http://www.museos.unal.edu.co. Consultado: 9-10-2010.
[72] Ibíd.
[73] Morales Riveira, Antonio. Que hubiera pasado si… el Libertador hubiera sido Santander. Revista Soho. Octubre 2010. Disponible en web: http://www.soho.com.co/wf_InfoArticulo.aspx?idArt=11867. Consultado: 10 – 11 – 2010. Las negrillas no son del autor citado.
[74] Carabaña, Julio y Espinosa, Emilio Lamo de. La teoría social del interaccionismo simbólico: análisis y valoración crítica. En: Revista Reis. p. 172
[75] A parte de las ya citadas (1976, 1990) véase: Documental Mas luces que sombras. Disponible en web: http://www.prismatv.unal.edu.co/?tx_ttnews[tt_news]=565&no_cache=1. Consulado: 19-11-2010.
Bibliografía
v Amorocho, Luz. Planta Física 1867 – 1982.
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v Amórtegui, Diana Alexandra. Disturbios
estudiantiles en la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. Tesis de
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Ciencias Humanas. Bogotá. 2007.
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sobre el campo del arte colombiano 2006. Alcaldía Mayor de Bogotá. Secretaria
de Cultura y Turismo, Bogotá. 2006. p.95.
Prensa:
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Espectador, El Colombiano, Revista Semana, Revista Soho.
Páginas
web:
Canal de televisión Universidad Nacional
de Colombia http://www.prismatv.unal.edu.co/