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17 abr 2012

Tres comportamientos que se pueden tener frente a Dios, según el Evangelio de San Juan.


La Curación del Ciego. El Greco. 1567.
El evangelio (San Juan. Cap., 9) narra un milagro, San Juan narra pocos pero cuando los narra les dedica un capítulo entero, en este milagro Jesús sana a un ciego de nacimiento, y allí vemos tres reacciones diferentes frente al milagro, que se pueden traducir en tres reacciones diferentes frente a Dios y frente a su revelación, es decir frente a Cristo:
La primera es la de los fariseos, judíos ortodoxos, que no creen, y que inician la investigación sobre el supuesto milagro, interpelan al ciego e interpelan a los padres, y pese a tener las pruebas, estos no creen, no porque el ciego este loco, sino porque no quieren bajar la cabeza y reconocer a Jesús como mesías, muy orgullosos de su propia fe dicen... "nosotros creemos en Moisés" y no se pueden bajar de eso, porque sería bajarse de absolutamente todo lo que ya tienen como verdad. En este sentido frente a los hechos que me muestran a Dios, hechos que se reflejan en la creación (y mas específicamente en las 5 vías de Santo Tomas) yo puedo investigar por mis medios, buscar entender y ver, lo cual es
completamente valido, sin embargo cuando encuentro los argumentos, que son sólidos, yo puedo decir "bueno igual no creo, porque yo le creo es a la Ciencia, solo lo que sea científicamente comprobable existe (esa afirmación per se ya es un postulado filosófico e inclusive metafísico que se tumba a sí mismo).

La segunda actitud es la de los padres, que si bien saben que su hijo era ciego, y que en verdad ve, se lavan las manos, no creen en Cristo pero tampoco lo desconocen, simplemente le dicen a los sacerdotes que "le pregunten a él (al ciego, su hijo)" ¿Por qué?,
bueno el mismo San Juan lo dice, porque si aceptaban el milagro aceptaban a Cristo como mesías, y si aceptaban a Cristo los echaban de la sinagoga, es decir de la comunidad judía, así que por miedo a la exclusión social y religiosa, no se comprometen. Eso mismo podemos hacer nosotros, podemos escuchar los argumentos, verlos y sentirlos, pero callarnos y no comprometernos, es la actitud de un agnóstico (si Dios existe y usted cree en

el es su problema) por que? porque si digo que sí creo, que las pruebas son validas, y que no hay mas remedio que creer en Dios porque no que no hay otra salida razonable, pues el mundo me va a segregar, me va a excluir y me van a tratar como un idiota, porque el mundo se rige por la ciencia, por el racionalismo (que es diferente a la razón), porque el mundo se rige por lo material (que solo importa lo material), y por qué el mundo se rige por el relativismo, así que si yo postulo una Verdad (Dios si existe, Cristo existe y yo creo) pues el mundo me saca, así que por miedo al mundo, no me comprometo... "pregúntenle a los católicos, ellos son los que creen en eso, a mi me vale".

La tercera actitud es la del Ciego mismo, que viendo el milagro, viendo a Cristo mismo actuar sobre el no necesita mas prueba que esa, el mismo sabe que no veía y hace ese razonamiento, yo no veía y ahora veo. pues bueno este es el mesías, y punto. Esta también es otra postura frente a la revelación, en el momento en que se tienen los argumentos
(el ciego no cree por tradición, sino por que Cristo lo cura, es decir cuando se encuentra con Cristo, no cree porque si) el simplemente deja su arrogancia, su mundo judío que le prohibía creer en Cristo y cree, por que no le queda de otra, porque no hay más. Pudo haber dicho: " eso fue brujería", "bueno es que yo no estaba tan ciego", "yo veía pero no lo sabía", o "he visto en ese momento... por casualidad, por probabilística, por azar" etc. etc. El simplemente vio, comprobó y creyó, y obviamente lo expulsaron de la sinagoga.

EN resumen, el cristiano puede buscar los argumentos para creer, debe hacerlo porque es su función buscar la verdad, pero la fe no es un problema de matemáticas, donde yo digo que 2 + 2 = 4, es decir que ya junto "razonablemente" los argumentos y tengo fe, no es así, ya que la fe solo viene directamente de Dios, no viene por la razón, pero se necesita tener los argumentos razonables para creer. Me explico: La razón es un condición de la fe, pero no es la causa de la fe, ya que si solo tengo fe, como solo sentimiento, pues en un momento de crisis si el sentimiento no llega se me va a caer mi fe, y si solo tengo razón y nunca le abro las puertas a la fe, pues seré el fariseo que se hace el pendejo por qué no quiere hacerlo. Entonces, la fe y la razón deben ser complementarias, entendiendo que la fe solo viene de Dios, y que crece de una forma más fructífera en un humano que tiene razones para creer y para sustentar esa fe.

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Evangelio según san Juan, Capítulo 9.

1 Al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento. 2 Sus discípulos le preguntaron: «Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?». 3 «Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras
de Dios. 4 Debemos trabajar en las obras de aquel que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. 5 Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo» 6 Después que dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego, 7 diciéndole: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé», que significa "Enviado". El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía. 8 Los vecinos y los que antes lo habían visto mendigar, se preguntaban: «¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?».
9 Unos opinaban: «Es el mismo». «No, respondían otros, es uno que se le parece». El ecía: «Soy realmente yo». 10 Ellos le dijeron: «¿Cómo se te han abierto los ojos?». 11 El respondió: «Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos y me dijo: Ve a lavarte a Siloé». Yo fui, me lavé y vi». 12 Ellos le preguntaron: «¿Dónde está?». El respondió: «No lo sé». 13 El que había sido ciego fue llevado ante los fariseos. 14 Era sábado cuando Jesús hizo barro y le abrió los ojos. 15 Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había llegado a ver. El les respondió: «Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo». 16 Algunos fariseos decían: «Ese hombre no viene de Dios, porque no observa el sábado». Otros replicaban: «¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?». Y se produjo una división entre ellos. 17 Entonces dijeron nuevamente al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?». El hombre respondió: «Es un profeta».
18 Sin embargo, los judíos no querían creer que ese hombre había sido ciego y que había llegado a ver, hasta que llamaron a sus padres 19 y les preguntaron: «¿Es este el hijo de ustedes, el que dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?».
20 Sus padres respondieron: «Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego, 21 pero cómo es que ahora ve y quién le abrió los ojos, no lo sabemos. Pregúntenle a él: tiene edad para responder por su cuenta».
22 Sus padres dijeron esto por temor a los judíos, que ya se habían puesto de acuerdo para excluir de la sinagoga al que reconociera a Jesús como Mesías. 23 Por esta razón dijeron: «Tiene bastante edad, pregúntenle a él». 24 Los judíos llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: «Glorifica a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador». 25 «Yo no sé si es un pecador, respondió; lo que sé es que antes yo era ciego y ahora veo». 26 Ellos le preguntaron: «¿Qué te ha hecho? ¿Cómo te abrió los ojos?».
27 El les respondió: «Ya se lo dije y ustedes no me han escuchado. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos?». 28 Ellos lo injuriaron y
le dijeron: «¡Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés!
29 Sabemos que Dios habló a Moisés, pero no sabemos de dónde es este». 30 El hombre les respondió: «Esto es lo asombroso: que ustedes no sepan de dónde es, a pesar de
que me ha abierto los ojos. 31 Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero si al que lo honra y cumple su voluntad. 32 Nunca se oyó decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento. 33 Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada». 34 Ellos le respondieron: «Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?». Y lo echaron. 35 Jesús se enteró de que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: «¿Crees en el Hijo del hombre?». 36 El respondió: «¿Quién es, Señor, para que crea en él?». 37 Jesús le dijo: «Tú lo has visto: es el que te está hablando».
38 Entonces él exclamó: «Creo, Señor», y se postró ante él. 39 Después Jesús agregó:
«He venido a este mundo para un juicio: Para que vean los que no ven y queden ciegos los que ven». 40 Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: «¿Acaso también nosotros somos ciegos?».
41 Jesús les respondió: «Si ustedes fueran ciegos, no tendrían pecado, pero como dicen: "Vemos", su pecado permanece».

Tomado de: vatican.va

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