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1 dic 2011

RESEÑA: Carlos Medina Gallego. Autodefensas, paramilitarismo y Narcotrafico en Colombia. "Puerto Boyacá"

ÜGallego, Carlos Medina. Autodefensas, paramilitarismo y Narcotrafico en Colombia. Editorial Documentos Periodísticos. 1990.

Carlos Medina Gallego es autodeclarado como anarquista, reconocido por sus investigaciones sobre el conflicto colombiano, tema al cual dedico sus tesis de maestría y doctorado en historia, cursados en la Universidad Nacional de Colombia. En esta misma universidad ha ejercido como investigador y docente de las Facultades de Ciencias Humanas y de Derecho. Además ha trabajado en la UPTC, en la Secretaria de Educación de Bogotá y en la Gobernación de Arauca. Sus textos han descrito las historias de grupos guerrilleros, movimientos sociales, y conflictos sociales en especial en la contemporaneidad del país.

Puerto Boyacá, por diversos factores, y en especial por su posición geográfica, es un caso paradigmático en medio del conflicto colombiano posterior al establecimiento del Frente Nacional. Este caso paradigmático es precisamente de donde arranca Carlos Medina Gallego para narrar la creación de los grupos paramilitares en medio de un caldeado ambiente político y social.

Es precisamente desde el ámbito de lo político en donde Medina ve la génesis del conflicto, no como nuevo, sino en articulación con el conflicto bipartidista de los 50. Esta articulación se encuentra en el nodo de Rojas Pinilla, y el establecimiento, posterior a él, del Frente Nacional. En medio de esta milimétrica burocrática hay un auge de movimientos alternativos de naturaleza diversa, como es el caso de la ANAPO y el MRL, entre otros muchos más. El subterfugio de estos grupos había un sustrato del Partido Comunista y de ideologías de izquierda. Además de la creación de grupos de autodefensas y revolucionarios de carácter también socialista como las FARC y el efímero MOEC.

Medina describe el auge del dominio de las FARC en la zona, que en un inicio actuó para poner orden en la zona, en especial al robo de ganado. Con la fundación del Frente XI de las FARC se inicio una campaña de boleteo y secuestro que terminó por enemistar a los campesinos con la guerrilla y estimulo el germen de una lucha anticomunista. Esta separación gradual entre el pueblo y la guerrilla aumentó el clima de crisis después de 1978, periodo en el que el PCC y las FARC, quienes habían dominado ampliamente la zona del Medio Magdalena, iniciaron su distanciamiento. A la ida del Frente IV, solo quedó el Frente XI, al que la gente distinguió como el más radical y autoritario. Este frente aumentó las exigencias, incluso a pequeños propietarios, ya que los grandes terratenientes se fueron de la zona por el recrudecimiento del secuestro, La situación se hacía insostenible.

Aprovechando en parte la desazón del pueblo con la guerrilla, el gobierno central trasladó el Batallón “Bárbula” y la Brigada XIV a la zona. Lo que debería indicar presencia del Estado se tradujo como el inicio de una creciente represión militar en los años 1982-83. Esta represión, sumada a las exigencias de la guerrilla dejó a la población en el fuego cruzado transformando las condiciones de vida de la población en poco menos que miserables, con la consecuencia inmediata del desplazamiento. Medina nos muestra esta situación por boca de algunos de los directamente afectados, sin embargo advierte que algunos prefirieron que sus testimonios no se publicaran, prueba irrefutable de la poca evolución del conflicto en la época de escritura del texto en cuestión.

A la llegada de Belisario Betancourt, y su esperanzador discurso de posesión lleno de elocuentes llamados a la paz, se inició el cambio de actitud del ejército, la represión menguó, mientras el anticomunismo arreciaba. La población se identificó cada vez más con la fuerza pública, mientras los líderes militares, a través del discurso, configuraron regionalmente un mundo bipartito, el de la guerra fría. Medina cita los discursos del General Echeverri, personaje por excelencia de la milicia anticomunista, y del General Yanine, quien con una retorica positivista pretende ganarse la población para ganar la guerra. Este tipo de nueva guerra se complementó en 1983 con la Doctrina Seguridad Nacional, que se traduce como la ampliación de lo bélico en lo económico, lo social y lo psicológico, que también incluye la creación embrionaria de grupos paramilitares. Medina traduce la DSN como la “guerra sucia”. El conflicto se radicaliza de parte y parte, y a esto se suman las acciones del MAS (Muerte a Secuestradores), que al ser investigado por la Procuraduría no se ve afectado, sino legitimado.

El autor ve en el foro octubre de 1984, en Puerto Boyacá, como la consolidación del proceso paramilitar, toda la región se une entorno a estos grupos anticomunistas que se sustentaron en la desconfianza por treguas o diálogos de paz del gobierno y la guerrilla. Esta consolidación se dio no solo en un nivel regional, también a nivel nacional con la consolidación de la Sociedad Colombiana de Defensa de Tradición, Familia y Propiedad (TFP), la cual sustentada en opiniones de juristas y periodistas de gran prestigio nacional, inició una lucha semi-oficial contra la subversión. Medina también cita la materialización de estos esfuerzos de una gran parte de la sociedad colombiana en documentos como el titulado “La Legítima defensa de los campos colombianos”, con oración anexa. Este tipo de discursos hacen un llamado a la “legítima defensa” y la “defensa de la seguridad” como derecho supremo, con lo que se busca, a través del derecho, justificar la existencia de grupos paramilitares, de los que nadie se hace responsable; el Ejercito dice que Autodefensas son de origen Comunista y desmiente que FFAA las haya creado, lo propio hacen las FARC. Hay que resaltar que Medina también cita a quienes se opusieron a una legitimización de estos grupos por estar en detrimento de la democracia por ellos imaginada.

Medina hace énfasis en la creación de la Asociación Campesina de Agricultores y Ganaderos del Magdalena Medio (ACDEGAM) en 1983, primer asociación legal para combatir el comunismo, según el autor. Esta organización ejerció como coordinadora de grupos de Autodefensa, como los de Gonzalo y Henry Pérez, la organización de simulacros de ataques guerrilleros, y también la creación de una fuerte organización social (escuelas, hospitales, tiendas, etc.) Medina califica a Puerto Boyacá como una “Republica Independiente Anticomunista” (p. 231). Si bien al autor recalca que no hay pruebas de financiación del narcotráfico a la ACDEGAM, si parecen ser evidentes los sigilosos apoyos a esta actividad en el periódico Puerto Rojo, que se había convertido en órgano difusor de la ACDEGAM.

En tentadora comparación con la Parapolítica y esta organización antisubversiva, la cual ponía y quitaba alcaldes y concejales en la zona, en lo que se llamo Frente Común anticomunista. Por esta misma época, hacia 1987, el conflicto se radicalizó con los asesinatos de Jaime Pardo Leal (1987), candidato presidencia de la UP, y Pablo Emilio Guarín, primer dirigente anticomunista del país. En este ambiente de imposible acercamiento hace su entrada hacia 1988 el narcotráfico y el sicarito, llevado a luz pública por una serie de escándalos mediáticos. Ante la presión que ejerce la opinión pública por la situación de Puerto Boyacá y el Magdalena Medio, el gobierno, a través de DAS, inicio investigaciones y emitió acusaciones a los grupos paramilitares de la región. Estos grupos, con la vocería de los líderes de la ACDEGAM, acusaron al DAS, y al general Maza Marques, de estar infiltrados por las FARC. Esto evidenció una serie de discursos paralelos que hasta nuestros días empiezan a desenterrar las lealtades con las que jugaron los distintos actores del conflicto (en los que lógicamente se incluye el gobierno). El poder central inició una especie de persecución oficial a los grupos paramilitares, lo que desembocó en un atrincheramiento de estas organizaciones antisubversivas (y colaboradores) en el Magdalena Medio en medio de un total respaldo al Alcalde Luis Alfredo Rubio Rojas. La historia termina en punta a la espera de los resultados de una gran reunión de los líderes regionales que buscan continuar su organización de autodefensa.

La metodología utilizada por el autor es la articulación de diversos testimonios de protagonistas de arriba y de abajo, a lo cual ya nos tiene acostumbrados el profesor Medina, junto con discursos y noticias de prensa. Esta articulación se complementa con la narración del propio autor de los hechos, no solo para concitar los testimonios, sino para añadir conclusiones y tesis que agrupan los acontecimientos de forma coherente, si tal coherencia se pudiera concluir. El uso de bibliografía secundaria es casi inexistente, lo cual no va en detrimento del texto, por el contrario, le da una gran credibilidad, más que por un fetiche en la fuente primaria, por una reconstrucción de los eventos a través de una triangulación de varias fuentes. Su lenguaje es fácil de digerir en parte por no tener que sustentar los hechos en marcos referenciales eruditos. Y si bien promete ser un estudio regional, en medio de la narración también se hacen paneos a la situación nacional que permiten contextualizar de manera más general el conflicto de esta paradigmática zona.

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