lolo

21 dic 2011

Sin nombre


No soy la roca ni el camino              soy la sombra y el grito,
soy el fulgor pálido de la espada          chocando contra el escudo de hierro.

Eterna sombra del ruego,                eterno llanto en medio del trueno,
me rodea el dolor de los héroes,          dolor silencioso y vivo.

No soy el llanto de la madre,         ni la preocupación del padre.
Soy el gobierno del tirano,          y su muerte por mi mano.

Gloriosa lluvia de fuego,                   que arrasa con lo malo y lo bueno.
Ceniza del espacio y del tiempo,          clamor lejano que suena en estruendo.

Nacido de las cuevas más oscuras,        criado y alimentado por la lluvia,
entrenado en el crujir del hielo,               y muerto por la deserción humana.      

No soy la pérfida vanidad del humano,        no soy la luz de lo no sacro.
Soy la estrella olvidada por el hombre,        que brilla solo en acero noble.

Hermoso cantico trágico y eterno,               canto del destino guerrero,
del soldado pagano muerto y enterrado,        del aniquilado ardor sin fuero.

Cobardia eterna de los humanos,          desertores de sus propias promesas.
Refujiados en su minima pobreza,        solo dignos por valor hurtado.

No soy el futuro inexistente,          ni la seductora promesa del presente.
No soy eso ni el pasado,          solo soy un clamor lejano:

…muere dignamente, lo demás contigo quedó enterrado. 

Autodeterminación, decisión y libertad. ¿Donde somos libres?


Julio Cesar cruzando el Rubicón. Con este acto se inicia la expansión de Roma hacia el Norte de Italia , para posteriormente cubrir toda Europa.

La frase de Freud suena a sentencia “no somos libres”[1], sin embargo el ensayo del psicoanalista argentino Gabriel Lombardi[2], pretende reivindicar la libertad, no individual como la propone el liberalismo ingles y hoy en día el neoliberalismo, sino una libertad que parte desde la naturaleza misma del sujeto, como sujeto limitado. Lombardi intenta defender su posición desde una revisión de algunos casos clínicos de Freud, pero sobre todo desde algunos supuestos de Lacan. En este sentido Lombardi planea responder a la pregunta del como el psicoanálisis interviene en la lucha entre el determinismo y el libre albedrío.
El psicoanálisis, si es mirado como disciplina estructuralista, se lee como si planteara una macroestructura de constantes que definirían, e incluso manipularían, a los humanos, desde su nivel particular hasta su nivel social, sin embargo Lombardi nos recuerda que todo este supuesto parte de una decisión personal de cada sujeto, decisión personal que se materializa en la toma de elecciones según ciertas opciones que afectan su vida anímica y material. En este sentido Lombardi asegura que hay dos reales; uno, un real irremediable, y el otro, uno que parte del acto de elegir. En este último se concentra el autor en mención.
Para seguir este acto de elegir el autor se remonta a las primeras definiciones de  libre albedrio, por lo menos en la tradición occidental. Desde Aristóteles, como filosofo por excelencia de las primeras escuelas filosóficas cristianas, se sostiene el libre albedrio como una opción final que tiene el hombre de decidir entre lo divino y lo mundano, entre la virtud y el pecado, sin embargo el problema radica en si lo humano está predeterminado al pecado o si dicha decisión parte de una autodeterminación. Quienes argumentaron que el pecado no era heredado, por lo cual una intervención divina era innecesaria, fueron acusados de herejía, como es el caso de Pelagio, es decir que el pansemiento cristiano primitivo considera lo humano como destinado al pecado, este problema de concupicencia será retomado por Lutero, quien verá la redención humana por encima del pecado como solo realizable por Dios, lo que anularía cualquier opción de decisión humana frente a su comportamiento.
Pero volviendo a los primeros cinco siglos del cristianismo Lombardi cita a Anicio Boecio, quien saldó el problema con una posible paradoja, en cuanto que las cosas marcha correctamente hasta que el hombre opta, o decide, el pecado, y agrega que el saber de Dios es limitado solo por la acción del humano, o es eso o es Dios el autor del pecado. Sobre esta doble expresión paradójica y  mutuamente excluyente, Lombardi, inserta lo que será su principal argumento, y es que cualquier referencia a la autodeterminación toca y afecta la estructura del Otro, en este caso del Otro divino. Esto también permitiría remitirnos a otro de los grandes doctores de la iglesia, San Anselmo de Canterbury, quien también evidencia la paradoja y la relación entre la decisión y la falla del Otro:
“No pienso que la libertad de albedrio sea el poder de pecar y de no pecar, pues si esta fuese su definición, ni Dios ni los ángeles, quienes no están en capacidad de pecar, tendrían libre albedrio, lo que es impío decir”[3]

 Si sumamos esto al argumento de Boecio tendríamos que la determinación del humano limitaría el poder de Dios o incluso lo cuestionaría, entendiendo a Dios como al Otro podemos acercarnos más a los argumentos analíticos de lo humano y alejarnos de la teología. En este orden de ideas el método del psicoanálisis, la libertad asociativa, tiene su base en la relación de alienación y separación con el otro, entendiendo que el humano no se desarrolla como una isla, o como un planeta, alejado del otro, sino que depende de la interacción con él.
Volviendo a Lomardi; esta relación, y posible separación, se realiza desde el ser que es pensado por el psicoanálisis como ser hablante (Parlêtre) más que como ser pensante o razonable (Cogito), el cual, desde esta capacidad hablante, está en modos de decidir, sin embargo al no hacerlo entra en estado neurótico. Según Lombardi, cuando el neurótico restringe la libertad asociativa entra en la repetición compulsiva, y es en este estado cíclico del paciente donde el analista se sumerge.
Tomando al sujeto como ser hablante, se inserta otra variante, en la cual se mueve el psicoanálisis; el tiempo. El psicoanálisis, incluso la psicología, tiene como deber insertar al paciente en una coordenada temporal, lo cual liberaría al sujeto de una conciencia de eternidad, de una falta de certeza del tiempo, algo parecido a la espera atemporal de la muerte, como nos comenta Lombardi. Según el autor el psicoanálisis introduce una marca en medio del antes y del después, lo que le revela al sujeto la imposibilidad de remontarse en el tiempo, incluso se podría hablar de un tiempo objetivo ya pasado, tiempo sobre el que el paciente debe actuar con propiedad. Aquí el tiempo se toma como algo irremediable, como algo real,  en el cual la angustia, también situada en esta coordenada de tiempo, es el preludio del acto, de la toma de una decisión, y como único remedio ante una repetición que surge como síntoma, y que impediría la total definición de sujeto por impedir el acto. Es decir que la superación del síntoma como señal de angustia llevaría al sujeto a la toma de una decisión sobre su vida, entendida como una coordenada temporal, entendiendo que el trauma no es algo inherente eternamente a él (una maldición) sino un evento exacto que lo marco.
Bajo este supuesto de la capacidad de elección del paciente, Lombardi asegura que esta cualidad de elección se materializa en lo que él llama “elección del trauma”[4], y a continuación explica: Esta elección del trauma se da en el momento en que el sujeto decide callar, para sostener al Otro, generalmente al Otro que goza conmigo, y que me reduce a objeto, desde allí surge el síntoma y la patología, la cual no es la causa del trauma sino la consecuencia, en el caso del Hombre de las ratas, la renuencia a elegir es la causa de la neurosis, no al revés. Si bien esta afirmación podría parecer repulsiva, si se le mira desprovista de emociones, podríamos apreciar que algunos casos aberrante de abuso del otro sobre un sujeto se dan con complicidad del agredido, por ejemplo el maltrato familiar, Caso arquetípico en que la mujer no denuncia a su agresor por miedo a que este pague las consecuencias legales que su violencia le provocaría, es decir, que la mujer, el sujeto, no denuncia al agresor, el Otro, para sostenerlo.
Este estado de angustia, o dado el caso de patología, se sostiene o bien en el autoreproche, o en la ausencia del mismo, es decir que para el autor una patología se apuntala en la visión que se tenga de uno mismo, y como se justifica o no lo que sucede. Lombardi explica como por ejemplo la histérica pone la causa de su estado en el Otro, pero también reconoce, con culpa, que tuvo la capacidad de elegir, así el autoreproche se reprime. El paranoico por el contrario no ve su culpabilidad de ninguna manera, por lo cual no cree en el autoreporche, para él la culpa está completamente en el Otro. Y el obsesivo sabe completamente que es su culpa, vive en el autoreproche e incluso lo exagera. Si bien el autoreproche es propuesto como básico para el psicoanálisis, este autoreproche está relacionado con el Otro, con la opción de si culpabilizo al otro o si me culpabilizo a mi por gozar del otro. Volviendo al caso de la mujer maltratada por su esposo; ¿no es recurrente que la mujer vea el maltrato como falla suya?
Lombardi vuelve al famoso caso de Freud “El Hombre de las ratas”, desde allí nos muestra como este sujeto, luego de un hecho en que algo se le es mostrado como prohibido[5], crea un ilusión, o fantasía, de una mirada escrutadora del pensamiento por parte de su padre, esta fantasía lo acompañara en su juventud materializada en su incapacidad de elegir, repitiendo una sentencia inexistente de su padre[6]. Insiste Lombardi que la falta de elección no es la consecuencia sino la causa de la neurosis. El analista busca ayudar al paciente a reconocer el síntoma y encontrar la elección que causo el síntoma y la patología, partiendo del supuesto que el paciente conoce cuál fue la causa de todo, cuál fue su decisión o la falta de ella.
Lombardi pasa a internarse más en los argumentos de Lacan y agrega que dicha elección pudo a ver sido forzada, pero sigue siendo una elección. Esto se podría interpretar como que si la elección debía hacerse, en el caso más extremo, entre la muerte o el convertirse en objeto de goce del otro, la elección de la vida, hasta en ese momento extremo es una elección.
Esta elección forzada se sostiene en la dicotomía de la alienación y la separación de Lacan, el primer momento es en el que el sujeto ya no funciona en pos de sus necesidades sino por la implantación de un significante sobre sí mismo, es decir que funciona para el Otro. La separación, como una toma de decisión autónoma sobre nuestras propias limitaciones, es parte de prestar atención al otro, y apreciar como ese otro también tiene un deseo y por ello una falla, una hiancia. De nuevo al problema marital; si la victima maltratada advierte de las falencias del otro, que son sus necesidades de estar con ella, encontrará como el maltratador también tiene unos deseos, unas necesidades (afectivas, económicas, psicológicas etc.) las cuales ella permite ser efectivas, en esa falla, la del Otro, la “victima” puede separarse de su alienación.
De este modo Lombardi concluye que el la neurosis no responde a unas causas mecánicas o fisiológicas (como intentaría concluir la psiquiatría), sino que depende de un ser capaz de decidir su propia neurosis, es decir que la neurosis esta en medio de la elección que hace el sujeto. El psicoanálisis, continua Lombardi, tiene su objetivo como método en la “revisión de la elección de la neurosis” en un sentido de libertad asociativa. Todo esto para no caer en soluciones “sugestivas, reeducativas, farmacológicas, etc” sino en respuestas que partan desde el mismo sujeto y su relación con el otro.
Siguiendo la línea argumentativa de Lombardi, nos podemos remitir a otro texto: En “El Tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada, un nuevo sofisma”[7] de 1966, a través de la parábola de los tres reclusos, Lacan plantea la importancia de varios tiempos para la elección (acto) de un sujeto. Según Lacan en un principio está el “instante de la mirada”, este tiempo parte de la condición escópica de donde se saca la primera conclusión, la cual puede ser herrada. En segunda instancia esta el “tiempo para comprender” en el cual, a través de la racionalización de sí mismo en relación con los otros se crea un conocimiento empírico de una situación, es la pregunta sobre el otro y sobre mí mismo. Por último está “el momento de concluir” en el cual, partiendo de el conocimiento alcanzado, y debido a la emergencia del actuar del otro sobre mí mismo, se debe tomar una rápida decisión, una conclusión sin meditación a priori. Es la conclusión que después se convertirá en retroactividad, donde adquiere sentido el tiempo para comprender[8] y donde el sujeto tiene la capacidad de elegir, es el momento en el que la esposa martirizada, al ver en riesgo su vida o la de sus hijos (emergencia de concluir) decide demandar, irse de la casa, enfrentar al agresor, etc. Esta elección se da con el conocimiento, racionalmente apropiado, que el dice que no le pertenece a su marido, que hay leyes que regulan la violencia intrafamiliar, que sus amigas no están sometidas a maltrato, que su condición no es natural etc[9].
Estos tres tiempos son los que se dan en el análisis, en primera medida hay una observación poco profunda del paciente en cuanto a su propia condición patológica, tal vez equivocada, a esta visión, se le añade un sentido de racionalizar, de poner en palabras entendibles por lo que el sujeto cree haber pasado, es a lo que Lombardi se refiere cuando habla de poner una marca temporal real en el trasegar del sujeto. El riesgo principal está en que el paciente se quede cíclicamente en estos dos primeros tiempos, sin embargo solo desde la decisión propia del paciente este salta al momento de concluir, realiza un acto liberalizante, que para el texto que hemos venido examinando, traduce en que el sujeto decide, toma su vida en sus manos, con todo lo que su vida tiene; su pasado, sus recuerdos, sus relaciones sociales, su cultura, etc.
Es necesario hacer hincapié en la naturaleza de esta elección, para lo cual deberíamos preguntarnos: ¿Es el acto o la elección una revolución? ¿Es el acto la libertad absoluta del sujeto? A todas luces no. Según lo plantea Lacan los presos de su relato siguen el proceso planteado por el director de la cárcel, sin violar ninguna regla. Las leyes naturales, tiempo, espacio, incluso la existencia del otro, lo social, no dejan de existir, no se eliminan ni se pasan por encima, solo se replantean desde mi nueva opción, desde mi nueva decisión.
 Podríamos ejemplarizarlo en la historia de Connie, la famosa Lady Chatterley, la protagonista de la más famosa novela del ingles D. H. Lawrence[10]. Connie, junto con su amante, deben vivir una relación oculta para no entrar en conflicto con los lineamientos de la Inglaterra de entre guerras, en gran medida por el extracto bajo del amante de la aristócrata Connie. La posibilidad, para huir de la muerte social, era la de escapar Estados Unidos, dejar todo atrás, sin embargo al final de la novela deciden afrontar el mundo, Connie enfrenta a su esposo y le pide el divorcio además de contarle toda la verdad, se enfrentan a lo real desde lo real mismo, El amante de Lady Chatterley continua su vida humilde esperando a su amada y el mundo no cambia pero si es tomado de manera diferente por los protagonistas, sus destinos dependen de ellos con las sujeciones que aun les impone la sociedad. Lawrence no nos relata una revolución (que es lo que todos quisiéramos leer) nos relata una decisión autodeterminante, un acto. Connie decide, toma una posición, para no continuar con su vida aburrida que podría, por medio de la represión, desembocar en un infierno.
Lombardi concluye, que si bien Freud planteó que el inconsciente en gran media es el culpable de los síntomas neuróticos, su teoría también evidenció que los síntomas, que las patologías que estas atestiguan, no dependen de hechos simplemente accidentales y que escaparían del alcance del humano, sino que por el contrario se plantearía, desde Freud y en mayor medida desde los desarrollos de Lacan, que el sujeto tiene la capacidad de elección.
¿Qué posición tiene la sociedad actual sobre la libertad de elección? ¿se aplica este concepto de elección que el psicoanálisis a desarrollado? Al observar con atención pareciera haber una falla en la concepción actual de libertad, o de libre albedrio, en cuanto a que está planteada como una libertad absoluta, en todos los aspectos.
La libertad como variante histórica se ha desarrollado desde diversos órdenes, pero en general es un discurso que se ha elaborado desde la ilustración hasta nuestros días, y ha estado cada vez más ligada al capitalismo en cuanto a que se combino con las ideas del capitalismo, o del liberalismo económico. Tiempo antes de la Ilustración la iglesia, es decir Dios, era quien determinaba hasta donde iba el sujeto, que debía hacer, como, cuando y donde. A la caída de la iglesia como único referente de verdad se levanto el nacionalismo como referente del sujeto, era la nacionalidad la que dictaba el comportamiento, e incluso las elecciones de quien se suscribía bajo esa nacionalidad, sin embargo en lo que se ha nombrado como posmodernidad, el sujeto ha abandonado cualquier noción de referente que lo defina, hacia nuestros días el sujeto se autodetermina[11], ¿esta autoderminación del sujeto se puede entender como la libertad final del sujeto?, Dufour, en el libro ya citado, parece estar opuesto a dicha idea, ya que la democracia se ha convertido en una real confusión en cuanto a que ha dejado a lo humano sin referente más que si mismo, es el panorama apocalíptico que nos plantea el posmodernismo, el trillado final de los relatos. Sin embargo hay algo que se podría proponer como determinador de los comportamientos de los sujetos; El Mercado.
Adam Smith, en La Riqueza de las Naciones, mostro como la economía se movía según una mano invisible, aunque en un comienzo se propuso que era Dios el dueño de dicha mano, la verdad es que el mercado, incluso de Dios liberado, se convirtió, entrando el siglo XX, en un monstruo completamente independiente de cualquier gobierno. Incluso con los procesos de globalización el mercado quedo excluido de la nacionalidad, hoy vemos como la Unión Europea por más asambleas que tenga no logra controlar el mercado. Esta libertad del mercado como quimera se sostiene en el consumo desenfrenado de la población. Para estimular el consumo, a comienzos del siglo XX, se creo todo un mundo de ideales a los cuales las personas debían aspirar, y sobre los cuales debería moverse la sociedad. Estos ideales impulsan  a los sujetos a que para ser alcanzados deben poseer unos artículos que los acreditan para lograr dicho ideal que se promociona en los medios.
Esta libertad que se plantea a través de este proceso no prevé la toma de decisiones autónomas por parte de los sujetos en cuanto a su vida refiere, sino que ha planteado otro tipo de alienación con otro ¿Quién es eso Otro? El Mercado, el cual a través de la moda, de la necesidad de adelanto tecnológico, de la necesidad de estatus por propiedad y por consumo, determina como debe el sujeto comportarse.
Como vimos con Lombardi la definición de la falla de otro, ya fuera Dios, o otro humano (semejante) se podría llegar a lograr. Este otro seria el que me determinaría, el que gozaría conmigo, el que me convertiría en un objeto para su placer. Para salir de dicho ciclo yo tomaría la determinación desde mi conocimiento propio y el conocimiento del Otro y de sus fallas, sin embargo con algo tan etéreo como el Mercado el conocimiento del Otro, o de las fallas o necesidades del mismo es casi nulo. ¿Quién puede liberarse completamente del mercado? Si bien algunos movimientos intentan hacerlo, la verdad es que parecería ser casi imposible.




[1] Freud, Sigmund. Psicopatología de la vida cotidiana. Obras Completas. Ediciones Amorrortu. Buenos Aires. 2006.
[2] Lombardi, Gabriel. Predeterminación y libertad electiva. En: El sujeto contemporáneo, una perspectiva analítica –filosófica. Editorial Universidad de Antioquia. Instituto Filosófico, Medellín. 2009.
[3] San Anselmo de Canterbury. Sobre el Libre albedrio. Capítulo I, 489, C. (444) Uniandes, 2007. p.127.
[4] Lomardi. Op, cit. p. 16
[5] Según el relato de Freud, el paciente había tenido un encuentro erotico con su niñera, la cual le había dejado acceder visual y táctilmente a su cuerpo con la condición de guardad secreto sobre ello. Freud, Sigmund. A propósito de un caso de neurosis obsesiva, El caso del Hombre de las Ratas (1909). En: Obras Completas Vol. X. Amorrortu Editores. Buenos Aires 2006.
[6] El Hombre de las Ratas es incapaz de elegir entre una mujer rica no amada o pobre pero amada, decisión a la que se había enfrentado el padre, quien había optado por la mujer pobre que amaba, onviamente con consecuencias sociales. Esto, sumado a la necesidad de evitar que el padre se enterará de sus exploraciones libidinosas con su niñera dan por resultado la neurosis del sujeto, que no es otra cosa que su falta de decisión sobre su vida anímica.
[7] Lacan, J. El Tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada, un nuevo sofisma (1966). En: Escritos I. Editorial Siglo XXI. México. 2005. pp.187- 203.
[8] Gómez Lozano, Luisa Fernanda. Del acertijo que plantea el enlace entra la libertad y el acto. En: Desde el Jardín de Freud. Escuela de Psicoanálisis, Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional de Colombia. No. 9. Bogotá 2009. pp. 61-71.
[9] Si bien este hipotético caso de la mujer maltratada se propone de manera facilista, es necesario aclarar que este tipo de reacción de libre albedrio se daría a través de un camino tedioso en el cual la mujer maltratada encontraría el por que de su necesidad de ser maltratada, y es bastante probable que dicho proceso necesariamente estuviese acompañado por un especialista.
[10] Lawrence, D.H. El Amante de Lady Chatterley. Traducción al español: A. Boch. Planeta. Barcelona. 1981.
[11] Dufour, D R. Locura y Democracia, ensayo sobre la forma unaria. 1996. Fondo de Cultura Económica. México, 2002.

Bibliografía

·         Dufour, D R. Locura y Democracia, ensayo sobre la forma unaria. 1996. Fondo de Cultura Económica. México, 2002.
·         Freud, Sigmund. A propósito de un caso de neurosis obsesiva, El caso del Hombre de las Ratas (1909). En: Obras Completas Vol. X. Amorrortu Editores. Buenos Aires 2006.
·         ____________. Psicopatología de la vida cotidiana. Obras Completas, Ediciones Amorrortu. Buenos Aires. 2006.
·         Gómez Lozano, Luisa Fernanda. Del acertijo que plantea el enlace entra la libertad y el acto. En: Desde el Jardín de Freud. Escuela de Psicoanálisis, Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional de Colombia. No. 9. Bogotá 2009. pp. 61-71.
·         Lacan, J. El Tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada, un nuevo sofisma (1966). En: Escritos I. Editorial Siglo XXI. México. 2005. pp.187- 203.
·         Lawrence, D.H. El Amante de Lady Chatterley. Traducción al español: A. Boch. Planeta. Barcelona. 1981.
·         Lombardi, Gabriel. Predeterminación y libertad electiva. En: El sujeto contemporáneo, una perspectiva analítica –filosófica. Editorial Universidad de Antioquia. Instituto Filosófico, Medellín. 2009.
·         San Anselmo de Canterbury. Sobre el Libre albedrio. Capítulo I, 489, C. (444) Uniandes, 2007. p.127.

1 dic 2011

RESEÑA: Carlos Medina Gallego. Autodefensas, paramilitarismo y Narcotrafico en Colombia. "Puerto Boyacá"

ÜGallego, Carlos Medina. Autodefensas, paramilitarismo y Narcotrafico en Colombia. Editorial Documentos Periodísticos. 1990.

Carlos Medina Gallego es autodeclarado como anarquista, reconocido por sus investigaciones sobre el conflicto colombiano, tema al cual dedico sus tesis de maestría y doctorado en historia, cursados en la Universidad Nacional de Colombia. En esta misma universidad ha ejercido como investigador y docente de las Facultades de Ciencias Humanas y de Derecho. Además ha trabajado en la UPTC, en la Secretaria de Educación de Bogotá y en la Gobernación de Arauca. Sus textos han descrito las historias de grupos guerrilleros, movimientos sociales, y conflictos sociales en especial en la contemporaneidad del país.

Puerto Boyacá, por diversos factores, y en especial por su posición geográfica, es un caso paradigmático en medio del conflicto colombiano posterior al establecimiento del Frente Nacional. Este caso paradigmático es precisamente de donde arranca Carlos Medina Gallego para narrar la creación de los grupos paramilitares en medio de un caldeado ambiente político y social.

Es precisamente desde el ámbito de lo político en donde Medina ve la génesis del conflicto, no como nuevo, sino en articulación con el conflicto bipartidista de los 50. Esta articulación se encuentra en el nodo de Rojas Pinilla, y el establecimiento, posterior a él, del Frente Nacional. En medio de esta milimétrica burocrática hay un auge de movimientos alternativos de naturaleza diversa, como es el caso de la ANAPO y el MRL, entre otros muchos más. El subterfugio de estos grupos había un sustrato del Partido Comunista y de ideologías de izquierda. Además de la creación de grupos de autodefensas y revolucionarios de carácter también socialista como las FARC y el efímero MOEC.

Medina describe el auge del dominio de las FARC en la zona, que en un inicio actuó para poner orden en la zona, en especial al robo de ganado. Con la fundación del Frente XI de las FARC se inicio una campaña de boleteo y secuestro que terminó por enemistar a los campesinos con la guerrilla y estimulo el germen de una lucha anticomunista. Esta separación gradual entre el pueblo y la guerrilla aumentó el clima de crisis después de 1978, periodo en el que el PCC y las FARC, quienes habían dominado ampliamente la zona del Medio Magdalena, iniciaron su distanciamiento. A la ida del Frente IV, solo quedó el Frente XI, al que la gente distinguió como el más radical y autoritario. Este frente aumentó las exigencias, incluso a pequeños propietarios, ya que los grandes terratenientes se fueron de la zona por el recrudecimiento del secuestro, La situación se hacía insostenible.

Aprovechando en parte la desazón del pueblo con la guerrilla, el gobierno central trasladó el Batallón “Bárbula” y la Brigada XIV a la zona. Lo que debería indicar presencia del Estado se tradujo como el inicio de una creciente represión militar en los años 1982-83. Esta represión, sumada a las exigencias de la guerrilla dejó a la población en el fuego cruzado transformando las condiciones de vida de la población en poco menos que miserables, con la consecuencia inmediata del desplazamiento. Medina nos muestra esta situación por boca de algunos de los directamente afectados, sin embargo advierte que algunos prefirieron que sus testimonios no se publicaran, prueba irrefutable de la poca evolución del conflicto en la época de escritura del texto en cuestión.

A la llegada de Belisario Betancourt, y su esperanzador discurso de posesión lleno de elocuentes llamados a la paz, se inició el cambio de actitud del ejército, la represión menguó, mientras el anticomunismo arreciaba. La población se identificó cada vez más con la fuerza pública, mientras los líderes militares, a través del discurso, configuraron regionalmente un mundo bipartito, el de la guerra fría. Medina cita los discursos del General Echeverri, personaje por excelencia de la milicia anticomunista, y del General Yanine, quien con una retorica positivista pretende ganarse la población para ganar la guerra. Este tipo de nueva guerra se complementó en 1983 con la Doctrina Seguridad Nacional, que se traduce como la ampliación de lo bélico en lo económico, lo social y lo psicológico, que también incluye la creación embrionaria de grupos paramilitares. Medina traduce la DSN como la “guerra sucia”. El conflicto se radicaliza de parte y parte, y a esto se suman las acciones del MAS (Muerte a Secuestradores), que al ser investigado por la Procuraduría no se ve afectado, sino legitimado.

El autor ve en el foro octubre de 1984, en Puerto Boyacá, como la consolidación del proceso paramilitar, toda la región se une entorno a estos grupos anticomunistas que se sustentaron en la desconfianza por treguas o diálogos de paz del gobierno y la guerrilla. Esta consolidación se dio no solo en un nivel regional, también a nivel nacional con la consolidación de la Sociedad Colombiana de Defensa de Tradición, Familia y Propiedad (TFP), la cual sustentada en opiniones de juristas y periodistas de gran prestigio nacional, inició una lucha semi-oficial contra la subversión. Medina también cita la materialización de estos esfuerzos de una gran parte de la sociedad colombiana en documentos como el titulado “La Legítima defensa de los campos colombianos”, con oración anexa. Este tipo de discursos hacen un llamado a la “legítima defensa” y la “defensa de la seguridad” como derecho supremo, con lo que se busca, a través del derecho, justificar la existencia de grupos paramilitares, de los que nadie se hace responsable; el Ejercito dice que Autodefensas son de origen Comunista y desmiente que FFAA las haya creado, lo propio hacen las FARC. Hay que resaltar que Medina también cita a quienes se opusieron a una legitimización de estos grupos por estar en detrimento de la democracia por ellos imaginada.

Medina hace énfasis en la creación de la Asociación Campesina de Agricultores y Ganaderos del Magdalena Medio (ACDEGAM) en 1983, primer asociación legal para combatir el comunismo, según el autor. Esta organización ejerció como coordinadora de grupos de Autodefensa, como los de Gonzalo y Henry Pérez, la organización de simulacros de ataques guerrilleros, y también la creación de una fuerte organización social (escuelas, hospitales, tiendas, etc.) Medina califica a Puerto Boyacá como una “Republica Independiente Anticomunista” (p. 231). Si bien al autor recalca que no hay pruebas de financiación del narcotráfico a la ACDEGAM, si parecen ser evidentes los sigilosos apoyos a esta actividad en el periódico Puerto Rojo, que se había convertido en órgano difusor de la ACDEGAM.

En tentadora comparación con la Parapolítica y esta organización antisubversiva, la cual ponía y quitaba alcaldes y concejales en la zona, en lo que se llamo Frente Común anticomunista. Por esta misma época, hacia 1987, el conflicto se radicalizó con los asesinatos de Jaime Pardo Leal (1987), candidato presidencia de la UP, y Pablo Emilio Guarín, primer dirigente anticomunista del país. En este ambiente de imposible acercamiento hace su entrada hacia 1988 el narcotráfico y el sicarito, llevado a luz pública por una serie de escándalos mediáticos. Ante la presión que ejerce la opinión pública por la situación de Puerto Boyacá y el Magdalena Medio, el gobierno, a través de DAS, inicio investigaciones y emitió acusaciones a los grupos paramilitares de la región. Estos grupos, con la vocería de los líderes de la ACDEGAM, acusaron al DAS, y al general Maza Marques, de estar infiltrados por las FARC. Esto evidenció una serie de discursos paralelos que hasta nuestros días empiezan a desenterrar las lealtades con las que jugaron los distintos actores del conflicto (en los que lógicamente se incluye el gobierno). El poder central inició una especie de persecución oficial a los grupos paramilitares, lo que desembocó en un atrincheramiento de estas organizaciones antisubversivas (y colaboradores) en el Magdalena Medio en medio de un total respaldo al Alcalde Luis Alfredo Rubio Rojas. La historia termina en punta a la espera de los resultados de una gran reunión de los líderes regionales que buscan continuar su organización de autodefensa.

La metodología utilizada por el autor es la articulación de diversos testimonios de protagonistas de arriba y de abajo, a lo cual ya nos tiene acostumbrados el profesor Medina, junto con discursos y noticias de prensa. Esta articulación se complementa con la narración del propio autor de los hechos, no solo para concitar los testimonios, sino para añadir conclusiones y tesis que agrupan los acontecimientos de forma coherente, si tal coherencia se pudiera concluir. El uso de bibliografía secundaria es casi inexistente, lo cual no va en detrimento del texto, por el contrario, le da una gran credibilidad, más que por un fetiche en la fuente primaria, por una reconstrucción de los eventos a través de una triangulación de varias fuentes. Su lenguaje es fácil de digerir en parte por no tener que sustentar los hechos en marcos referenciales eruditos. Y si bien promete ser un estudio regional, en medio de la narración también se hacen paneos a la situación nacional que permiten contextualizar de manera más general el conflicto de esta paradigmática zona.

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