Por: Carlos A. Rojas - David Cascavita - Guillermo Prieto- Ferney Quintero - Manuel Quintero
Introducción.
La idea de Estado-Nación nunca ha dejado de ser un asunto discutible y bastante relativo, sobre todo en lo que refiere a la construcción de dicho concepto y a su aplicación en los países latinoamericanos después de 1810, ya que debido al inmenso hueco de poder dejado por la Corona, los dirigentes se vieron enfrentados al problema de la organización del pueblo, el poder, la economía etc. Todo encerrado en un territorio concepto de ambivalente y poco definido en
El problema que plantea la pregunta será analizado desde dos perspectivas nacionales: Colombia y Argentina; atendiendo a las diferencias y puntos de contacto entre sus procesos.
Marco Teórico
Lo que generalmente se conoce como cartografía es una visión arbitraria entre arte y ciencia presente en el momento de analizar e interpretar relaciones geográficas planteadas en mapas o textos cartográficos de un determinado territorio. Esto sugiere la ruptura de vínculos entre la realidad objetiva y la relativa representación de la realidad que ha dominado el pensamiento cartográfico desde antes de la ilustración.
J. B. Harley sugiere una alternativa epistemológica en la que se demuestra que incluso mapas científicos son producto no sólo de "normas del orden de la geometría y la razón, sino también de normas y valores del orden concerniente a la tradición social"[1]. En efecto, vemos que las normas científicas de los mapas como procedimientos técnicos y su contenido topográfico son en ocasiones influenciadas por otro conjunto de reglas relacionadas con problemas étnicos, políticos, religiosos y sociales, que están sumergidos e incluso ocultas en la producción de mapas en general.
Vemos pues que es común la jerarquización del espacio no como un acto consiente de la representación cartográfica, sino como garantía en una sociedad que encarnaba una sistemática inequidad social, en las que distinciones de clase y poder eran legitimadas dentro de los mapas por significar señales cartográficas que mostraban al más poderoso y prominente. Así pues, quienes tenían fuerza económica en el mundo fueron añadidos al mapa también con fuerza. Usando todos los trucos de la tradicional cartografía, tamaño del símbolo, grosor de las líneas, altura de los rótulos, sombreado y eventualmente la adición de color. En consecuencia los mapas llegaron a ser mecanismos tanto para la definición y mantenimiento de las relaciones sociales, como para el fortalecimiento de valores de carácter igualmente social.[2] Ningún mapa escapa de una dimensión intertextual que al ser estudiada supone la intervención de su propia retorica, selección, omisión, simplificación, clasificación de detalles, la creación de jerarquías y la simbolización. “Cuyas intenciones son proporcionales a sus aplicaciones, siendo éstas proposiciones humanas subjetivas”[3], debido precisamente a la condición social y política por la que se atraviesa al momento de su elaboración.
El mapa nunca es una realidad entera; así que contribuye a la creación de una realidad diferente que responde a formas específicas de poder y autoridad, cuyas líneas una vez alojadas en el ambiente público adquieren una autoridad que puede ser difícil de remover. “Los mapas son imágenes autoritarias. Sin que seamos conscientes de ello los mapas pueden reforzar y legitimar el status quo. A veces siendo agentes de cambio, pueden llegar a ser documentos conservadores. Pero en otros casos el mapa nunca es neutral. Donde parece ser neutral es la retórica astuta de neutralidad que está tratando de persuadirnos”.[4]
Estado-Nación
La nación que pretende describir el mapa se podría definir como una “comunidad política imaginada como inherentemente limitada y soberana” [5]. Imaginada, porque aunque los habitantes no se conozcan todos, existe una idea de comunión; es limitada, porque establece unos limites fronterizos, que aunque son elásticos, en el sentido que se recogen o expanden, dejan espacio para otras naciones, para ese “otro”; es soberana, porque surge en un contexto en el que la dinastía monástica estaba siendo deslegitimada por la ilustración y la Revolución Francesa; y es comunidad, porque sin importar las diferencias sociales que puedan existir, todos los miembros se consideran iguales, en una relación de horizontalidad, en donde reina la fraternidad.
Para Gellner, la nación, tiene un aspecto cultural que Anderson no profundiza, puesto que para ser nación se requiere compartir la misma cultura, entendiendo cultura como un sistema de ideas, signos, y significados; sumado a su reconocimiento por parte de los miembros de la comunidad.[6] Tomando las definiciones de Anderson y Gellner, y relacionándolas con el Estado, se puede afirmar que la nación no precisa tener Estado, ya que sus límites y soberanía dependerían de la aceptación de la comunidad. Pero, la unión Estado-Nación, llega a ser necesaria, debido a que dentro de un Estado pueden existir varias “naciones”, o los límites de dichas “naciones” superen la del Estado, e incluyan otros. Desarrollando una complementariedad entre ambos.
De allí el importante papel de la geografía, Yves Lacoste, señala que el saber geográfico, no solo es un arma de guerra, para conocer el territorio y atacar al enemigo, sino que también es un arma para ejercer control sobre quienes habitan dicho territorio[7]. La enseñanza de la geografía en las escuelas tiene su origen a finales del siglo XIX, y pese a lo caricaturesco que parezca repetir mapas, aprenderse las capitales, ríos, etc. esto tiene incidencia en las personas, tanto de carácter político como cognoscitivo[8], ya que implica una forma de apropiarse del espacio.
Esta aceptación de la nación[9], tiene rasgos de carácter geográfico, pero que en la realidad resulta siendo un hecho geográfico, es decir, la delimitación del territorio era una característica de la nación, pero se formula como algo propio del territorio; en palabras de Yves:
“...naturalizar físicamente los fundamentos de la ideología nacional, sumergirlos en la corteza terrestre; paralelamente, la enseñanza de la historia ha tenido por función resaltar las dichas y desdichas de la patria.”[10]
No obstante, dichas ideas chocaron con aspectos topográficos, afectado los proyectos de nación, un ejemplo de ello es la relación de los limites administrativos, que en ocasiones no coinciden con aquellos que establecen las comunidades; lo que se demuestra con el termino umbral, que según Olivier Dollfus[11], puede ser entendido como el pasillo de una casa, y según la relación y dependencia de cada punto, el umbral será fuerte o descontinuó, tal aspecto se evidencia en varias parte del continente americano, en el cual los umbrales están muy determinados por la difícil topografía, complicando las rutas de comunicación, es decir, se pierde mucho tiempo y dinero en viajes de distancias geográficamente cortas. En el caso neogranadino, se evidencia con la región sur-occidental, la cual, tenia un umbral muy descontinuó con el centro (Bogotá), pero en cambio tenia mucha familiaridad con el Ecuador, ante lo cual la división resulta injusta, pero a través de la imagen de un mapa se justifica, que pese a todo, el centro importante es Bogota, sin importar lo lejos que quede, y lo diferente que sea. De allí la importancia de abordar el termino de territorialidad, y su relación con el termino nación
Territorialidad y Nacionalidad
Sin embargo también es necesario definir el concepto de territorialidad que como ya se digo, no deja de ser ambiguo y ambivalente.
La real academia de la lengua define territorialidad como: “Consideración especial en que se toman las cosas en cuanto están dentro del territorio de un Estado.”[12], en efecto es lo que busca la población criolla Colombiana o Argentina a partir de la limitación de su territorio; para esto no se debe obviar la herencia colonial, tras haber hecho parte del imperio español y a pesar de haber estado sometido a ciertas divisiones como virreinatos, capitanías y audiencias que respondían más a un ámbito político que territorial, lo que obstaculizó el establecimiento de verdaderos límites entre cada una de estas figuras administrativas y una eventual condición fronteriza de los nuevos Estados.
Estos Estados estaban organizados a partir de la independencia en Instituciones dominadas por criollos, cuyo “proceso de formación del estado nacional (…) comenzó con el concepto de la nación cívica o de la nación de ciudadanos”[13], dado esto necesitaban delimitar ese territorio para así ser identificados como miembros de una nación, escogiendo los limites coloniales como fronteras de un territorio ahora considerado propio.
A mitad de siglo
Tal como lo expresa Lucia Duque, es con el aparecer de los mapas que las naciones toman una conciencia de la imagen nacional y de lo propio, de lo que dominamos, esto desde la visión del Estado y su institucionalidad, y es lo que permite desarrollar esa nacionalidad, que crea una nación como lo dice Rodrigo Núñez “Después de la formación de Estados, las sociedades latinoamericanas emprendieron el difícil camino de transformarse en naciones y de construir naciones e identidades nacionales por medio de imaginarios basados en otros símbolos distintos al de ciudadanía”[15] estos otros símbolos pueden ser los cartográficos pues presentan un territorio con el cual poder identificarse.
Veamos dos casos específicos de la construcción de Estado Nación y la construcción cartográfica:
Argentina.
No cabe duda que la cuestión del poder, anclada a las diversas representaciones y símbolos que ésta implica, se encuentra presente en el largo proceso de construcciones geográficas y cartográficas del territorio Argentino. Los mapas elaborados desde siglo XIX, para lo que vagamente se constituía como
Como asegura la autora Carla Lois, “los mapas oficiales de
Las políticas territoriales e institucionales orientadas a definir y consolidar el territorio nacional, constituyen aquí el elemento de mayor interés. Para analizar este componente político y social hemos optado por un caso particular; nos fijaremos en el atlas de
La escogencia de este mapa se justifica por dos motivos. En el momento de su publicación las guerras por el territorio contra los indígenas del Chaco y
Debido a que ni el mapa, ni el periodo que hemos decido trabajar corresponden en esencia con el de la formación de las primeras ciudades, provincias y estados en Argentina, es necesario definir nuestra postura frente a la construcción histórica del estado-nación argentino con respecto a su desarrollo cartográfico. Si bien se trata de un proceso lento e incompleto en el que las condiciones varían de acuerdo a los intereses y a los esfuerzos de las elites políticas, civiles y económicas asentadas en el poder; la formación del estado y la nación Argentina puede analizarse en etapas diferentes y específicas, que sin embargo, se encuentran articuladas e intercomunicadas. En ese sentido, las últimas décadas del siglo XIX muestran un punto álgido y circunstancial en este proceso; esto lo demuestra el hecho que la cuestionada y deteriorada producción cartográfica anterior a este período no sólo no estaba anclada por completa a un sistema estatal y legislativo que impulsara su reconocimiento público y legal, sino que tampoco se preocupaba con gran interés en aspectos que luego de 1880 serían claves en la construcción oficial de un mapa, y en el fortalecimiento de los intereses territoriales promovidos por la élites argentinas. Estos aspectos claves pueden sintetizarse en los siguientes elementos: el establecimiento de los límites fronterizos con los países vecinos; la representación de las campañas militares y la colonización en los territorios indígenas del interior; y la preocupación por una producción cartográfica “científica”.
La presencia del poder y sus efectos en el mapa general de
La búsqueda de un mapa funcional a las políticas territoriales surgidas alrededor de las coyunturas políticas, económicas y sociales que emergieron fuertemente en 1880, se materializó en un control estricto y jurídico de las nuevas representaciones espaciales: la negación del derecho a la propiedad de la comunidades indígenas debía anclarse en la cartografía oficial a una promoción de lo alegórico y lo heroico de las campañas militares de
Las imágenes territoriales que permearon los múltiples discursos y retóricas del poder, demuestran con varios matices los intereses de formar la nación y fortalecer el estado. Esto lo demuestra de alguna manera el hecho de que en las campañas militares del Chaco no sólo se buscaba establecer los límites internacionales y eliminar las "fronteras interiores", sino que también se apuntaba a “construir y socializar imágenes oficiales y estandarizadas del territorio nacional, de manera tal que fuera posible la construcción de referentes patrióticos que actuaran como aglutinadores y como diferenciadores”[23]. En efecto, se trataba de un conjunto de operaciones orientadas a afirmar la territorialidad estatal sobre un área dominada por minorías étnicas[24]. Así, la representación de los territorios del Chaco y
Colombia
La creación de un mapa del Estado siempre inquieto a los intelectuales, estos se basaron en las divisiones planteadas desde la Colonia[25], como lo reflejan las constituciones[26]. Uno de estos intelectuales será Caldas quien ve en la cartografía una herramienta política más que una descripción[27] e intenta ceñirse lo más posible a las corrientes ilustradas para hacer mapas precisos. mostrando intereses organizativos para que todo cumpla un papel específico[28].
Caldas es encargado del Atlas para Jorge Tadeo Lozano. Este Atlas refleja un proyecto nacional claro. Primero sitúa el territorio en el globo, dándole un lugar en la geopolítica mundial, con medidas que pretenden la exactitud y la objetividad, como lo apunta Harley el mapa se convierte en retorica de poder[29]. No es fortuito el hecho de cambiar el meridiano cero, antes situado en el Observatorio de Cádiz (para el mundo hispánico), ahora pasa a
Como sabemos el proyecto de Estado-Nación Colombiano estaría inacabado en el s.XIX. Así mismo el mapa de dicho Estado estaría en constante cambio, hasta poco menos de dos décadas. Uno de los problemas que mayor conflicto causo entre las elites fue definir la frontera con Venezuela después de 1830 solo con el argumento de la división colonial. Sin embargo los mapas imaginados por las elites fueron plasmados, indiferentemente si los problemas fronterizos ya hubiesen sido arreglados[31]. Estos mapas eran llevados a Europa[32] para hacer patria, sin importar su realidad social o política.
Para entender el manejo de los mapas desde arriba contemplemos un mapa, de la primera etapa del Estado en construcción.
José Manuel Restrepo, historiador civilista alumno de Mutis y de Caldas, quienes le enseñaron diferentes ramas de conocimiento que utilizo en el bien de la apropiación del territorio Antioqueño, como la creación del primer mapa de la región y de envió de estudios botánicos a Mutis[33], convirtiéndose en una persona influyente entre los patriotas, fue un miembro activo de los gobiernos de Santander y de Bolívar[34], en 1827 adelantó el libro Historia de
Restrepo se anuncia como Secretario de Interior, así que la voz que habla es
El Atlas, que incluye los mapas departamentales, se presenta como un trabajo riguroso aclarando sus fuentes (Humbolt, Arrowswith, Caldas, entre otros) y sus métodos; Astronomía, matemáticas y viajes de exploración, es descrito como el más exacto en cuanto a la descripción de los departamentos[39], pero acepta algunas falencias: “los limites de Colombia con el Perú aun están inciertos”[40] resolviendo el problema con el eterno retorno a lo colonial. Nombra la ambigüedad de la frontera con Brasil, poco definida por España y Portugal y por lo impenetrable de dichos “desiertos”.
Volvamos al mapa para examinar sus características; sin perder de vista que el mapa no es un documento neutral o sin una finalidad implícita[41]. ¿Qué finalidad tenia? La respuesta podría afirmar que el naciente Estado en desmembración[42], necesitaba este mapa para mostrar un Estado unido y homogéneo, definido y grande en cuanto a su extensión. Veamos algunos aspectos puntuales:
Una característica es la rigurosidad, que se muestra en la falta de ornamentos, la cuadricula y el grado de detalle, este tipo de mapas le apuntan a un realismo simbólico; esta precisión se convierte en el nuevo talismán de autoridad[43]. También podemos reflejos del aspecto social de quienes construyeron el mapa: El territorio “Nacional” aparece encerrado en una línea amarilla gruesa, pero llama la atención al extenderse por sobre la costa oriental de Centroamérica hasta la hoy frontera entre Nicaragua y Honduras ¿Cómo es posible que esa división aparte un pueblo de otro? Saltándose cualquier familiaridad social, arbitrariamente, lo hace; “…el espacio se volvió muy fácilmente un producto socialmente vacio”[44].
Los textos también nos hablan más de lo que sus palabras dicen, tal es el caso del inmenso rotulo “Republica de Colombia” que se extiende desde los limites con Perú, hasta la separatista Venezuela, dando por hecho que esa es
Aunque el límite con Brasil se acepta como mal definido, este se acentúa alineándolo con cadena montañosa (Sierra Paracaina) cimentando un límite ideal. Este límite sureño se extiende hasta el rio Amazonas, obsesión siempre presente en el Proyecto de Estado, incluso hasta en
Por último cabria detallar, omitiendo los muchos más detalles que se podrían nombrar, los sitios de batallas que se resaltan (Pichincha, Chimborazo) advertidas en el prologo del Atlas. Estas son las batallas que más atañen a la situación actual del Estado, pues es donde se está definiendo el proyecto de este ¿Por qué no señalar el Pantano de Vargas o
En líneas generales podemos apreciar en este mapa elaborado por Lanz[46] como se configura un elemento retorico y persuasivo inherente a todos los mapas[47], que a través del lenguaje técnico y en apariencia preciso comunica el proyecto de Estado-Nación que las elites ideaban. Mientras las fronteras se disputaban con la espada, el papel se convierte en otro campo de batalla, que elabora una victoria simboliza omitiendo diferencias sociológicas; como el caso de las costas centroamericanas, o la omisión de las comunidades indígenas para homogenizar la superficie, suavizando límites geográficos que limitan étnica y socialmente. Sin embargo se acentúan los límites que definen el contorno del Estado, dividiendo regiones que si tienen mucho que ver como es el caso del inmenso territorio amazónico. Podríamos definir este mapa como “un ojo mágico a través del cual se pueden percibir las aspiraciones razonables, visionarias e idealistas de una sociedad política”[48]
Conclusión.
La mirada que hemos hecho sobre el desarrollo cartográfico de Argentina y Colombia nos permite evidenciar algunas similitudes y diferencias con respecto a la construcción de los Estado-Nación en América, y a su estrecha relación con las creaciones cartográficas de cada país. La creencia en el progreso y la civilización frente a las representaciones de la realidad, coinciden en ambos casos como las motivaciones centrales en la elaboración de mapas. Sin embargo, pesan sobre este proceder fuerzas de un calibre menos elocuente: ideologías políticas, posturas étnico-sociales, “emblematizaciones” del poder, y abstracciones de ciertas realidades sociales y culturales. En este sentido, tanto la “étnocentricidad” como la centralidad geopolítica afirmada en la cartografía, jugaron un papel preponderante en las representaciones del orden social y los valores de pertenencia territorial pretendidos por las élites gobernantes. Se concluye entonces, que para crear Nación y Estado se debió primero legitimar el poder de quienes estaban al frente de este proyecto, mediante la perpetuación de símbolos, imágenes y discursos territoriales.
Existen también similitudes claras, como el resalto de los límites fronterizos y la necesidad de mostrar un territorio unido y homogéneo ya sea obviando un poco los relieves o el apropio de ciertas zonas del territorio, demostrando ese proyecto de las élites de mostrar los dominios de su clase y de la necesidad de crear ese sentimiento de nacionalidad en unas líneas imaginadas, que definen a los sujetos como miembros de la comunidad, esa búsqueda de la unidad como principal objetivo al representar un territorio no español sino nuestro.
Así el mapa se convierte en un discurso retorico persuasivo, mas que una simple descripción de un terreno como lo pretenden mostrar los cartógrafos, que están influenciados por intereses mas alla que el sentimiento científico ilustrado, sentimiento ilustrado que en medio de su lógica racional busca homogenizar el terreno y cuanto allí contiene deshumanizando y callando las diferencias sociológicas para plantear a través del dibujo de un mapa, el dibujo de una identidad única de una Nacion, que para el siglo en cuestión esta aun en construcción.
Así el papel que cumple el mapa en la construcción es el de convertir los discursos etéreos de Estado-Nación en una imagen definida con convenciones claras para ser leída y con el disfraz de la exactitud científica, una imagen que pretende mostrar un Estado-Nación que aun no existe, pero que se proyecta en las mentes de las elites políticas y proyecto del cual el mapa es testigo.
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[1] Harley, J.B. Decostructing the map, En:
[2] Ibid. p 7 (…we can begin to see how map… become a mechansim “for defining social relationships, sustaining social rules, and strenghthening social values”)
[3] Ibid. p. 11 … their intentions as much as an their applications they signify subjective human purposes…
[4] Ibid. p. 15 … maps are authoritarian images. Without our beign aware of it mpas can reinforced and legitímate th status quo. Somtims agents of change, they can equally become conservative documents. But in either case the map is never neutral. Where it seems to be neutral it is the sly “rethoric of neutrality” that is trying to persuade us.
[5] ANDERSON, BENEDICT. Comunidades imaginadas reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo. Traducción Eduardo L. Suárez. Fondo de Cultura Económica. México 1993. Pág. 23.
[6] Gellner, Ernest. Naciones y nacionalismo. Editorial alianza, Madrid. 1988 Pág. 20.
[7] Lacoste, Yves. La geografía: un arma para la guerra. Editorial Anagrama. Barcelona 1977.
[8] Ibíd. Pág. 18-19.
[9] Que aún, hoy en día persiste en la enseñanza de la geografía en muchas escuelas.
[10] Ibíd. Pág. 41
[11] Dollfus, Oliver. El análisis geográfico. Oikos-tau, S.A. Barcelona. 1978
[12] Diccionario Real Academia de la Lengua Española. Territorialidad, Disponible en web: http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=territorialidad Consultado. 19-05-2010.
[13] Nuñez Rodrigo. Viejos problemas vistos a través de nuevos enfoques y dimensiones en América latina: discurso de estado nacional, ciudadanía e identidades (siglos XIX y XX). En guerra e imaginarios políticos. Colección bicentenario. México 2007
[14]Duque, Lucía. Territorio nacional, cartografía y poder en
[15] Nuñez Rodrigo. Loc, cit.
[16]Lois, Carla. Técnica, Política Y “Deseo Territorial” En La Cartografía Oficial De La Argentina (1852-1941). Scripta Nova, revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Universidad de Barcelona. Vol. X, núm. 218 (52), 1 de agosto de 2006. Consultado:
[17] J. B. Harley. Op, cit. Deconstructing the map.
[18] Lois. Op, cit.
[19] Lois, Carla. La invención de la tradición cartográfica argentina. Revista Litorales. Año 4, n°4, agosto de 2004.
[20] Lois, Carla. Op, cit. Técnica, Política…
[21] Para Carla Lois:el largo proceso de incorporación de los "territorios de los indios del norte" al territorio bajo dominio efectivo del Estado nacional estuvo estigmatizado, en su dimensión material, por políticas de intervención militar sostenidas sistemáticamente con posterioridad a la campaña que, en 1884, consagró al General Benjamín Victorica (ministro de Guerra y marina del General Julio Roca), como el nuevo "Conquistador del Desierto".
[22] Lois, Carla. La invención del desierto chaqueño. Una aproximación a las formas de apropiación simbólica de los territorios del chaco en los tiempos de formación y consolidación del estado nación argentino. Scripta Nova, Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona. Nº 38, 15 de abril de 1999.
[23] Ibid.
[24] Ibid.
[25] Duque, Lucia. El discurso geográfico y cartográfico colombiano sobre los límites entre Nueva Granada y Venezuela (1830-1883). En: Anuario Colombiano de Historia Social y de
[26] Solo para citar algunos ejemplos: Ley Fundamental de 1819: Artículo 2.- “Su territorio será el que comprendían la antigua Capitanía General de Venezuela y el Virreinato del Nuevo Reino de Granada.” Constitución de 1830: Artículo 4.- “El territorio de Colombia comprende las provincias que constituían el Virreinato de
[27] Nieto Olarte, Mauricio.
[28] Ibid. p.27.
[29] Harley, J. B. Hacia la deconstrucción del mapa. 1989. En: La nueva naturaleza de los mapas. Compilación: Paul Laxon. Traducción: Leticia García Cortes. FCE. México. 2001.
[30] Nieto, Op, cit. p.49.
[31] Ver Anexo 1.
[32] Duque. Op, cit. El discurso geográfico… p.134.
[33] Biografía de José Manuel Restrepo. Version online: http://www.lablaa.org/blaavirtual/historia/manres/manres0a.htm Consultado:
[34] Melo, Jorge Orlando. Jose Manuel Restrepo. Version online: http://www.lablaa.org/blaavirtual/biografias/restmanu.htm Consultado:
[35] Restrepo, José Manuel. Historia de
[36] Ver Anexo 2.
[37] Restrepo, Op, cit. p.5.
[38] Ibid. p.5.
[39] Ibid. p.6.
[40] Ibid. p.7
[41] Létourneau, Jocelyn. La caja de herramientas del joven investigador. Traducción: José A. Amaya.
[42] Bolívar luchaba contra los realistas del sur y Páez enunciaba separatismo
[43] Harley, J.B. Mapas, conocimiento y poder, 1988 . En: La nueva naturaleza de los mapas... p.107.
[44] Harley, J. B. Silencios y secretos. En: La nueva naturaleza de los mapas… p.131.
[45] Ibid.
[46] Harley argumenta que los cartógrafos fueron títeres manejados por otras personas, el caso de este mapa es bastante ilustrativo. Harley, J. B. Textos y contextos en la interpretación de los primeros mapas. En: La nueva naturaleza de… p.67.
[47] Harley, J. B. Op, cit. Textos y contextos… p.62.
[48] Létourneau, Jocelyn. Op, cit. p.119.
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