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22 mar 2011

Sobre Psicopatología de la vida cotidiana


Sigmund Freud. Psicopatología de la vida cotidiana, 1901. Volumen VI. Capítulos: I, IX y XII. En: Obras Completas. Traducción: José l. Etcheverry. Amorrortu Editores. Buenos Aires. 1986.

šEsta vez los menudos análisis del profesor Freud nos conducen por los caminos del autoreconocimiento, su afilada mente se detiene en las cosas que conviven con nosotros en nuestro diario, y que sin embargo, la mayoría consideramos irrelevantes, hasta leer los apartes de este libro.

El olvido de los nombres propios, tema del primer capítulo, llama la atención por cuanto inicia con afirmación que apuntan a tumbar el libre albedrio, sustento de cualquier espíteme de libertad. A través del análisis, propio y en casos ajenos, Freud hila minuciosamente como nuestros recuerdos sofocados se presentan mediante un “agujeró” en nuestra memoria, este olvido simboliza precisamente lo que queremos ocultar, como diría Montesquieu “Nada graba tan fijamente en nuestra memoria alguna cosa como el deseo de olvidarla". El Sexto capítulo se dedica lo que Freud cataloga como “acciones sintomáticas” que no son más que acciones imperceptibles para quien las realiza (más visibles en los que nos rodean), y que como el adjetivo de “sintomáticas” lo advierte, revelan algo; pensamientos reprimidos que a través de una cantidad de asociaciones inconscientes salen a flote en las erráticas acciones. Por último en el doceavo capitulo, que es una especie de conclusión, se encierran todas las categorías de aquellos fenómenos en los cuales nuestro inconsciente se manifiesta en lo cotidiano, allí plantea la premisa del libre albedrio como absurdo (p. 234) Este argumento surge demostrable a través del ejemplo de los supuestos números elegidos al azar, que por el contario resultan ser abstracciones de valores que nos representan algún sentimiento de displacer o de culpa. También explora el por qué de los déjà vu, o las supersticiones, las dos enmarcadas en una jugarreta del inconsciente. La primera se define como una fantasía inconsciente producto de la represión (termino ya común en Freud), y la segunda como una exteriorización de nuestra falta de noticias consientes de un fenómeno inconsciente.

Pues bien, ¿y qué tendría que ver esto con la libertad? La respuesta más obvia es que si Freud pone a tambalear el concepto del libre albedrio está minando el pilar fundamental de un pensamiento de libertad.

El problema sin embargo va mas allá, ya que la pregunta que se plantearía no sería la de la libertad individual, de alguna manera dicha libertad estará condicionada por los contextos familiares y sociales, la pregunta seria por la libertad social. Como sabemos la premisa del mundo democrático es la de la libertad (Las luchas en África del norte tiene lemas que aclaman por esa libertad) sin embargo esa libertad está condicionada por la represión. Foucault en su desarrollo del concepto de bipoder y biopolítica argumenta como el Estado ya no aniquila a quien se sale de la normatividad, por el contrario lo regenera (re-normaliza; lo reacomoda a la norma) para que el individuo vuelva a ser productivo para el sistema estatal ¿Y cómo se significa la productividad del Estado? ¿En la agricultura? ¿En el estudio? ¿En la familia? No, los estados contemporáneos miden su productividad según la economía, y no la economía decimonónica, sino una economía de consumo, de poder adquisitivo, que sustenta los grandes emporios financieros del capital. Por lo cual ese estado benefactor usa su biopolítica para mantener la psiquis de población en el sistema económico actual (Prueba de ello es que el discurso sea de progreso, avance, propiedad, prosperidad y consumo como valores primigenios nacionales). ¿Cuál es mi punto? Mi punto, alejado de cualquier premisa anacrónica socialista o comunista, es que la libertad del individuo y de la sociedad esta mediada por su contexto y su educación, estos dos factores son lo que crean la ilusión para tomar las decisiones acorde con el sistema capitalista actual, desde la publicidad en los medios hasta la misma herencia familiar claman por el progreso económico y material. Como leemos en Freud nuestro libre albedrio es una ilusión; cualquier sentimiento que se reprima saldrá a la luz en algún tipo de olvido o acción sintomática, estos síntomas reflejan la falencia de nuestro consiente y la gran influencia que ejerce en nosotros los procesos de aculturación social. Si bien la represión es necesaria (en cuanto a las pulsiones de muerte, sexual o anal) los procesos de adoctrinamiento cultural a través de los medios nos han introducido represiones nuevas, por ejemplo al fracaso, o han mutado represiones primitivas hacia los nuevos intereses económicos: (por ejemplo: sexo/consumo). Lo cual deja nuestra libertad más bien mal parada.

Si bien el objeto de estudio de Freud en este libro parecería ser meramente anecdótico la verdad es que su pensamiento va mas allá, pues establece una macroestructura que gobierna nuestra vida sin que lo percibamos. Si bien el pensamiento estructuralista de pensadores como Strauss o Freud será cuestionado por Foucault o Ginzburg, no se debe descartar del todo, pues como se demuestra en este libro, nada es al azar, nada es porque si.


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