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12 jun 2010

Colombia en el cine silente






Visiones y perspectivas de la sociedad colombiana en el cine argumental de los años 10 y 20.

Por: Carlos A. Rojas (ADG)

Introducción

Intentar mirar hacia atrás en la historia colombiana es un proceso complicado desde cualquier punto de vista, mucho más cuando se intenta ver literalmente y alejándose un poco de las tradicionales fuentes escritas que tanto dominio ejercen en la historiografía. Si bien en algún momento estudiar la historia a través de la imagen fue una novedad, hoy en día es ya es un recurso viejo, pero aun no muy bien desarrollado, por lo menos en Colombia, en especial cuando esta imagen se mueve y se convierte en película. Entendiendo de antemano que una película no es un texto, y que ante ello se debe adaptar la lectura a un nivel diferente que al de una fuente escrita[1].

El objetivo de este escrito es el de dar un vistazo a la historia de Colombia en el cine que produjo, en especial en los años 10 y 20. Buscando ver en algunas películas aspectos de la vida social y política del país, que inevitablemente se reflejan en lo que el país produjo audiovisualmente.

Sobre el cine como fuente

El cine nació dentro del ambiente de la revolución industrial y como instrumento del progresismo científico[2], fue encasillado en el campo de lo novedoso e inventivo, perdiendo en sus inicios su capacidad comunicativa y disfrazando las posibles ideologías con las que se realizo[3], solo hasta la segunda mitad del siglo XX adquirió cualidades de comunicativas e informativas[4]. Evolucionó como un fenómeno político, social y económico, sin embargo su mayor evolución fue en lo cultural, en especial se volvió manipulable por la cultura oficial[5], apartándolo de las masas y de la posible influencia que estas ejercieran en su producción. Algunos optimistas le dan al cine el papel de salvaguardar la tradición del pueblo, para que ser difundidos por el mundo, respetados y no olvidados[6], sin embargo esto parece utópico en cuanto a la verdadera función que cumplió el cine en Colombia en aquellos primeros años de llegada desde Europa. Ferro dice del cine que este tiene la propiedad de desestructurar “lo que varias generaciones de generaciones, pensadores, juristas dirigentes o catedráticos habían logrado estabilizar con hermoso equilibrio”[7] ¿habrá sido este el caso del cine colombiano? Como veremos en parte de este escrito es posible que haya sido al contrario.

Los Di Doménico y su Drama

Los grandes pioneros del cine en Colombia, como ya se sabe, fueron los míticos Di Domenico, que sin embargo no fueron en verdad los primeros, antes de la Guerra de los Mil Días compañías de variedades habían traído el invento de los Lumiere dentro de sus variedades, antes de la llegada de los Di Domenico en 1910 ya existía la Compañía Cronofónica, y la Empresa de Kinematógrafos y Luis Martínez en 1909[8] sin contar las aventuras de Ernesto Vieco que en 1897 daba funciones en el Teatro Municipal con su máquina “cinematógrafo” calificada de “hechicera criatura”[9]. Pero fueron los italianos quienes dieron al cine protagonismo, en medio de los espectáculos de variedades.

Los Di Domenico encontraron en Colombia, luego de sus correrías por el Caribe, un país en el cual establecer un teatro fijo. Aunque es un país tranquilo este, para Francesco Di Domenico, es atrasado[10]. Las primeras producciones de los Di Domenico simplemente mostraban los eventos cotidianos de la capital, La Fiesta del Corpus y de San Antonio, La fiesta de las flores, Maniobras del ejército en el puente del común etc. En dichas procesiones y festejos las señoras se ponían sus mejores galas, pues era posible que los italianos estuvieran filmando, y nadie descartaba salir en una película[11], así el cine fue entrando en vida social cotidiana de los colombianos.

La familia Di Domenico se instala en Bogotá y se organizan en la S.I.C.L.A. (Sociedad Industrial Cinematográfica Latinoamericana) la cual se proyecta como la primera productora de cine hecho en el país. Los Di Domenico no solo hacen cine sino que también modifican el paisaje capitalino y su vida social con el majestuoso Salón Olympia, por aquella época Estados Unidos ya tenía más 7000 salas dedicadas al cine y Francia 300, el 8 de diciembre de 1912 se inaugura la primera dedicada netamente al cine en Bogotá[12] patrocinado por inversionistas como Nemesio Camacho entre otros. Este instauro los parámetros de diversión de la ciudad[13], ciudad que lo convirtió en un microcosmos de sí misma, allí la sociedad se dividía en dos; una, la alta que se sentaba al frente del gran telón y que por 20 centavos veía y leía los títulos como era debido, la otra; aquella sociedad naciente de obreros que emigraban de los pueblos a las ciudades[14] y de gentes de las zonas aledañas y los barrios periféricos que habían engordado el mercado de los Di Domenico[15], que pagaban 10 centavos y tenían que ver los letreros al revés debido a que el telón estaba en la mitad del salón. Conocida es la anécdota en la que se les pagaba a hábiles lectores para que vocearan los subtítulos a quienes no podían leerlos al revés, o al derecho.

El Olympia también brindo espectáculos de teatro, hockey, patinaje artístico y boxeo, este último era capaz de inflar los ánimos de los asistentes, Nieto recuerda el incidente, en abril de 1917[16], en el que se presento la película de una pelea entre un peleador de color y uno blanco, el ultimo fue derrotado y lo que exacerbó a la gente al punto de casi destrozar el salón y causar disturbios a lo largo de la ciudad. Los desordenes eran constantes, no era una sociedad totalmente culta la que asistía al cine en aquella época, todas las noches los Di Domenico debían lidiar con los volátiles ánimos de la gente.

El Salón también dio pie a la clandestinidad y a comportamientos que en otros espacios seria juzgados fuertemente, como nos relata Roberto Lievano[17] era normal que en las funciones dedicadas a los niños las jóvenes parejas cruzaran una que otra muestra de amistad mas cariñosa que lo que permitía las duras normas sociales.

El Olympia mostraría su incidencia en la mentalidad social del país con El Drama del 15 de octubre, primer película que se salía del modelo de mostrar paisajes y desfiles nacionales “la que 'se supone' fue la primera película de largometraje 'construida' en Colombia”[18] que mostraba los acontecimientos del asesinato de Rafael Uribe Uribe al cumplirse un año del magnicidio. Del film que Nieto califica de idea audaz[19] solo se tienen algunos contados fotogramas en los cuales aparece una joven recreando una alegoría de la Libertad, en el monumento levantado a Uribe Uribe (hoy en el Parque Nacional) , el resto fue destruido. Sobre la película el mismo Francesco Di Domenico relata:

"Filmamos (...) los funerales del general Uribe Uribe, su autopsia y a los sindicados, escondiéndonos en todos los rincones del Panóptico para poderlos tomar in fraganti y no en pose forzada. La película desgraciadamente fue prohibida para su exhibición en toda Colombia, por medida de orden público"[20].

¿Por qué despertó tanto sin sabor? El tema sin duda alguna era espinoso, se trataba de uno de los próceres más importantes que había tenido el país en las últimas décadas, las acusaciones fueron por diversos motivos, algunos argumentaban que no se había presentado como era debido el funeral del General, otros veían como de mal gusto el que en escena aparecieran los asesinos Leovigildo Galarza y Jesús Carvajal, quienes en ocasiones anteriores no habían querido ser retratados, pero que ante el pago de los Di Domenico accedieron (cincuenta dólares de la época, aclarando que estos fueron recibidos por el Sindico del Panóptico, ya que era ilegal que los presos recibieran dinero, así que es dudoso que recibieran el dinero)[21], este pago parecía inmoral para la época, sin duda alguna se pensaba como un premio que estos no merecían, se decía que aparecieran "Gordos y satisfechos, en una glorificación criminal y repugnante" según cita Zuluaga[22]. Cuan seria los sentimientos encontrados que despertó que una de las pruebas que el film si fue exhibido fue el balazo que recibió el telón cuando aparecía la cara de Uribe Uribe en Girardot.[23] “Los prejuicios ante el cine, aún novedoso entre nosotros, estaban a la base del escándalo. Llevar a la pantalla una figura como Uribe Uribe, convertir en espectáculo la muerte del prócer, sin la distancia histórica y geográfica, resultaba insoportable para algunos”[24].

La censura vino después y los Di Domenico debieron parar por algunos años, desde esta época recaerán una serie de juzgamientos morales sobre el cine[25]. Pasado el tiempo otra película se metería con tan espinoso tema, Rafael Uribe Uribe y el fin de las guerras civiles (1927) de Don Efe, conocido escritor de Medellín, quien ve en el cine un campo de batalla para librar las luchas patrióticas[26]; esta ya no es una película inocente como la de los Di Domenico, por el contario es pensada y calculada para exaltar al caudillo liberal paisa, pero pese a todo lo que prometió fue un fracaso y no duro mas allá de su estreno.

En este ejemplo del Drama vemos como las sensibilidades políticas no eran externas al cine, y como estas sensibilidades eran la constante de la sociedad en la época, sin embargo mas allá de esto está la renuente idea de repeler aquello que cuestiona la sociedad misma, esta fue la proeza de los Di Domenico al mostrar y cuestionar el así somos[27], la gente estaba acostumbrada a ver lo que se debía mostrar, El Drama muestra lo que no se debía mostrar[28].

Con la llegada del cine estadounidense los Di Domenico perdieron terreno y por ultimo vendieron lo que restaba de su negocio a Cine Colombia, por $1`000.000 en 1928[29].

Bajo la aristocracia antioqueña



Una película sin embargo si mostro lo que debía mostrar, y tuvo gran aceptación por ello; Bajo el cielo antioqueño (1925). El primer largometraje hecho en Colombia con un argumento que no salía de una obra literaria fue un proyecto hecho desde el comienzo por Gonzalo Mejía; aventurero y negociante paisa que creo de la noche a la mañana una compañía cinematográfica para rodar la película y quien había visto las posibilidades mercantiles del cine[30]. La película que es la historia de Lina (personaje representado por la poco agraciada esposa de Mejía) y de su amor; Álvaro. Esta historia tiene una fuerte carga moralista digna de la época, Lina; es la una mujer “buena” que es educada en colegio de monjas dentro de los parámetros mas sencillos y acéticos de un convento, una niñez inocente y tranquila, aunque con algunas muestras de picardía que de una o de otra forma muestran en Lina una transición de niña a mujer, Lina pareciera reflejar el estilo de vida de las mujeres de la alta sociedad, dedicadas a la contemplación, el lujo y el ocio, sin que por ello estén relegadas de protagonismo en la vida diaria, todo lo contrario, por el hecho de ser una película melodramática la mujer adquiere el papel más importante en la película, así no lo tuviese en la sociedad. El otro componente es Álvaro, quien refleja la antítesis del modelo trabajador antioqueño, y es tipificado por ello (el padre de Lina, interpretado por Gonzalo Mejía, se opone férreamente a la relación) este no trabaja y solo se dedica a desperdiciar su herencia en la vida bohemia, no es el villano de la película pero si es una antítesis de lo que en verdad quiere reflejar como sociedad antioqueña la película, se usa un negativo para resaltar el positivo.

La historia es una enseñanza sobre la vida familiar y la importancia de esta en dicha región, pues pese a que Lina se escapa con su amor prohibido socialmente y solo regresa por el llamado de su venerada madre difunta y de una mendiga que premonitoriamente le advierte su destino, vivido anteriormente por ella. Sin embargo la pareja termina felizmente emparentada, este amor prohibido con final feliz es la característica básica de un melodrama, que por aquella época tenían gran éxito en Colombia, pues es indudable el éxito que tuvo Bajo el Cielo Antioqueño “Me atrevo a afirmar que Bajo el cielo antioqueño puede considerarse como Lo que el viento se llevó colombiano por su gran éxito en toda clase de públicos, ya que siempre se dio ante teatros llenos” comenta Gonzalo Acevedo, quien ejerció como camarógrafo mientras su padre dirigía[31]

La película documenta, intencional mente, el modelo de sociedad que los paisas quieren ser y reflejar, se muestra una sociedad trabajadora y poco humilde, que estereotipa a la clase baja a través de la aparición de un pequeño “negrito” que es atropellado por Álvaro, que pese a su vida licenciosa, lo rescata y lo toma a su servicio (Álvaro sigue siendo antioqueño y como antioqueño es caritativo y bondadoso) vale la pena prestar atención a este pequeño incidente ya que dicha muestra de caridad inocente lleva implícita la rúbrica de la civilización del salvaje (el niño al comienzo se comporta como un bárbaro pero bajo el amparo de Álvaro el “negrito” es reeducado) paradigma establecido desde el s. XIX y estereotipo que aun le cae a las clases bajas.

La película nace desde el seno de las familias aristocráticas, todos, incluso el “negro incivilizado”, hacen parte o están relacionados con los Mejía; tías, esposas, hijos, amigos etc. Hacen parte del elenco, elenco que se mezcla con los productores y realizadores, la película en si es como gran de paseo familiar, en el que no hay presupuestos ni estimaciones, los dineros y los recursos salen de los bolsillos de los personajes esporádicamente según como la película se va desarrollando[32], y es rodada en los lugares más lujosos de la capital antioqueña o en las propiedades de los realizadores y actores.

El gran objetivo de Bajo el cielo antioqueño es el de mostrar el vector progresista de la región, es el de servir de propaganda para posicionar a Medellín dentro del panorama mundial. Y al parecer lo logra pues la película muestra una raza pujante y trabajadora, con fuertes bases cristianas católicas y una distinción de las clases populares que a través de estereotipos (el joven atropellado o los ladrones que roban a la mendiga a quien Lina había regalado sus joyas) se dibuja como una esfera a parte de la esfera que conduce la región a la modernidad.

El Encanto del campo

Esta separación radical entre clases y su inconexión aparente se ve más ambigua en Alma Provinciana (1926) de Félix J. Rodríguez, quien por el hecho de ser un artista en todos los campos hace de esta película casi su proyecto personal “Más que interés fue obsesión lo que Félix sentía por el cine, que lo impulsó a realizar Alma provinciana en 1926 y que en el mismo año fue estrenada en el teatro Faenza con bastante éxito” Recuerda su esposa[33]. Alma provinciana nos refleja a gran escala los conflictos aun existentes en Colombia desde el s.XIX; gamonalismo, separación entre lo rural y lo urbano, elitismo etc. La historia relata las aventuras amorosas de los hijos de un terrateniente santandereano; María y Gerardo, quienes se enamoran de Juan Antonio y Rosita, el primero es el mayordomo de la finca de Don Julián, el padre, y la segunda una mujer obrera de la ciudad, hija de un artesano zapatero. Aquí podemos ver mas matices que en Bajo el cielo antioqueño, ya que la clase alta es “desidealizada”, esta vez no son clases pujantes y emprendedoras sino uno que otro vicio y en contraparte la clase baja se ve algo idealizada; Don Julián se muestra como avaro, elitista e intransigente además de insensible, y su hijo Gerardo como bohemio e irresponsable (es renuente la idea de mostrar la bohemia como un estilo de vida poco ideal). Juan Antonio, el mayordomo, es un joven sensible y letrado que al inicio de la película aparece refugiándose en libros y cuidando flores para su amada María, sin embargo es llamativo el papel que cumple la mujer en la historia, por una parte Rosita, la obrera, quien muestra una mujer indefensa y frágil, sufrida y abusada por su condición de objeto sexual[34], pero que tiene la capacidad de reorganizar la vida de Gerardo. María por su parte llena los requisitos de una mujer buena en el amplio sentido de la palabra que cuestiona directamente las faltas morales del villano padre, vemos que la mujer en Bajo el Cielo Antioqueño y en Alma Provinciana se muestra como restauradora de la moral[35], aunque Rodríguez al mostrar en su película la vida e la mujer obrera marca una diferenciación con la Lina de Mejía, esta ves la mujer ya no esta dedicada a la contemplación y las charlas en los salones, sino que participa en una actividad económica de una forma poco respetada y más bien estoica.

Se podría decir que Rodríguez idealiza más que a la clase baja y provinciana a la mujer y el papel activo de esta. Sin embargo tampoco escapa al asunto renuente de la modernidad; aunque en toda la película el transporte usado por los personajes es el caballo al final el pionero de la aviación colombiana y amigo de Rodríguez, Camilo Daza, aparece con un reluciente avión junto con Rosita y Gerardo, una escena al parecer inconexa pero que nos recuerda que las películas también eran una ocasión social y una oportunidad para aparecer en el aun novedoso invento[36],

Valdría la pena hacer hincapié en los paisajes, algo más realistas y menos suntuosos, menos Art Deco o Nouveau y mas paisajes rurales, esencia del nacionalismo del siglo XIX[37]. Casas de paredes blancas y tejas de barro, panorámicas del campo y paramos impenetrables que aíslan el paisaje urbano del paisaje rural, la ciudad en como centro letrado pero también la capital del trago y la vida impúdica[38]. No se podría decir que el film es un retrato mas social y realista de Colombia, pero por lo menos guarda mas matices y menos propósitos aristocráticos de Bajo el Cielo antioqueño, se podría decir casi románticamente que busca objetivos más literarios o artísticos.

The Dawn of Justice


Como se ha mencionado antes el cine no puede ser ajeno a los avatares políticos de la época, este es el claro caso de Garras de Oro (The Dawn of Justice) de 1928, la película del misterioso P.P. Jambrica, film del cual aun se duda su nacionalidad y que despertó tantos sentimientos de censura, en especial por parte de Estados Unidos; Jorge Orlando Melo hurgando entre las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Colombia encontró notas que buscaban censurar el film, inclusive Suarez comenta que junto con Ramiro Arbeláez encontraron documentos que revelan la intención de suprimir la película, algunos redactados antes del estreno de la película se expresan sobre esta: “Película titulada <>: se instruye que se evite su exhibición” cita Suarez[39]. ¿Por qué la censura? El sentimiento antiimperialista es evidente, además del profundo conocimiento que revela el film de los asuntos internos de Estados Unidos, nada conveniente que una película de este tipo circulara por Latinoamérica.

La película relata la lucha entre el diario The Word y el gobierno de Roosevelt, el diario toma el caso del canal de Panamá para mostrar las faltas de ética de Roosevelt e impedir su reelección, el grueso de la historia se desenvuelve en Colombia, y son los colombianos los que injieren en el final de la película. Pese a la fuerte carga de la política hay espacio para el melodrama, cuyos protagonistas son Berta, hija de un empresario colombiano que labora en Nueva York, y Paterson, agente del gobierno estadounidense. Berta es presentada de nuevo como mujer víctima; es engañada una y otra vez por Paterson, incluso su imagen de se podría relacionar con el papel de Colombia en la negociación de dicho canal; al final aparece la actriz que representa a Berta personificando a la justicia ciega, que en ultimas toma venganza ante el improperio de Estados Unidos, ¿En qué consiste la venganza? No es otra que la indemnización que tuvo que pagar Norteamérica a Colombia a razón de la perdida de Panamá, indemnización que nunca fue pagada por completo y que se perdió en la bruma de la maquinaria oligárquica de nuestro país y la crisis del 29.

Como fuere de la historia real Garras de Oro plantea un panorama nacionalista que Reyes había sabido aprovechar desde la llegada del cine[40]; "Cine-novela para defender del olvido un precioso episodio de la historia contemporánea, que hubo la fortuna de ser piedra inicial contra uno que despedazó nuestro escudo y abatió nuestras águilas" se lee en el primer fotograma de la película. La bandera ¡a color! ondea triunfante y el himno nacional cierra la historia, que entre otras cosas vuelve a Paterson un colombiano “de pura sepa”. Sabemos que el drama de la política colombiana posterior a la perdida de panamá no tuvo un final tan feliz.

Jambrica conocía la realidad política de la época, como nos recuerda Suarez[41], en especial el conflicto entre prensa, representada por Pullitzer, y poder ejecutivo en Estados Unidos además del sentimiento antiyankee que recorría el mundo por las políticas más intransigentes de la Doctrina Monroe.

Esta posible veracidad política con la que Jambrica impregna su película fue una buena causa para que Estado Unidos la censurara y la persiguiera, lo que nos indica de nuevo esta relación entre cine y política y la capacidad de los poderosos de entender y usar las propiedades del cine para comunicar y mover ideas políticas. A diferencia de Bajo el Cielo Antioqueño y Alma Provinciana Garras de Oro no es un evento social, y no esta impregnada de ningún carácter religioso, solo se enfoca en un conflicto político de carácter nacionalista, es la crítica abierta a la desmembración del país[42].

Calificábamos antes de misterioso a P.P. Jambrica, y este halo de misterio también rodea Garras de Oro, la película es cuestionada como una producción colombiana, como decimos líneas atrás, las escenas suntuosas de bailes y oficinas algunos argumentan que no son en el país, autores como Juan Guillermo Bermenta dicen que la película fue hecha en el exterior y adaptada al país[43], aunque la película es producida por Cali Films esta compañía es casi invisible en registros que certifiquen su existencia, del mismo Jambrica no se tiene información alguna en el medio, un medio que si bien no era completamente cerrado tampoco era completamente abierto o lleno de anónimos. Actores, productores, camarógrafos etc, permanecen en la penumbra ¿pudo haber sido una técnica de este tal Jambrica para proteger al equipo ante la persecución estadounidense?[44] No se sabe, lo que sí se sabe es que al igual que El Drama esta película toco sensibilidades políticas, en este caso sobrepasaron fronteras y movieron hilos más allá del poder colombiano, vemos que el cine no era solo diversión.

Sociedad colombiana, política y cine silente; Conclusión



Al poner el retrovisor hacia los primeros intentos de crear una industria nacional cinematográfica muchos historiadores que han observado el tema se preguntan si se puede calificar como industria[45], en primer lugar no se podría comparar con la generosa industria Estadounidense o europea, sin embargo intentos como los de la S.I.C.L.A. son ejemplarizantes, pero no fueron el común denominador.

Tres factores intervinieron en el fracaso de crear una industria cinematográfica colombiana en este periodo: En primer lugar la falta de inversión de capital, en segundo lugar la falta de apoyo gubernamental y por último la desvinculación que tuvo el cine con la realidad; vemos que aquel cine silente argumental no digiere ni trata temas como la Guerra de los Mil Días.[46]. Aparte de otros factores podríamos sumar más frustraciones, como vimos con el ejemplo de El Drama, la censura continua que ejerció la sociedad sobre los experimentos de quienes impulsaban la industria causaron mucho daño a las primeras empresas[47]. Como afirma Martínez; el cine nació dentro del capitalismo y funciono dentro de él[48] y en un país en el que estas dinámicas capitalistas no se aplicaron en su esplendor pensar en una industria cinematográfica de comienzos de siglo XX es poco más que ingenuo. Cira Mora y Adriana Carrillo argumentan que todas las expectativas que genero el cine se tradujeron en frustraciones[49], tal vez la mejor definición del fracaso de la industria cinematográfica la da el mismo Gonzalo Acevedo, hijo de Arturo Acevedo:

“El estancamiento del cine colombiano se debe a la absoluta falta de apoyo oficial, pues ningún gobierno ha visto en esta industria el gran valor que puede tener, [...]. Si el cine hubiera recibido la misma ayuda que, por ejemplo, se ha dado a la industria textil, puedo asegurarle que en producción cinematográfica hoy estaríamos a la altura de México, […] el otro factor principal en contra del cine colombiano es la escandalosa explotación a que lo someten los exhibidores. Hay empresas que cobran hasta quince mil pesos por exhibir en sus teatros documentales informativos tan útiles para el país como el del Ferrocarril del Magdalena y otros por el estilo. Esta grave situación, que impide el desarrollo del cine en Colombia, debería estudiarla y resolverla el Congreso Nacional […] no hay leyes que lo reglamenten ni protejan (al cine). Los pequeños inversionistas que de pronto se meten en el negocio del cine han fracasado, porque nunca ven en él la función de gran industria futura, sino más bien una "diversión" modestamente productiva”[50]

Solo con la fundación de FOCINE,la ley de Cine, el apoyo de la televisión privada entre otros factores se podría hablar de un verdadero apoyo Estatal y privado para fomentar la industria cinematográfica colombiana, que aun nos debe todos esos apoyos mostrando una mejor calidad.

El cine en si mismo se presenta en el país en un momento crucial de su historia, es el momento en que el país se enfrenta a la modernidad que propone el s. XX, sin embargo este cambio coge el país en un conflicto atizado por todas las rivalidades políticas del siglo anterior; la Guerra de los Mil Días. El cine refleja la coyuntura existente. En primer lugar la suntuosidad; grandes salones de baile, bailarinas exóticas, decoraciones recargadas al estilo europeo, los primeros automóviles del país se lucen por estar en las manos de quienes producen las películas, vuelos en avión y modernas maquinarias industriales, trenes y puertos con enormes barcos, un ambiente prospero y prometedor, es el ambiente en el que viven las elites en los años 20. Sin embargo uno es el país retorico que el cine refleja y otro el país real[51] que vive fuera de las salas y que es aquel país que consume las producciones cinematográficas, la naciente clase obrera, el mundo del campo apartado de la ciudad, el papel relegado de la mujer, las grandes divisiones de clases etc.

Pensar en el cine colombiano como desarticulador de los ordenes establecidos, como lo planteaba Ferro, es pensar muy generosamente, ya que como vemos el cine colombiano fue un encapsulador de los sentimientos de las elites y de una o de otra forma estuvo supedito a los “regímenes” que dominaban en cada época; mientras los conservadores estaban en el poder, el cine reflejaba una férrea moral católica, cuando el régimen cambia hacia el liberalismo los Acevedo se sintonizan con los ritmos de la Revolución en Marcha y lo reflejan en sus noticieros, mostrando locomotoras, adelantos tecnológicos y renovación física[52]. Aunque hay apariciones del mundo obrero y de las clases más bajas, estás aparecen vulnerables y estereotipadas, sin nombrar que el cine nunca nació de estas esferas. Solo un film puede decirse que intento reflejar la realidad aunque en un modo muy rustico, El Drama, y como vimos tuvo resultados poco benéficos para sus realizadores, en resumen se podría afirmar que el cine es usado para afianzar los ordenes establecidos y no para trastocarlos, solo busca reflejarlos o sustentarlos.

¿Podríamos hablar de un divorcio entre las clases bajas y altas que se refleja en el cine? No tan radicalmente, pero sin duda el nacimiento de un cine social deberá esperar muchos años, en lo personal dudo que aun exista, pues es común encontrar estereotipos odiosos de la clase baja, que poca justicia hacen con quienes no realizan las producciones.

El cine primero censurado y calificado de dañino tiene un encuentro intimo con la sociedad, pues de una o de otra forma es testigo de la vida de esta, la influencia y la refracta, muestra los conflictos que en ella habitan desde la óptica de la época. Se le ha recriminado al cine colombiano el no reflejar la verdadera realidad del país, pero cabria preguntar ¿Es una obligación del arte reflejar realidad? Las películas del cine silente de una o de otra forma reflejaron con sus sesgos lo que sus realizadores observaron como realidad, al intentar juzgar con nuestra visión lo que los Acevedo, los Di Domenico, lo Rodríguez o los Mejía debieron proyectar sería injusto.

Como historiadores debemos ver en este tipo de documentos el conjunto de una sociedad y sus dinámicas, sin meditar lo bueno o lo malo. El cine argumental silente colombiano refleja una sociedad fragmentada que participan como espectadora del nuevo invento y que allí como comunidad heterogénea tienen encuentro. Vemos una sociedad con una sensibilidad política a flor de piel tanto en el pueblo como en las elites. Estas últimas concibieron el nuevo invento como un medio para fortalecer sus intereses ya fueran políticos, económicos, artísticos o regionales, si bien no de un modo maquiavélico tampoco de forma completamente inocente.

De una o de otra forma todos quieren hacer parte del preludio que anuncia la nueva civilización del siglo XX y XXI como lo que somos; la civilización de la imagen y de los medios, son los inicios de la Colombia mediática.



[1] Sorlin, Pierre. Sociología del cine, la apertura para la historia de mañana. Fondo de Cultura Económica, México. 1977 p.249.

[2] Ferro, Marc. Cine e historia. Paris 1977. Traducción: Joseph Elías. Editorial Gustavo Gili S.A. Barcelona. 1980.

[3] Pecori, Franco. Cine, forma y método Roma- 1974. Traducción: Dolores y Giovanni Cantieri. Editorial Gustavo Gili S.A. Barcelona 1977. p.12.

[4] Sorlin. Op, cit. p.41.

[5] Ibid,. p.14.

[6] Olaya, Hoffman J. La industria cinematográfica, tesis de grado. Universidad Externado de Colombia, 1993. p.xiii.

[7] Ferro, Op, cit. p. 26.

[8] Martínez Pardo Hernando. Historia del Cine Colombiano. Editorial América Latina. Bogotá- Colombia, 1978. p.20.

[9] Nieto, Jorge y Rojas, Diego. Tiempos del Olympia, Di Domenico Hnos. & Cº. Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano. Bogotá. 1992. pp. 46-47.

[10] Ibid,. p.40.

[11] Duque, Edda Pilar. La aventura del cine en Medellín. Universidad Nacional de Colombia, Ancora Editores. 1992. p. 72.

[12] Nieto y Rojas. Op, cit. p.55.

[13] Nieto y Rojas, Op, cit. p.61.

[14] Mora, Cira Inés y Carrillo, Adriana María. Hechos colombianos para ojos y oídos de las Américas. Ministerio de la Cultura, República de Colombia. Bogotá. 2003. pp. 27-28.

[15] Olaya. Op, cit. p. 70.

[16] Nieto y Rojas, Op, cit. p.63.

[17] Citado por Martínez, Hernando. Op, cit. p.24.

[18] Zuluaga, Pedro Adrian. Noviembre 21 de 1915 el cine que no pudo ser. Semana No. 1152, Junio 2004. pp. 138.

[19] Nieto y Rojas, Op, cit. p.99.

[20] Citado por Zuluaga, Op, cit.

[21] Zuluaga, Op, cit.

[22] Ibid,

[23] Nieto y Rojas. Op, cit. p.100.

[24]El’Gazi, Leila. El drama del 15 de octubre. En: Credencial Historia, No 112. Abril 1999. Disponible en web: http://www.lablaa.org/bibliotecavirtual.html. Consultado: 28-05-2010.

[25] Nieto Y Rojas. Op, cit. p. 101.

[26] Duque. Op, cit. p.223.

[27] Suarez, Juana. Cinembargo Colombia, ensayos críticos sobre cine y cultura. Editorial Universidad del Valle. Cali-Colombia 2009. p.30.

[28] Martínez, Op, cit. p. 61.

[29] Mora y Carrillo. Op, cit. p.39.

[30] Suarez. Op, cit. p.33.

[31] Acevedo, Gonzalo. Entrevista, En: Salcedo Silva, Hernando. Crónicas del cine colombiano: 1897-1950. Edición Original: Carlos Valencia Editores, 1981. Disponible en web: http://www.lablaa.org/bibliotecavirtual.html. Consultado: 21-05-2010.

[32] Mora y Carrillo, Op, cit. p.25.

[33] Entrevista con Doña Clementina Pedraza. En: Salcedo Silva, Hernando. Crónicas del cine colombiano: 1897-1950. Edición Original: Carlos Valencia Editores, 1981. Disponible en web: http://www.lablaa.org/bibliotecavirtual.html. Consultado: 29-05-2010.

[34] Suarez. Op, cit, p. 37

[35] Ibid,. p,30

[36] Ibid,. p.39

[37] Ibid,. p.38

[38] Ibid,. p.39

[39] Suarez. Op, cit. p.41

[40] Mora y Carrillo, Op, Cit. p. 25

[41] Suarez. Op, cit. p. 46.

[42] Suarez, p. 51.

[43] Ibid,. P. 42.

[44] Ibid,. p.42.

[45] Olaya y Martínez, entre otros.

[46] Martínez, Op, cit. p.57.

[47] Nieto y Rojas, Op, cit. p. 101.

[48] Martínez. Op, cit. p. 71.

[49] Mora y Carrillo, Op, cit. p.38.

[50] Acevedo, Gonzalo. Entrevista. En : Salcedo Silva, Hernando. Op, cit.

[51] Suarez. Op, cit. p.36.

[52] Mora y Carrillo, Op, cit. p. 47.



Bibliografía

Duque, Edda Pilar. La aventura del cine en Medellín. Universidad Nacional de Colombia, Ancora Editores. 1992.

El’Gazi, Leila. El drama del 15 de octubre. En: Credencial Historia, No 112. Abril 1999. Disponible en web: http://www.lablaa.org/bibliotecavirtual.html.

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Martínez Pardo, Hernando. Historia del Cine Colombiano. Editorial América Latina. Bogotá. 1978.

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Material Fílmico

Alma Provinciana. Fundación de Patrimonio Fílmico Colombiano, Colección cine silente colombiano. Guion y dirección: Felix J. Rodríguez, 1926. Música versión restaurada: Oscar Acevedo. DVD Sala Audiovisuales Biblioteca Luis Ángel Arango.

Bajo el cielo antioqueño. Fundación de Patrimonio Fílmico Colombiano, Colección cine silente colombiano. Guion y Dirección: Arturo Acevedo Vallarino, 1925. Música Versión Restaurada: Francisco Zumaque. DVD Sala Audiovisuales Biblioteca Luis Ángel Arango.

Garras de oro. Fundación de Patrimonio Fílmico Colombiano, Colección cine silente colombiano. Dirección: P.P. Jambrica. 1926. Música versión restaurada: Marco A. Ruiz. DVD Sala Audiovisuales Biblioteca Luis Ángel Arango.


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