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28 feb 2012

La idea de nación según Sieyés. (Reseña)


ÜEmmanuel Sieyés. ¿Qué es el Tercer Estado? Ensayo sobre los privilegios. Traducción: D. Bas. Título Original: Qu’est-ce que les tiers état? (1789), Edición en castellano: 1989. Editorial Oikos-tau S. A. Barcelona.

Emmanuel Joseph Sieyés (1748 -1836) fue tal vez una de las personas más influyentes de su tiempo, y estuvo vinculado fuertemente con los cambios políticos de su época. Fuertemente influenciado por las ideas de Locke, las cuales aplico a las inmovibles ideas de Hobbes. Fue sacerdote, logrando ser canciller de la diócesis de Chartres. Fue uno de los redactores del llamado “Juramento de la Pelota” y de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Fue activo en la Asamblea Constituyente. Estuvo fuertemente involucrado en los hechos más relevantes de la política francesa hasta la restauración, en la cual fue expulsado por haber apoyado la decapitación de Luis XVI. Regreso a Francia luego de la Revolución de 1830.

En el presente volumen, que se ha calificado como de carácter panfletario, Sieyés plantea un fuerte cuestionamiento a la realidad política de su país por medio de dos ensayos que no están disgregados sino que por el contrario le apuntan a la reivindicación de este Tercer Estado de manera coherente, Estado que no es otra cosa que el pueblo esterilizado de cualquier desigualdad, la cual es por medio de los privilegiados, a los cuales Sieyés ve como incoherentes con el Tercer Estado y por ende con la idea de Nación.
Para fundamentar todo esto Sieyés le da a la ley el papel de pilar fundamental, es decir que todo parte de ella, ya que es esta la que garantiza la libertad y la propiedad, dos valores fundamentales para esta nueva mentalidad ilustrada y revolucionaria. La ley no viene sin embargo de construcciones históricas, sino que nace de la ley madre “no perjudicar al prójimo” es decir que la ley es algo natural, y por ello la libertad también es anterior a cualquier sociedad. Ante esta construcción natural  esta lo que podríamos signar como anti-natural (ya que va en contravención de la ley madre y de la libertad) que es los privilegios.
Los privilegios, según Sieyés, dan espacio para dañar al prójimo en razón de las comodidades que ostentan los privilegiados, este prójimo no es otro que el pueblo que debería ser lo primero. Este detrimento es contrario a la idea de Estado, ya que para Sieyés, el Estado no pude ser injusto, es decir que los privilegios son contrarios al Estado mismo. Es además el privilegio algo contrario a la razón, es decir, contrario a las idea que tenia la ilustración del como  asimilar el mundo.
En medio de estos razonamientos el autor empieza a insertar sus soluciones a estas problemáticas, en el caso de los puestos públicos sustenta que estos se deben pagar con salarios y deben ser según la meritocracia, lo cual no pasa con los privilegios, que se han establecido para recomenzar a quienes dirigen material o espiritualmente al pueblo. El autor argumenta que la única recompensa que deben recibir es el sentimiento de servicio a la patria, este sentimiento fluye con naturalidad y viene de ese mismo ente natural que es la nación, ligado íntimamente a la estima que otorga el pueblo, parte primigenia de la nación. Como vemos todos estos aspectos, en este ensayo, tienen carácter natural y ha sido el mal manejo de los privilegiados los que han truncado el flujo correcto de lo social hacia la mejor expresión de la nación.
Este camino truncado, consecuencia de los privilegios honoríficos, se expresa en una especie de adefesio de nación dentro de la nación, siendo esta pequeña nación una burocracia que solo propugna por sus intereses, dejando por fuera al Tercer Estado (pueblo). Este Tercer Estado es incluso discriminado pese a que es la parte vital de la nación. Todo este esquema de privilegios no hace más que ir en contra de la nación misma, idea que en la segunda parte, sobre el Tercer Estado, entra a definir de manera más precisa.
En el ensayo propiamente dicho sobre el Tercer Estado, Sieyés, busca consolidar tres premisas; que el Tercer Estado es todo, que hasta ahora no ha sido nada y que busca llegar a ser algo. En este orden de ideas se define la nación como “un cuerpo de asociados que viven bajo una ley común y están representados por la misma legislatura” (p.66), es decir que la nación engloba a todos los habitantes que están en igualdad de condiciones bajo la ley, con lo cual los privilegiados tiene como opción dejar de lado sus privilegios o excluirse, Sieyés se inclina por la segunda opción debido a la poca capacidad que tendría, por ejemplo, la nobleza para renunciar a todas sus ventajas no merecidas y a su ley propia, ley que no es la ley general que representa a los asociados en la nación.
Más adelante radicaliza aun más el concepto de nación, limitándolo solamente al Tercer Estado, el cual engloba lo que pertenece a la nación, siendo lo ajeno al Tercer Estado ajeno a la nación (p.67), es esta tal vez su principal tesis, la de mostrar el Tercer Estado, el pueblo en igualdad de condiciones bajo la ley, como el componente total de la nación. Dejando así a los nobles fuera de la nación, por considerarlos en función de si mismos “imperium in imperio”, lo que deja a cualquier privilegio como contrario a la idea de nación.
Sieyés también se opone a la idea del Estado como lo plateaba Hobbes, ya que según Sieyés Francia siempre ha sido gobernado por la nobleza, dejando al Rey en un papel secundario, tras lo cual esta nobleza se ha dedicado a construir una burocracia que solo los beneficia a ellos y que se autentifica en sí misma como descendencia de conquistadores, argumento que Sieyés despedaza. En este gobierno de la nobleza privilegiada injustificadamente se ha rebajado al Tercer Estado a nada, lo que concierne a que la parte fundamental de la nación esta opacada, y casi que anulada, por lo que la nobleza se convierte en una anti-nación.
Para recuperar el estatuto que el pueblo merece, Sieyés, muestra los reclamos del mismo, reclamos que se resumen en una representación democrática cuantitativa y no cualitativa (por cabeza no por orden), se empieza así a plantear un principio vital de nuestras democracias y es que la mayoría tiene la razón. Incluso se plantea que el Tercer Estado, por ser mucho mayor en cantidad al clero o la nobleza, se autentifica. Este Tercer Estado excluye cualquier privilegio y exige una representación según el territorio en relación con las nuevas regiones anexadas (p.77).
Para que este Tercer Estado llegue a ser algo, y si es posible todo, la nación debe funcionar en su totalidad según la ley. Así, por ejemplo, la tributación debe hacerse conforme a la ley y no por caridad, esto partiendo de principios de igualdad. Una vez más, como la nobleza no es compatible con la igualdad no es compatible con la nación, por ello mismo la idea de parlamentos bicamerales es abolida, por el riesgo que los privilegiados sigan imponiéndose sobre los comunes (Tercer Estado).
La nación, dice Sieyés, es en cuanto a que es libre y esta direccionada, no regida, por una constitución que es hecha por la nación misma, es decir el pueblo. Sin embargo esta constitución no está por encima de la nación, ya que la nación existe antes que nada y ella dirige todo (pp. 105-106). Esta temporalidad de la idea de nación se remite hasta la primer asociación de individuos aislados, esta asociación, que ya es una nación, por acción de voluntad común confía el poder a algunos de estos individuos, para luego pasar a una “época” en la que el poder es representativo. Estas son las épocas según las cuales las formaciones de sociedades evolucionan desde la base de la nación, que esta antes que todo. Recordemos que esta idea de evolución también es propia de la ilustración, para este caso lo humano evoluciona hacia las mejores formas de gobierno posibles, aquellas que lleven mejor representada y encapsulada la voluntad común, la voluntad del Tercer Estado.
Es vital señalar una y otra vez que Sieyés ve a la nación como existente antes de todo, no como una construcción histórica, y de ella nace todo, esta nación es siempre legal y fundamentada en la ley, dejando solo por encima de ella el derecho natural. Todo este esquema, en Sieyés, cobra un aire de coherencia casi divina, coherencia que muestra el sistema político igualitario y legal como el pináculo de la historia humana, por ser este sistema el que mejor expresa la voluntad del Tercer Estado, es decir del pueblo. La nación, como ya se dijo, no está sujeta a la constitución, sino que es el gobierno el que está sujeto a ella. Esta constitución debe ser generada por representantes extraordinarios que tendrán el poder que la nación, que poco a poco se vuelve sinónimo de pueblo, quiera darles. Estos representantes extraordinarios, que obtienen su poder parcial por voluntad de la nación, deben llamar a la nación, a lo que Sieyés pregunta ¿de dónde sacar a la nación?, contestando de forma concluyente y definitoria para la naturaleza de la nación misma, la nación se saca de donde ella misma es; de todos los habitantes que estén en el suelo nacional, que estén inscritos a la territorialidad. Una vez más la idea es clara; la Nación es y está en el pueblo. La coherencia de todos los conceptos inunda todo el texto. Todo esto lleva a concluir que el Tercer Estado es la Nación y esta es la única Asamblea Nacional Posible, así “la voluntad de una nación es la suma de voluntades individuales como la nación es la suma de individuos” (p.126) Es decir, que el pueblo o el Tercer Estado, siendo solo él la nación, es el único que puede levantarse, a través de unos representantes extraordinarios, para redactar una constitución que cree el marco legal en el que funcionara la nación; el pueblo mismo.
Este último párrafo muestra algo que para mí es bastante llamativo y es la gran coherencia que estos individuos crearon a través de sus conceptos, de manera que toda esta construcción termina por ser casi que irrefutable. Para el caso de Sieyés los postulados son alineados de forma tan precisa que todo el argumento es terriblemente solido; ¿Quien, después de leerlo, podría pensar en la convivencia de los tres órdenes? ¿Quien podría refutar la exclusión de los privilegiados de la nación? Obviamente estos sujetos estaban construyendo verdades que sustentaran todo un proyecto de nación y de sociedad, y para ello tenían que mostrar la inmovilidad y atemporalidad de la nación, la cual se muestra como una construcción natural y que termina por ser el pueblo mismo, la democracia, en todo el significado de la palabra se sustenta en esta idea, junto con las herramientas primigenias para sustentarla y mantenerla. Por lo menos teóricamente el modelo estaba montado, faltaría ver como se desarrollaría en la praxis, donde las ideas generalmente se quedan cortas.


24 feb 2012

Laboratorio de Subjetividades. Critica desde la ignorancia


Por avatares de la vida terminó un historiador, yo, metido en auditorio presenciando un performance, el cual era el cenit de un trabajo de grado de una naciente artista plástica de la Universidad Nacional. Mientras presenciaba el resultado de un supuesto arduo trabajo académico me mentalizaba a escribir lo que por mi cabeza pasaba, cuestionándome en todo momento si tenía algún tipo de autoridad para opinar sobre las artes plásticas en estas épocas, materia que cada vez más se hace para ultra-eruditos. Por fin resolví que mi autoridad me la daba mi propia esencia humana sensible, y que desde mi “subjetividad” propia podía juzgar este “laboratorio de Subjetividades”, como se llamaba dicho proyecto de grado.

El performance constaba de varios momentos, el primero de ellos tenía como protagonistas a unos jóvenes que caminaban, o corrían, por los distintos espacios del Claustro de San Agustín[1], descalzos y con sus ojos vendados mientras otros compañeros andaban junto con ellos obstruyéndoles su libre andar. En este confuso camino los jóvenes terminaron en el primer piso del Claustro, en el patio central del mismo, el cual esta tapizado por un corto prado, allí se movieron mas violentamente. Luego de la nada todos estaban atrapados en una tela violeta que en forma circular, esta los reunía en un radio de unos cuantos metros, los cuerpos chocaban contra la tela, se dejaban caer en conjunto y luchaban vendados contra una tela que se movía según la tensión de quienes dentro de ella la tensionaban hasta el extremo. Todo se detuvo y se calmo, los jóvenes, dentro de los que se encontraba la aspirante a titulo de artista se distribuyeron por el patio y empezaron a despojarse ceremoniosamente de sus ropas, mientras las dejaban ordenadas como su propia humanidad en el suelo, al parecer al azar. Todos; unas tres chicas y cuatro chicos, quedaron en ropas intimas, así subieron a la segunda planta de forma irregular, mientras palmoteaban sus piernas o hacían chocar fuertemente sus pies contra la fría madera del suelo, la joven líder del proyecto los dirigía en silencio con su brazo, todos de forma desordenada fueron corriendo, frenando, caminando o resbalando al auditorio, todo esto en un profundo silencio que mantenía a unas cien personas expectantes. Luego, en el auditorio, los jóvenes en parejas se metían en los nichos de los muros, los cuales estaban coronados por una pequeña luz, y allí se movían con espejos en sus manos, mientras otros los alumbraban curiosamente con algunos reflectores. La gente empezó a entrar al auditorio y se distribuyo según su parecer por el lugar. Los cuerpos semidesnudos emitían sonidos aleatorios, carraspeos, palmadas, silbidos, o notas graves, levantaban su mano, se comunicaban entre ellos, cada uno se apropiaba de un personaje e intentaban interactuar con el público. Se recostaban, se acariciaban, se desordenaban el cabello mutuamente, apagaban y prendían la luz, caminaban de uno a otro nicho, mientras las cámaras fotográficas los capturaban insistentemente. Por último, la cabeza del performance, se dejo caer suavemente al suelo, y pesadamente fue llevada por sus compañeros hasta uno de los nichos que estaba forrado en plástico transparente, allí una de sus colaboradoras la lleno de miel. Hasta ese punto el aburrimiento me permitió estar, ya había escuchado algo sobre la miel así que pensé que el acto estaba consumado y que podía retirarme, lo cual hice. No sé si posterior a ello se haya procedido a explicar de que trataba todo, si fue así me alegra no haberlo escuchado, como decía, quería partir de mi subjetividad y de mi falta de erudición en el tema.

El artista plástico en nuestra hoy por hoy es visto como un ser de la más alta sociedad, de esos que se codean con Gloria Zea, Manzur o el difunto Zalamea, de aquellos grandes intelectuales que construyeron la escuela colombiana, de los Traba, los Villamizar, etc. Sin embargo no siempre fue así, ese culto personal y social a un artista era más bien inexistente, y estos estaban relegados a ser simples artesanos que por x o y habilidad desempeñaban un papel útil en la comunidad. Este papel tenia diversos intereses, ya fuera el de catequizas a través de la recreación de citas bíblicas o de santos, o la de realzar el poder político reinante, hay que ver los cuadros que dedico Ingres a mostrar la irreal altura de Napoleón, y todo el rosario de retratos de reyes que aparecen cada vez que buscamos uno de estos en internet, siempre el fin era comunicar. Sin embargo el papel de los artistas, o su aspiración más profunda tenía como fin la belleza, una belleza que al parecer, por lo menos hasta hace unas décadas, parecía ser objetiva. Sin embargo no era de ninguna manera un concepto uniforme de belleza, hay que ver las grandes diferencias en la belleza que suscita Rubens a la que despierta Giotto, pero sea como fuere se podía hablar de un conecto objetivo de belleza de dentro de un amplio espectro geográfico, temporal y humano. Ahora bien, con la entrada del siglo XX, las sublimes pinturas de los románticos fueron poco a poco quedando de lado, y empezó a brillar cada vez más un conjunto de artistas que se guiaban según su personalidad, a lo que siguió que el brillo estaba en el estilo que cada artista desarrollaba por sí mismo. La obra perdía relevancia y el artista era quien ganaba toda atención, al ser este quien desde si mismo proponía como debía ser la lectura de lo que el mismo hacia.

Este proceso no es solamente artístico, este proceso era humano, y fue el modo que el mundo encontró para concebirse a sí mismo; un modelo individualista. Cada vez mas todo lo que hacia el humano empezaba y terminaba en el. Todo esto nacía desde la revolución más grande de la humanidad, la Ilustración, que planteaba, junto con el liberalismo económico, la imperiosa necesidad de pensarse a sí mismo como individuo, no como comunidad. El arte, que muchas veces se ha situado como la punta de lanza del pensamiento humano, no era más que el reflejo de los cambios intelectuales, económicos y sociales, que el mundo vivía.

Sin embargo aun faltaba trecho para una verdadera individualidad, los nacionalismos laicos que se habían forjado posterior a la Revolución Francesa fundamentaban la concepción de cómo los seres se veían a sí mismos, estos nacionalismos hacia que todo lo que se hiciera fuera en pos de la patria, la cual se le veneraba y se le debía sustentar material e ideológicamente. Incluso el arte se fundamentaba en fines políticos, los constructivistas arrancaban de ceros el artes ruso para separarse de la occidentalización que había impuesto Pedro el Grande y así construir un carácter propio, la escuela de la Bauhaus producía en masa a fin de llevar el arte al pueblo y así democratizarlo con lo cual cumplía los ideales demócratas de la Republica de Weimar. Incluso en Colombia, los llamados Bachues, por mitad de siglo, recreaban paisajes autóctonos, mujeres voluptuosas con rasgos indígenas, o grandes monumentos que homenajean lanceros en bronce cabalgando hacia el sol para elevar por el aire los sentimientos nacionales, ni que hablar de la profunda fe de Rivera y su señora en la revolución mexicana y lo que creían ellos que significaba. El arte, con tácticas cada vez más innovadoras, seguía teniendo un fin, una utilidad, ya fuera para autentificar o para cuestionar lo social, lo político o lo económico, incluso lo cultural, para casos como el Pop Art, un fin a través de comunicar.

Sin embargo, una vez terminada la guerra, y metido el mundo de cabeza en un conflicto que no parecía tal pero que existía, que a buen recaudo los historiadores llamaron Guerra Fría, la mentalidad empezó a cambiar, y no por un nuevo direccionamiento, sino por la ausencia de tal. La filosofía ya desde hace tiempo se había dedicado a preguntar que él era el ser, y por ultimo estaba refugiada en que decía el ser, la antropología prescindía cada vez mas del análisis y dejaba que los hechos hablaran por si solos, dejando al investigador como mero descriptor, el derecho en Estados Unidos cuestionaba los intereses que estaba involucrados en la redacción de la constitución, biblia de la Democracia modelo occidental, Foucault destrozaba cualquier pretensión de moral totalizarte y mostraba como el mundo está hecho por relaciones de poder a nivel micro que era lo que verdaderamente mantenía la cohesión social. Todos los parámetros bajo los que occidente se había fundado caían, pero la debacle vino al final de los 80, cuando el oriente de Europa, y el mundo en general, se estremecían con la caída de la URSS, y junto con ella el sistema de supuestos del marxismo real, vale la pena decir que junto con el se caían todos los sistemas de oposición que bajo los lineamentos del socialismo se sustentaban en varios países europeos y americanos. Todo estaba perdido, ya no habían verdades, fue lo que Lyotard bautizó como el fin de los relatos, ni Dios, ni la Nación, ni el Rey, ni el Imperio, ni nada le decía al hombre para donde ir, ya no había una causa en la cual empeñar el esfuerzo de una vida, solo la economía capitalista reinaba, pero esta se sustenta en el egoísmo y en la competencia individual, cada quien trabajaba para su familia y para sí mismo, para comprar la felicidad que los medios le vendían. El arte también se quedo sin causas para defender, así como el hombre mismo ya no defiende nada que no sea su trabajo, su casa, y su televisor.  Todo ese camino para llegar a la individualidad que me reflejaba esta artista, individualidad subjetiva.

Lo subjetivo se opone a lo objetivo, y lo subjetivo parte desde las características propias de mi concepción de mundo, desde la forma en que lo aprehendo, y si todo el performance se denominaba laboratorio de este tipo de conceptos, se supone que partía desde la concepción que la artista tenia del mundo, de cómo ella a través de su cuerpo nos “comunicaba”, si ese verbo aun tiene alguna relevancia en el arte de nuestros días, él como ella ve su mundo, su intimidad, sus relaciones personales e incluso a sí misma, y aunque ella solo en la mitad de todo figuró como protagonista, es natural que ella es quien lo protagonizaba, y tal vez lo incomodo de todo este asunto es eso, que todo lo embarga ella, que todo gira en torno a la subjetividad de quien plantea la obra, y que quien la mira queda excluido de cualquier conclusión propia, ya que todo debe estar sujeto a la sensibilidad de la artista.  ¿Qué queda para el espectador? para mi caso, neófito en todo, me deja bastante confusión entre otras cosas. En primer lugar, con mi mentalidad básica, busco en el arte la belleza, la cual no quisiera considerar como subjetiva, y es verdad que en este tipo de actos se encuentra, ¿Cómo?, en el cuerpo humano.

Al mirar de nuevo atrás en la historia del arte el cuerpo humano ha sido una buena fuente de belleza, insisto con Ingres, Botichelli, Bellini o Tiziano, y bien que aquí encontramos esa belleza del cuerpo, sin embargo hay que repensar si no se ha vuelto un recurso facilista, en especial en cuanto a expresión corporal se refiere, la necesidad recurrente de desnudarlos, y más que del desnudo en si la desnudes propia del artista, casi como único elemento que remite a la intimidad de la misma, intimidad que siempre aparece como protagonista en es especial en las tesis de grado de artistas plásticos de la Universidad Nacional, por lo menos hasta donde he visto. Ahora bien, la formación que he logrado tener me lleva a buscar leer algo en lo que veo, buscar algún sistema simbólico, lo cual no veo por ningún lado en este muchos de los nuevos performance, en gran medida porque si usaran algún tipo de sistema simbólico quedaría atrapados por la academia a la que me imagino le huyen. 

La ausencia de un sistema simbólico, por lo menos en este acto u obra artística en mención, plantea un gran problema: Según los teóricos de la Escuela de Chicago, Blumer y Mead, lo humano no está guiado por regularidades comportamentales, como lo planteaba el behavorismo o el pragmatismo, es decir que el comportamiento estaba dictado según el estimulo y la respuesta que este producía, por el contrario el estimulo, que puede ser un símbolo, interactúa con lo que el sujeto ya tiene metido en su cabeza, es decir que las formas de concebir el mundo y por ende de actuar frente al estar determinadas por una parte propia, que podríamos llamar subjetiva, y una parte de afuera que está dada por sistemas simbólicos establecidos. Pero ¿Qué pasa si el arte se despoja a sí mismo de cualquier símbolo socialmente registrado? ¿Se crearían nuevos sistemas simbólicos? En mi opinión esto no es posible en cuanto a que los artistas no están centrados en construirlos sino que pareciera que su objetivo, si existe, es mostrarse ellos mismos, mostrar que la subjetividad propia es el arte, lo cual nos arroja irremediablemente a un absoluto relativismo, con su base en el individualismo ¿Cómo?

Hace ya varias décadas Lacan puso a andar los estancados conceptos del psicoanálisis, y mostro como lo humano se construye a sí mismo a partir de un otro, el cual narraba al sujeto y le imponía un significante que lo configuraba como sujeto en sí, este otro se puede llamar familia o sociedad. Esta construcción de lo social hacia el sujeto se podría dar, esto ya no lo dice Lacan, a través de lo simbólico como lenguaje, que tan relevante es para lo social; banderas, escudos, esculturas, ideales de belleza, instituciones, etc. Ahora bien ¿Qué pasaría en una sociedad donde los sistemas simbólicos sean subjetivos e individuales? pasaría que ya no tendríamos ningún tipo de símbolo, y esto reflejaría que la sociedad ya no tiene un lenguaje común en cuanto a lo simbólico, lo cual daría que dicho lenguaje se pierda. Si yo estoy en un performance,  el cual previa o posteriormente debe ser explicado con palabras enunciadas o escritas, que no se explica por sí mismo, me atrevo a formular, según ello, que el arte ya no tiene un sistema simbólico que me permita como espectador obtener un mensaje que no parta de mi inconexión con la obra, es decir; este tipo de arte no me comunica nada en cuanto a que no tiene símbolos que previamente yo haya aprehendido, no trastoca nada, no me dice nada, no interpreto nada, y por ello cualquier objetivo de la obra se pierde, en medio de ese absoluto nihilismo solo empiezo a ver la individualidad de la artista y sí misma, y el orgullo del tutor de tesis que por la palabra y no por el símbolo, ha entendido todo lo que hizo su pupila, a decir verdad empiezo a ver egos y no arte.

Ahora bien, se dirá que mi argumentación es netamente postulatoria, ya que parto de la premisa de que el arte debe tener un objetivo, y se me juzgara bien porque no le veo sentido al arte por el arte mismo. Un tipo de arte ausente de sistema simbólico no mueve nada, unos cuerpos moviéndose aleatoriamente según sus “subjetividades” no deja de evidenciar, para mí, el nihilismo de lo humano que ya no cree en nada que no sea el mismo sujeto, y que considera que su mundo es lo único que importa y que su impresión de él debe ser comunicada sin tener en cuenta visiones más generales. Es el mismo mundo individual que ha construido la economía y la política, la competencia de los egos sin ninguna causa que la expresión y la supuesta felicidad de sí mismo, y en es ese orden de ideas solo veo un arte que lo arrastro el mundo y que ya no está a la vanguardia del mismo, el arte ya no indica para donde va el mundo sino que es arrastrado por el, perdido de cualquier capacidad crítica se quedo en la sensación, como la filosofía se perdió en la enunciación. Es tan chocante todo este asunto que se me podría decir que yo mismo recurro a la subjetividad al partir de mi percepción, lo cual no es un contraargumento si no un argumento en sí mismo, que muestra como este arte se autodestruye en su tiránico relativismo que deja sin piso cualquier argumento que lo sostenga o que lo ataque.

Se me tildara que soy uno de esos elementos que mira para atrás, que no deja que el mundo ande y encuentre su propio rumbo, que coarta la libertad del artistas de explorar en sí mismo y de cuestionar desde su subjetividad la supuesta objetividad del mundo, pero a decir verdad cuando acudo al arte espero que me comunique algo medianamente claro, no por discursos lingüísticos por que esos siempre son validos, sino por lo que mis ojos sin uso del lenguaje puedan comunicarme y puedan moverme. Insisto en que no soy artista ni erudito en arte, insisto que por avatares de mi trabajo termine en ese auditorio meditando.


[1] Sitio donde se presento la obra artística. El edificio es un Claustro fundado por los agustinos en el siglo XVII, el cual luego de ser el Batallón Auxiliar en épocas virreinales y estar casi en ruinas para inicios del siglo XXI, fue recuperado por la Universidad Nacional, la cual puso en funcionamiento su Sistema de Patrimonio y Museos en dicha edificación. 

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